Iglesia, mundo necesita reconciliación

Obispo Joseph Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
Como parte de nuestro camino cuaresmal, dimos la bienvenida a la Diócesis de Jackson las reliquias de San Padre Pío, ya que viajan en su peregrinación inaugural a través de los Estados Unidos gracias a la Fundación para el Santo Padre Pio. Yo estaba inseguro acerca de su posición en la Comunión de los Santos en el estado de Mississippi y en todo el sur del país, pero la respuesta fue inspiradora en el número de personas que acudieron a la Catedral para las dos misas que se celebraron el 1 de marzo y durante todo el día.
En el noreste de los Estados Unidos son muchos los que tienen devoción por él, pidiendo su intercesión ante el sufrimiento y las luchas de la vida. Él ha llevado a muchos a Jesucristo, especialmente desde su canonización por el Papa Juan Pablo II el 2 de mayo de 1999 al inicio del tercer milenio. Hablando a los peregrinos en la Plaza de San Pedro en el día después de su canonización, San Juan Pablo II elogió la santidad del San Padre Pio. “Queridos hermanos y hermanas, el testimonio del Padre Pío es una fuerte llamada a la dimensión sobrenatural, que no debe confundirse con una exagerada preocupación por los milagros, una desviación que él siempre y decididamente rechazó. Los sacerdotes y las personas consagradas, en particular, deberían mirar hacia él.
Les enseña a los sacerdotes a convertirse en instrumentos dóciles y generosos de la gracia divina, la cual les cura a las personas la raíz de sus males, restaurando la paz del corazón. El altar y el confesonario fueron los dos puntos de enfoque de su vida. La carismática intensidad con que celebraba los misterios divinos es un testimonio muy saludable para alejar a los presbíteros de la tentación de la rutina y ayudarlos a redescubrir día a día el tesoro inagotable de la renovación espiritual, moral y social que ha sido puesta en sus manos.” Durante muchos años, el Padre Pío pasaba más de la mitad del día en el confesionario, un enorme testimonio de la misericordia de Dios, que es puro don. Incluso los sacerdotes más fervorosos estarían abrumados por este compromiso incesante. El siguió los pasos de San Juan María Vianney, que también fue un instrumento estelar del perdón de Dios y la reconciliación, y era contemporáneo de Santa Faustina, un instrumento de la Divina Misericordia.
La Eucaristía, la mesa de la Palabra y del Sacramento, y el sacramento de la reconciliación siguen siendo los caminos reales para el arrepentimiento y la reconciliación en la Iglesia en el mundo moderno.
Recuerden que una de nuestras prioridades pastorales es que seamos “comunidades acogedoras y reconciliadoras,” con el arrepentimiento como una apremiante demanda del Señor para cumplir su voluntad en nuestras vidas y en nuestro mundo. Si somos sinceros, a veces la iglesia resulta deficiente y el grito de arrepentimiento y reconciliación debe ser proclamado y escuchado en el mundo. Un ejemplo impactante está retumbando alrededor de nuestro país en este momento.
Después del reciente tiroteo y matanza en el Colegio Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida, los estudiantes lanzaron una nueva campaña para darle a conocer a la población acerca de los horrores de la violencia con armas de fuego. Los estudiantes están aprovechando y centrando su profundo dolor y rabia contra la indiferencia y la intransigencia que impregna la sociedad americana sobre una revisión sincera de la Segunda Enmienda de la Constitución.
Reflexionando sobre la lectura del evangelio de San Juan el pasado domingo, en la que Jesús reveló la justa ira de Dios sobre la escandalosa actividad en el Templo en Jerusalén, nos podría llevar a escuchar el grito de la justa indignación de nuestros jóvenes y sus partidarios por la indignación de sus abatidos amigos y seres queridos en su comunidad escolar.
La casa de oración de Dios, el punto de unión entre el cielo y la tierra, se había convertido en un mercado, y los negocios como de costumbre prevalecían. Así también, nuestros jóvenes están volteando la enlatada retórica de nuestros políticos y cabilderos de las armas con la esperanza de lograr un diálogo genuino que puede conducir a la nación a la cordura y mayor seguridad.
Por otra parte, aquí está un ejemplo donde la Iglesia está fallando miserablemente. La Iglesia Santuario en Newfoundland, PA, invitó a sus feligreses a traer sus fusiles AR-15 para un servicio en la iglesia para la celebración de la “vara de hierro”. Aquí está la información. Iglesia Santuario en Newfoundland, NEWFOUNDLAND, Pennsylvania – Un distrito escolar de Pennsylvania cancelará las clases en una escuela elemental el miércoles debido a que una iglesia en la calle del colegio está organizando una ceremonia con fusiles AR-15. La organización Paz Mundial y Unificación Santuario en Newfoundland cree que las AR-15 simbolizan la “vara de hierro” en el libro bíblico del Apocalipsis, y están animando a las parejas a llevar las armas a una ceremonia de compromiso.” Usted puede buscar esta información en el internet para ver la magnitud de esta locura. En esta instancia, el Espíritu de Dios es evidente en todo el mundo, y no en la Iglesia.
Nuestra nación necesita un mayor compromiso por el bien común, una actitud racional en lo referente a los derechos, responsabilidades y limitaciones.
En la esecuela de Parkland, Florida, quizás nuestros jóvenes sean los que nos guíen a nuestros sentidos. Al nivel más profundo, esto es sobre el arrepentimiento, la reconciliación y la construcción de puentes entre facciones opuestas en nuestra nación. Esta es la locura de la Cruz, la sabiduría de Dios, que tiene el potencial de florecer en nuestra nación ante la trágica pérdida.
El mandato del Señor en el miércoles de ceniza es nuestra brújula durante estos 40 días de la cuaresma, y los animo a que reciban el sacramento de reconciliación durante el tiempo previo a la Semana Santa. Exhorto especialmente a nuestras comunidades parroquiales y a las escuelas a que se vean a sí mismos como embajadores de Cristo y ministros de la reconciliación, para la renovación de nuestra diócesis, y como levadura para nuestras comunidades, estado y nación.
Como el ritual del bautismo proclama, “Esta es nuestra fe, ésta es la fe de la Iglesia y nosotros nos gloriamos de profesarla en Cristo Jesús, Señor nuestro.” San Padre Pio gritaría su aprobación desde su lugar en el cielo.

Obispo recorrerá la Tierra Santa al comenzar la Cuaresma

Obispo Joseph Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
El Señor Jesús, que siempre está cerca, va a reunir a la Iglesia Católica Universal para escuchar su llamada a “reformar nuestras vidas y a creer en el Evangelio” a fin de que podamos superar el veneno del pecado y el aguijón de la muerte. Nuestra observancia del Miércoles de Ceniza es una invitación a renovar las promesas hechas en el bautismo a través de la oración fiel, el ayuno significativo y la limosna generosa. En armonía con la mejor bienvenida al renacimiento de la primavera escuchamos las palabras de San Pablo para convertirnos en una nueva creación en Cristo, sus embajadores en las obras de penitencia y de reconciliación en nuestros corazones y hogares, y por justicia y paz en nuestras comunidades, nuestra nación y el mundo. Nuestra ciudadanía está en el cielo, nuestro destino final, y el viaje eterno que ya ha comenzado en nuestro diario caminar con el Señor. En este momento estoy en la Tierra Santa en peregrinación con los Caballeros de Colón y las Damas del Santo Sepulcro. Por supuesto que ya ustedes saben esto a través de las redes sociales de la Diócesis de Jackson.
Será muy raro que no esté en la diócesis en nuestra Catedral de San Pedro Apóstol el Miércoles de Ceniza y el comienzo de la cuaresma. En mi mente y en mi corazón, la única razón aceptable para esta ausencia es una peregrinación a la Tierra Santa, donde la historia de nuestra salvación se desplegó en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
La única vez que he viajado a la Tierra Santa fue en 1981 en una gira de estudio bíblico que abarcó Jerusalén y Roma durante tres semanas. Fue memorable por muchas razones y, en particular, no pudimos tener una audiencia con San Juan Pablo II a causa de la tentativa de asesinato contra su vida a principios de ese año. ¡Cómo ha cambiado el mundo! Los medios de comunicación social, cuando se usan de manera educada en un espíritu de solidaridad, pueden ser una herramienta excelente para edificar y no derribar.
Espero poder compartir con ustedes los acontecimientos de cada día como una forma especial de avivar la llamada del Señor durante la cuaresma. Recordemos que en nuestro proceso visionario diocesano la primera prioridad pastoral establecida es que seamos comunidades de fe acogedoras y reconciliadoras en nuestras parroquias, colegios y en todos nuestros ministerios de apoyo. Esto va mucho más allá de ser ambientes amables y acogedores, aunque este es un primer paso crucial. Esta es la obra del Evangelio, siempre antigua y siempre nueva, que nos llama a arrepentirnos, a girar nuestras vidas a donde sea necesario, y a hacerle frente a la realidad de división en nuestras familias, en las comunidades eclesiales y en la sociedad. Las heridas de pecado y de división pueden ser profundas y de larga duración, y si la curación debe ocurrir nuestra respuesta a la llamada del Señor a la conversión debe ser intencional y fiel. Y queremos que la sanación ocurra porque Jesús nos quiere dar vida en abundancia, su paz que el mundo no puede dar, su alegría que nos eleva a una vida nueva, y el camino a la libertad.
Todos hemos recibido el Espíritu Santo de amor, poder y disciplina, y la Cuaresma es un tiempo para rezar y animarnos el uno al otro a abrir estas puertas de gracia y esperanza. Cuarenta días constituyen un tiempo sagrado para que la vida de Dios y nuestras vidas se crucen una vez más, de modo que podamos ver más claramente que Cristo es el camino, la verdad y la vida. Que nuestra determinación no disminuya durante este tiempo de gracia. Oremos también por nuestros catecúmenos y candidatos mientras la llamada del Señor profundiza en sus vidas, y espero estar con muchos de ellos en el Rito de la elección el primer domingo de Cuaresma en la Catedral. ¡Qué la paz esté con ustedes!

Recordando a un profeta estadounidense

Obispo Joseph Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
Este próximo fin de semana se extiende para muchos con la fiesta nacional en honor a Martin Luther King Jr., quien dio su vida por los derechos civiles, la igualdad racial y la dignidad humana de todas las personas. En menos de tres meses la nación conmemora el 50º aniversario de su asesinato el 4 de abril de 1968, y en la evolución de nuestra nación su voz profética y testimonio de libertad y justicia para todos aún enfrenta nuestra conciencia colectiva e individual. El 9 de diciembre de 2017, en el estado de Mississippi, hemos captado la atención de la nación con la apertura del Museo de Derechos Civiles cuya misión es documentar, exponer la historia, y educar al público sobre el movimiento de derechos civiles estadounidense en Mississippi, entre 1945 y 1970.
A nivel nacional, el nuevo museo Smithsonian, inaugurado el 24 de septiembre de 2016, cerca del Monumento a Washington, y ha recibido a más de 1 millones de visitantes hasta la fecha. Es el único museo nacional dedicado exclusivamente a la documentación de la vida Afro-Americana, su arte, historia y cultura. Se trata de comprender la historia americana a través de la experiencia afro-americana.
Martin Luther King Jr. singularmente encarna el movimiento por los derechos civiles como un discípulo de Jesucristo, una voz profética, un mártir y testigo del hambre insaciable del espíritu humano por la verdad, la libertad y la justicia.
Las palabras pronunciadas por Dios al profeta Isaías fueron grabadas en el alma de Martin Luther King. “Yo, el Señor, te han llamado para la victoria de la justicia. Te he tomado de la mano; te he formado para que seas señal de mi pacto con el pueblo, luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para sacar a los presos de la cárcel, del calabozo donde viven en la oscuridad, quienes viven en la oscuridad”, (Isaías 42, 1ss). Podemos ver esta sabiduría profética y la fuerza que sólo puede venir de Dios en la capacidad de Martin Luther King de sufrir y en su filosofía de la resistencia no violenta frente a la injusticia.
En 1960 reflexionó sobre su experiencia de sufrimiento para la publicación Siglo Cristiano. “He conocido muy pocos días tranquilos en los últimos años. He sido arrestado cinco veces y puesto en cárceles de Alabama. Mi casa ha sido bombardeada dos veces. Raramente pasa un día que mi familia y yo no recibimos amenazas de muerte. He sido víctima de un casi fatal apuñalamiento. Así, en un sentido real he sido azotado por las tormentas de la persecución”.
Raramente habló de sus propias luchas porque él no tenía un complejo de mártir, y de todos modos, todo el mundo sabía de ellos, pero comprendió la realidad del Siervo doliente en la cara de la injusticia. “Hay algunos que todavía consideran la cruz como un escollo, y otros la consideran como una simpleza, pero estoy más convencido que nunca que es el poder de Dios para la salvación individual y social. Así como el apóstol Pablo, yo humildemente y orgullosamente puedo decir que “yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. Más que nunca, estoy convencido de la realidad de un Dios personal”.
Martin Luther King Jr. estaba comprometido a la no violencia y a la justicia racial como lo descubrió en la experiencia de Mahatma Gandhi en la era moderna, y a través de su relación personal con Jesucristo. Él sabía que los muros de la segregación, de la desigualdad racial y el racismo tenían que ser aplastados por el ariete de justicia, pero tenían que ser realizados en forma no violenta.
No todos estaban de acuerdo con él, entonces, y no todo el mundo está de acuerdo con él ahora, pero el tiempo revela dónde habitan la sabiduría y la verdad.
Al reflexionar sobre las implacables luchas en nuestra nación sobre nuestra división racial, la filosofía de Martin Luther King de la no violencia puede renovar la visión y el compromiso por el bien común. “En primer lugar, la no violencia no es un método para cobardes; es resistencia. No es agresiva, pero es dinámicamente agresiva espiritualmente. La resistencia no violenta no busca derrotar o humillar al oponente, sino ganar su amistad y comprensión. El objetivo es la redención y la reconciliación.
Las consecuencias de la no violencia es la creación de la amada comunidad, mientras que las secuelas de la violencia es trágica amargura. Está dirigida contra las fuerzas del mal, y no en contra de las personas que se encuentran atrapados en la telaraña de la maldad. Vamos a vencer la injusticia y no aquellos que son injustos. En el centro de la no violencia se encuentra el principio del amor. A lo largo del camino de la vida, alguien debe tener bastante sentido común y la moral suficiente para cortar la cadena de odio. Amamos, no porque nos gustan todos, pero porque Dios los ama.
Por último, el método de la no violencia se basa en la convicción de que el universo está en el lado de la justicia. Hay algo en el mismo centro de nuestra fe cristiana que nos recuerda que el Viernes Santo puede reinar durante un día, pero, en última instancia, debe dar paso al triunfante compás de los tambores de la Pascua”. En esta profunda filosofía, levantado por su vida, Martin Luther King termina con esta oración y sueño. “Dios concídenos que libremos la lucha con disciplina y dignidad. Mediante el uso sabio y con valentía de este método saldremos del sombrío y desolado de la medianoche de la inhumanidad del hombre para con el hombre en el luminoso amanecer de la libertad y la justicia.” (Siglo cristiano 1957).
La lucha por superar la división racial sistémica intratable que sigue afligiendo el bienestar de nuestra nación debe continuar. Tenemos un largo camino que recorrer por una mejor oportunidad económica y educativa, por la atención universal de la salud y la reforma penitenciaria. Mientras las paredes del racismo y la discriminación son derrumbadas, los puentes hacia la oportunidad y esperanza deben ser construidos y atravesados.
Al conmemorar la fiesta nacional en memoria del Dr. Martin Luther King Jr., podemos comprometernos con los principios de la no violencia y una insaciable hambre por una mayor justicia y paz en nuestra nación. En su visión y sueño la transformación social y la responsabilidad personal se abrazarán para que las bendiciones de libertad y justicia sea un sueño hecho realidad para todos.

Todavía aprendiendo de los fundadores de la educación católica

Obispo Joseph Kopacz

La Semana de las Escuelas católicas se celebra este año del 28 de enero al 3 de febrero en donde quiera que una diócesis en todo el territorio de los Estados Unidos es bendecida de tener un sistema de enseñanza católica. El tema de este año es: Escuelas Católicas: Aprende. Sirve. Dirige. Ten éxito. Nuestro legado de escuelas en la Diócesis de Jackson se remonta a 1847 en Natchez, antes de extenderse hacia Vicksburg y Greenville y luego gradualmente hacia el este en el estado de Mississippi. Debido a que nuestra diócesis fue la 13ª Diócesis Católica establecida en la nación la tradición de nuestras escuelas católicas comenzó no mucho después de que las primeras escuelas católicas fueran abiertas en los Estados Unidos. La madre y el padre, fundadores de la educación católica, fueron Santa Isabel Ana Seton y San Juan Neumann. Isabel Ana Seton, 1784-1821, fue una creyente Episcopal a través de la mitad de su vida, y esposa y madre de seis hijos que siempre encontró el tiempo para obras benéficas y de acercamiento.
Ella se convirtió al catolicismo tras la muerte de su marido, y en un corto periodo de tiempo fundó las Hijas de la Caridad basada en la regla de San Vicente de Paúl y su comunidad religiosa en Francia. Su misión se convirtió en la educación basada en la fe, envolviéndose en un profundo y desconocido campo. Fundó la primera escuela católica en los Estados Unidos en 1812, y para 1818 las hermanas habían establecido dos orfanatos y otra escuela. En la actualidad, seis grupos de hermanas pueden trazar sus orígenes a la fundación inicial de la Madre Seton. Los siguientes son extractos de los escritos y la sabiduría de esta gran matriarca.
“Comparto sus luchas como educadores de hoy, y estoy con ustedes en esa lucha. Los signos de los tiempos les ruegan que sean espiritualmente maduros para fomentar un clima de renacimiento misionero fiel a (mi) legado por la educación católica. Están convencidos de la necesidad de una visión estratégica en nombre del Evangelio? ¿Están dispuestos a correr el riesgo de llevar a cabo nuevas ideas que respondan a la necesidad humana absoluta?
¿Qué necesidades insatisfechas existen en tu colegio, parroquia o comunidad que puedes abordar de manera realista? ¿Cómo interactúas con los sectores públicos y privados y las redes escolares en casa? ¿Qué nuevos programas o cursos beneficiarían a tus estudiantes o a atraer nuevos? ¿Qué servicios oportunos ofrecen ustedes actualmente que pueden ampliarse a otros? Hay maneras para que usted pueda combinar esfuerzos y recursos para otras nuevas?
¿Qué mejoras pueden introducirse mediante la adopción de nuevas técnicas? Los invito a discutir si su definición de educación realmente satisface las cambiantes necesidades de la sociedad.
En su papel como educadores, céntrense en la persona entera, enseñen la lección y toquen el corazón. Por encima de todo amigos, enseñen a sus alumnos acerca del amor de Dios por ellos. ¡Oh! Fijen su mirada en el futuro y siempre traten de educar a sus alumnos para el mundo en que están destinados a vivir.
Las buenas relaciones de la casa y la escuela fueron muy importantes para mí y a menudo me comunico con los padres acerca del progreso de sus hijos, o la falta de este. Yo les digo que sé que los padres americanos les es más difícil oír las faltas de sus hijos.
He intentado varios métodos de disciplina pero siempre con firmeza suave. He descubierto que la pérdida de recreación, la privación de una fruta, o el pago de un centavo por buenas obras, a menudo ha funcionado bien. Arrodillarse, también era la única forma de castigo físico que permití.
No acepté ninguna forma de prejuicio o discriminación. La inclusión fue mi objetivo. Mi escuela fue fundada en los valores perennes del respeto y la igualdad. Ruego que se tenga en cuenta que la compasión cristiana auténtica se expresa universalmente y no de manera selectiva. Esto se extiende a los niños de la montaña que son pobres, a los niños de Pennsylvania Dutch, y a los niños africano-americanos de los esclavos y de padres libres a los que yo mismo enseñé”. Sus Hijas de la Caridad llegaron a Natchez en 1847 y permanecieron hasta el 2003. Santa Isabel Ana Seton fue beatificada en 1963 y canonizada en 1976.
El patriarca de educación de la escuela católica es San Juan Neumann, quien nació en 1811 en Bohemia, en la República Checa moderna. Después de viajar a América fue ordenado y entró en la orden redentorista y sirvió fielmente a los pobres en Buffalo, Nueva York. El Padre Juan Neumann fue nombrado obispo de Filadelfia en 1852 y fue el primero en organizar un sistema de enseñanza católica diocesana. Como fundador de las escuelas católicas en este país, él aumentado el número de escuelas en su diócesis de dos hasta 100 en ocho años y escribió libros de los catecismos y otros panfletos para enseñar la fe, mientras trabaja para traer buenos maestros a la diócesis. El trabajo de su vida fue el de difundir la fe. El Obispo John Neumann nunca perdió su amor y preocupación por la gente.
En una visita a una parroquia rural, el párroco lo recogió en un vagón con estiércol. Sentado en una plancha que se extendía sobre los contenidos del vagón, John bromeó, “¿Has visto alguna vez tal cortejo para un obispo?” Su capacidad de aprender idiomas que lo había traído a América le llevó a aprender español, francés, italiano y holandés, de modo que pudiera oír confesiones en al menos seis idiomas. Cuando comenzó la inmigración irlandesa, aprendió el gaélico tan bien que una mujer irlandesa comentó, “no es grandioso que tengamos un obispo irlandés!” Una vez en una visita a Alemania regresó a la casa donde se hospedaba empapado por la lluvia. Cuando su anfitrión le sugirió que se cambiara sus zapatos, John comentó, “La única manera de cambiarme mis zapatos es colocando el zapato izquierdo en el pie derecho y el zapato derecho en el pie izquierdo. Este es la único par de zapatos que tengo”.
Las palabras del Señor Jesús de “ir y enseñar y hacer discípulos de todas las naciones” fueron grabadas en los corazones y las mentes de Santa Isabel Ana Seton y San Juan Neumann. Ojalá que estos patronos de la educación en los colegios católicos continúe intercediendo por nosotros mientras nos esforzamos por ser fieles a nuestra visión de “inspirar a los discípulos, abrazar la diversidad y servir a los demás” en nuestro sistema escolar católico de la Diócesis de Jackson.

Recordando a un profeta estadounidense

Obispo Joseph Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
Este próximo fin de semana se extiende para muchos con la fiesta nacional en honor a Martin Luther King Jr., quien dio su vida por los derechos civiles, la igualdad racial y la dignidad humana de todas las personas. En menos de tres meses la nación conmemora el 50º aniversario de su asesinato el 4 de abril de 1968, y en la evolución de nuestra nación su voz profética y testimonio de libertad y justicia para todos aún enfrenta nuestra conciencia colectiva e individual. El 9 de diciembre de 2017, en el estado de Mississippi, hemos captado la atención de la nación con la apertura del Museo de Derechos Civiles cuya misión es documentar, exponer la historia, y educar al público sobre el movimiento de derechos civiles estadounidense en Mississippi, entre 1945 y 1970.
A nivel nacional, el nuevo museo Smithsonian, inaugurado el 24 de septiembre de 2016, cerca del Monumento a Washington, y ha recibido a más de 1 millones de visitantes hasta la fecha. Es el único museo nacional dedicado exclusivamente a la documentación de la vida Afro-Americana, su arte, historia y cultura. Se trata de comprender la historia americana a través de la experiencia afro-americana.
Martin Luther King Jr. singularmente encarna el movimiento por los derechos civiles como un discípulo de Jesucristo, una voz profética, un mártir y testigo del hambre insaciable del espíritu humano por la verdad, la libertad y la justicia.
Las palabras pronunciadas por Dios al profeta Isaías fueron grabadas en el alma de Martin Luther King. “Yo, el Señor, te han llamado para la victoria de la justicia. Te he tomado de la mano; te he formado para que seas señal de mi pacto con el pueblo, luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para sacar a los presos de la cárcel, del calabozo donde viven en la oscuridad, quienes viven en la oscuridad”, (Isaías 42, 1ss). Podemos ver esta sabiduría profética y la fuerza que sólo puede venir de Dios en la capacidad de Martin Luther King de sufrir y en su filosofía de la resistencia no violenta frente a la injusticia.
En 1960 reflexionó sobre su experiencia de sufrimiento para la publicación Siglo Cristiano. “He conocido muy pocos días tranquilos en los últimos años. He sido arrestado cinco veces y puesto en cárceles de Alabama. Mi casa ha sido bombardeada dos veces. Raramente pasa un día que mi familia y yo no recibimos amenazas de muerte. He sido víctima de un casi fatal apuñalamiento. Así, en un sentido real he sido azotado por las tormentas de la persecución”.
Raramente habló de sus propias luchas porque él no tenía un complejo de mártir, y de todos modos, todo el mundo sabía de ellos, pero comprendió la realidad del Siervo doliente en la cara de la injusticia. “Hay algunos que todavía consideran la cruz como un escollo, y otros la consideran como una simpleza, pero estoy más convencido que nunca que es el poder de Dios para la salvación individual y social. Así como el apóstol Pablo, yo humildemente y orgullosamente puedo decir que “yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. Más que nunca, estoy convencido de la realidad de un Dios personal”.
Martin Luther King Jr. estaba comprometido a la no violencia y a la justicia racial como lo descubrió en la experiencia de Mahatma Gandhi en la era moderna, y a través de su relación personal con Jesucristo. Él sabía que los muros de la segregación, de la desigualdad racial y el racismo tenían que ser aplastados por el ariete de justicia, pero tenían que ser realizados en forma no violenta.
No todos estaban de acuerdo con él, entonces, y no todo el mundo está de acuerdo con él ahora, pero el tiempo revela dónde habitan la sabiduría y la verdad.
Al reflexionar sobre las implacables luchas en nuestra nación sobre nuestra división racial, la filosofía de Martin Luther King de la no violencia puede renovar la visión y el compromiso por el bien común. “En primer lugar, la no violencia no es un método para cobardes; es resistencia. No es agresiva, pero es dinámicamente agresiva espiritualmente. La resistencia no violenta no busca derrotar o humillar al oponente, sino ganar su amistad y comprensión. El objetivo es la redención y la reconciliación.
Las consecuencias de la no violencia es la creación de la amada comunidad, mientras que las secuelas de la violencia es trágica amargura. Está dirigida contra las fuerzas del mal, y no en contra de las personas que se encuentran atrapados en la telaraña de la maldad. Vamos a vencer la injusticia y no aquellos que son injustos. En el centro de la no violencia se encuentra el principio del amor. A lo largo del camino de la vida, alguien debe tener bastante sentido común y la moral suficiente para cortar la cadena de odio. Amamos, no porque nos gustan todos, pero porque Dios los ama.
Por último, el método de la no violencia se basa en la convicción de que el universo está en el lado de la justicia. Hay algo en el mismo centro de nuestra fe cristiana que nos recuerda que el Viernes Santo puede reinar durante un día, pero, en última instancia, debe dar paso al triunfante compás de los tambores de la Pascua”. En esta profunda filosofía, levantado por su vida, Martin Luther King termina con esta oración y sueño. “Dios concídenos que libremos la lucha con disciplina y dignidad. Mediante el uso sabio y con valentía de este método saldremos del sombrío y desolado de la medianoche de la inhumanidad del hombre para con el hombre en el luminoso amanecer de la libertad y la justicia.” (Siglo cristiano 1957).
La lucha por superar la división racial sistémica intratable que sigue afligiendo el bienestar de nuestra nación debe continuar. Tenemos un largo camino que recorrer por una mejor oportunidad económica y educativa, por la atención universal de la salud y la reforma penitenciaria. Mientras las paredes del racismo y la discriminación son derrumbadas, los puentes hacia la oportunidad y esperanza deben ser construidos y atravesados.
Al conmemorar la fiesta nacional en memoria del Dr. Martin Luther King Jr., podemos comprometernos con los principios de la no violencia y una insaciable hambre por una mayor justicia y paz en nuestra nación. En su visión y sueño la transformación social y la responsabilidad personal se abrazarán para que las bendiciones de libertad y justicia sea un sueño hecho realidad para todos.

Dando gracias por aquellos que sirven

Obispo Joseph Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
La celebración del nacimiento del Señor, la Encarnación, literalmente, “el Verbo se hizo carne, y puso su morada entre nosotros” (Juan 1, 14) es un dramático anuncio de fe que Dios está en medio de nosotros y nos persigue implacablemente en la maravillosa historia de la salvación. La traducción literal de la carpa en nuestro medio es tan apropiada porque en cualquier momento el Señor Jesús puede mudarse y caminar con nosotros, o perseguirnos a donde sea que vayamos. Este es el misterio hacia el cual el Papa Francisco nos está dirigiendo en el Evangelii Guadium, la Alegría del Evangelio, cuando nos invita a luchar contra la declaración, “el tiempo es más importante que el espacio”. Cuando nos encontramos con nuestro vivo y amado Señor encarnado, o mejor dicho, cuando nos agarra (Flp 3, 14) podemos gritar con alegría, “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra” (Lucas 2, 14), porque incluso si nos mantenemos en silencio las piedras gritarían. (Lucas 19,40)
Los relatos de la infancia en su sencillez y sofisticación entremezclan las tinieblas y la luz. La violencia y el odio de Herodes, haciendo estragos en nuestro propio tiempo, persigue al Cristo para destruirlo a él y a todos los asociados con él. Sin embargo, él no pudo acallar las voces de los ángeles y los pastores, ni amenazar a los Magos en su búsqueda de la verdad. Esto es cierto para nosotros en nuestra época porque las voces de odio y violencia contra los discípulos del Señor, la Iglesia, a menudo sólo refuerza nuestra determinación, especialmente en la sangre de los mártires. La encarnación del Señor no debe ser separada de su crucifixión y resurrección, y cuando la recordamos podemos ver un hecho similar en la historia de San Pablo. Durante un tiempo, él era Herodes en disfraz implacablemente a la caza de los discípulos del Señor, a fin de destruir la naciente comunidad de creyentes. Joseph Holzner en su libro Pablo de Tarso ofrece un inspirado relato del principio de la conversión de Saúl en el que vemos el propósito de la encarnación divina en acción.
“Él, San Paul, era el cazador impulsado por una insaciable sed de la presa. Sin embargo, en esos días en el camino de Damasco, otro, el maestro de aquellos discípulos que estaba cazando, también se encontraba en el sendero. Pablo pensó que él era el cazador, pero de hecho, él era la presa. Cristo es el Divino cazador, el sabueso de los cielos, y aquí en el camino de Damasco, está persiguiendo una presa muy preciosa que no podrán escapar”. El deseo divino de Dios de abrazar el corazón y la mente de cada ser humano en Jesucristo, la Palabra hecha carne, está en trabajo en la Iglesia en cada momento en todo el mundo. Cada uno de nosotros y todas las personas son preciosas para Jesucristo quien inspira nuestras esperanzas y sueños en su temporada santa. Esta labor se hace evidente a través de la Diócesis de Jackson, en temporada y fuera de temporada. (2Timoteo 4, 2)
Cuando nos detenemos a reflexionar y atesorar todas estas cosas en nuestros corazones, como lo hizo María después de la visita de los pastores, podemos ver y oír el Evangelio vivo en forma ordinaria y extraordinaria, cada día en los 65 condados de nuestra diócesis.
En comparación con otras denominaciones cristianas más grandes, podemos ser pocos en número, pero estamos “anunciando al Señor Jesús al vivir el Evangelio de manera que todos puedan experimentar al Señor crucificado y vivo”. (Declaración de Misión) Estoy agradecido por tantos colaboradores en la viña del Señor quienes sirven en numerosos ministerios y de admirables maneras para traer la Buena Noticia de Jesucristo a los hombres de nuestro tiempo.
Algunos de ustedes han servido durante mucho tiempo. Algunos han instalado sus tiendas de campaña entre nosotros recientemente. En particular, en nombre de toda la Diócesis de Jackson y muchos en el Condado Holmes, quiero dar la bienvenida a la Hermana Mary Walz, DC, a la Hermana Madeline Kavenaugh, DC, y a la Hermana Sheila Conley, SC, quienes llegaron el mes pasado para construir de nuevo la esperanza del Evangelio en las secuelas de la Hermana Paula y la Hermana Margaret quienes fueron asesinadas hace año y medio.
Con sus propios talentos forjados en los fuegos del ministerio pastoral a lo largo de muchos años tomarán el relevo de servicio amoroso en el nombre del Señor Jesús. Durante los últimos días del Adviento, podemos orar para que el camino del Señor en nuestras vidas esté abierto de par en par para celebrar su nacimiento en nuestras vidas a través de la fe.
Feliz Navidad.

Escucha los ecos en Adviento

Obispo Joseph Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
El primer domingo de Adviento marcó el comienzo de un nuevo año eclesiástico y un tiempo enfocado a la preparación para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Espiritualmente, el Adviento infunde cada Eucaristía en la que los católicos se reúnen. Durante el rito de la comunión después del Padre Nuestro en cada Misa, el sacerdote celebrante ofrece una oración intercesora por todos en preparación para la Santa Comunión con el Señor. “Líbranos, Señor, oramos por todo mal, gentilmente concédenos la paz en nuestros días, que, con la ayuda de tu misericordia, podamos siempre estar libres de pecado y a salvo de toda angustia, mientras esperamos la bienaventurada esperanza y la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Rezamos en la gozosa esperanza de que el Señor vendrá otra vez y muy pronto.
A medida que avanza la temporada naturalmente volteamos nuestros corazones y mentes hacia su primera venida en la Encarnación. Normalmente, de cuatro semanas de duración, este año el Adviento será más corto ya que la temporada es de sólo tres semanas y cuatro horas de duración.
El cuarto domingo de Adviento se celebra en la mañana y la víspera de Navidad comienza en la tarde. (La obligación para la Misa del cuarto domingo de Adviento puede ser satisfecha en la noche del sábado o el domingo por la mañana. La obligación de la misa de Navidad puede cumplirse el domingo por la tarde, en la víspera de Navidad, o el lunes, el día de Navidad. No hay ninguna dispensación de dos por uno.) Así como un pequeño barco navegando hacia abajo en el Río Mississippi, el Adviento es propulsado de cabeza en la corriente de la Navidad, así la pascua de Navidad, por así decirlo. En este sentido, el Adviento nos recuerda lo difícil que es encontrar tiempo y espacio para estar en la presencia del Dios vivo, con el fin de cultivar y cosechar las bendiciones de las promesas de Dios.
La Virgen es una lámpara para nuestros pies mientras caminamos a través de Adviento; ella es el estándar de oro para nosotros cuando anhelamos llevar a Cristo a la luz de nuestras vidas en el poder del Espíritu Santo. Ella estaba en el centro de los anawim, los pobres en Israel que permanecieron fieles a Dios en todas las circunstancias, aquellos a quienes Dios preservó. Para recibir el don del Espíritu Santo a través de la fe, la oración es dar carne al cuerpo de Jesucristo. Ella nos enseña la profundidad de la piedad que es posible durante el Adviento, cómo atesorar todas estas cosas en nuestros corazones, cómo tener esperanza en Dios, cómo convertir a los demás en el servicio amoroso, y cómo ofrecer hospitalidad a quienes búscan a su hijo y el estilo de vida del Evangelio.
¿Cuál es el asombro y la maravilla de esta temporada que eleva nuestras esperanzas y sueños a otro nivel para nosotros, para nuestros seres queridos, y para todo el mundo? Puede ser el eco del Evangelio en nuestras mentes y en nuestros corazones, nuestra visión llena de fe para el mundo que todos son hijos de Dios, y que nuestras vidas son un regalo porque estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Es verdad, como dice san Pablo, que toda la creación está de hecho en agonía, y nos quejamos aunque tenemos los primeros frutos del Espíritu Santo. Gruñendo o no, el Espíritu Santo nos lleva lejos del miedo y de la esclavitud del pecado a la libertad como los hijos de Dios.
La siguiente cita es del Obispo Donal Murray en su reciente libro, En un paisaje rediseñado, y presenta un compromiso de Adviento con nuestro mundo. “Todo lo que existe es un don del Creador. Este es el núcleo de la más profunda respuesta, ¿quiénes somos? “Los cristianos no ven el regalo como irrelevante para aquellos que no tienen fe. Cada persona es el resultado del mismo creativo y amoroso don. Los cristianos expresan su convicción, no con un sentimiento de superioridad, sino en la esperanza de que esta gran visión de la dignidad humana pueda encontrar eco en los corazones de todos los seres humanos.
La Iglesia sabe que el Evangelio de la vida que ella ha recibido de su Señor, tiene un eco profundo en el corazón de cada persona, creyentes y no creyentes, porque maravillosamente cumple todas las expectativas de los corazones mientras infinitamente los sobrepasa.” Mientras escuchamos el eco de la llamada del Señor en nuestras vidas durante este tiempo de gracia, que nuestras esperanzas y sueños para este mundo, arraigadas en la encarnación de nuestro Señor Jesucristo, estén en armonía con la visión de Dios de un mundo de justicia y de paz, hasta que el Señor vuelva. Maranatha!

Santos de noviembre ofrecen luz en días oscuros

Por Obispo Joseph Kopacz

Obispo Joseph Kopacz

El mes de noviembre ya ha comenzado con la profundización de la oscuridad al final del día, y, espiritualmente, con las fiestas de Todos Los Santos y los Santos Difuntos que nos recuerdan que la Luz del Mundo siempre brilla en la oscuridad. Mucho más ardientemente en noviembre y principios de diciembre la Iglesia Católica mira más allá de lo visible a lo que es invisible cuando la vida eterna se desarrolla en su plenitud. En última instancia, nuestra ciudadanía está en los cielos, y la vida eterna nos envuelve. Sin embargo, en cada temporada la Iglesia nunca da un paso para dejar vivir el Evangelio con la mente y el corazón de quien vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. De hecho, en noviembre y diciembre con la llegada de las fiestas, la Iglesia junto con muchas otras organizaciones y personas de buena voluntad, aumenta sus esfuerzos para servir a los pobres y marginados y a ser solidarios con todos.
Tenemos algunos maravillosos santos en noviembre que son una lámpara para nuestros pies para caminar con el Señor más fielmente en nuestra generación. San Martín de Porres es uno de estos discípulos del Señor, cuya fiesta es el 3 de noviembre de cada año, que puede inspirar a muchos en nuestro mundo a levantar aquellos atrapados por la oscuridad. Martín nació en Lima, Perú, el 9 de diciembre de 1579.
Él era hijo ilegítimo de un español y una esclava liberada desde Panamá, de ascendencia africana o posiblemente americana nativa. El padre de Martin lo abandonó en su niñez, junto con su madre y su hermana menor, dejando a Martin creciendo en la más profunda pobreza. Después de pasar dos años en la escuela primaria, Martin fue colocado con un peluquero/cirujano donde pudiera aprender a cortar el pelo y aplicar las artes médicas. Mientras crecía Martin experimentó un gran ridículo por ser de raza mezclada. En el Perú, por ley, todos los descendientes de africanos o indios no estaban autorizados a ser miembros de de las órdenes religiosas. No obstante, ni siquiera las penurias implacables y el abandono podría separar Martin del amor de Jesucristo.
Gradualmente su firme compromiso a derramar su vida en las huellas del Maestro superó su cultura y los prejuicios y el racismo de la Iglesia. Hasta el momento de su muerte a los 60 años de edad en 1639, fue elogiado por su atención incondicional a todas las personas, independientemente de la raza o la riqueza. Él tomó el cuidado de todos, desde los nobles españoles hasta los esclavos africanos. A Martin no le importaba si la persona estaba enferma o sucia y les daba la bienvenida en su propia casa. La vida de Martin refleja su gran amor por Dios y por todos los dones de Dios. Esta es la Iglesia en trabajo, como la Madre Teresa, en cada rincón del mundo, el Señor encarnado lavando los pies de sus apóstoles y derramando su vida en la cruz.
En las lecturas bíblicas en la Misa de ayer, San Pablo en la primera carta a los Tesalonicenses, la primera palabra escrita que existe en el Nuevo Testamento, alrededor del año 50 D.C., revela el carisma evangélico que ha transformado la vida de las personas y las culturas por casi 2000 años. “Hermanos y hermanas: fuimos suaves entre vosotros, como una madre que amamanta cuida de sus hijos. Con tal afecto por ustedes, estábamos decididos a compartir con ustedes, no sólo el evangelio de Dios, sino a darnos a nosotros mismos, tan queridos han llegado a nosotros. Ustedes recuerdan, hermanos y hermanas, nuestros esfuerzos y fatigas. Trabajando día y noche para no ser una carga para nadie, les proclamamos el evangelio de Dios.” (1Tes 2, 7b-9)
El testimonio de san Pablo y San Martín, de la Madre Teresa, y de todos los santos, católicos y no católicos, canonizados o no, es la levadura del servicio amoroso en nuestra Iglesia y en nuestro mundo que superará el odio y la violencia, la codicia y la lujuria que continúan envenenando el alma de nuestra nación y el mundo. Con un mayor sentido de urgencia ante la invasión de la oscuridad, en la naturaleza y en las manos de aquellos impulsados por el mal, y junto con las innumerables oportunidades de generosidad y solidaridad que nos atraen en el tiempo futuro, que podamos escuchar la llamada del Señor a vivir el evangelio y a valorar las cosas que realmente son importantes.

El obispo Kopacz habla en solidaridad con los soñadores

El Obispo Joseph Kopacz hizo la siguiente declaración el jueves 2 de noviembre en apoyo de los “soñadores,” personas traídas a los Estados Unidos cuando eran niños y que desean seguir un camino hacia la ciudadanía. Mientras el presidente Donald Trump y los miembros del Congreso luchan contra los problemas de inmigración, los obispos y otros líderes religiosos alzan la voz a favor de la compasión, la razón y una reforma significativa. El obispo envió copias de esta declaración a las parroquias que sirven a las poblaciones hispanas en la diócesis de Jackson, ofreciendo a los pastores la opción de compartirla con sus comunidades.

Queridos amigos en Cristo,
Con el paso del tiempo desde el 5 de septiembre y la decisión de la Acción Diferida para Llegadas en la Infancia, DACA, aquellos que no se ven afectados directamente pueden ser arrullados en el sueño de que esta crisis ha pasado. Todos los que se ven directamente afectados, ya sea personalmente o con un familiar, amigo o vecino, saben de manera diferente. A menos que esta realidad sea abordada justa y exhaustivamente por el Congreso de los Estados Unidos en marzo de 2018, esta decisión presidencial se convertirá en una crisis para todos los Soñadores afectados, así como todas sus vidas se verán negativamente afectadas, especialmente los miembros de la familia.
Como obispo de la diócesis de Jackson, me solidarizo con mis hermanos obispos en todos los Estados Unidos, junto con todos los Soñadores para quienes esta nación es la única patria que conocen. Ustedes han vivido aquí la mayor parte de sus vidas, fueron educados aquí, trabajan aquí, y muchos de ustedes han defendido a nuestra nación en los Servicios Armados, todo lo cual es para decir que han soñado aquí y han estado construyendo una vida para ustedes mismos mientras contribuyen al bienestar de nuestra nación. La diócesis de Jackson se solidariza con ustedes, les da la bienvenida, ora con ustedes y por ustedes, y defenderá una decisión legal justa cuando el Congreso de los Estados Unidos aborde este tema crítico de integridad e identidad nacional. Ustedes son nuestros hermanos y hermanas en el Señor Jesús, miembros de la Iglesia Católica y la familia de Dios, y trabajaremos para mantener su dignidad y el lugar que les corresponde en nuestra nación.
En la paz de Cristo,
Obispo Joseph Kopacz

Santos de noviembre ofrecen luz en días oscuros

Obispo Joseph Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
El mes de noviembre ya ha comenzado con la profundización de la oscuridad al final del día, y, espiritualmente, con las fiestas de Todos Los Santos y los Santos Difuntos que nos recuerdan que la Luz del Mundo siempre brilla en la oscuridad. Mucho más ardientemente en noviembre y principios de diciembre la Iglesia Católica mira más allá de lo visible a lo que es invisible cuando la vida eterna se desarrolla en su plenitud. En última instancia, nuestra ciudadanía está en los cielos, y la vida eterna nos envuelve. Sin embargo, en cada temporada la Iglesia nunca da un paso para dejar vivir el Evangelio con la mente y el corazón de quien vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. De hecho, en noviembre y diciembre con la llegada de las fiestas, la Iglesia junto con muchas otras organizaciones y personas de buena voluntad, aumenta sus esfuerzos para servir a los pobres y marginados y a ser solidarios con todos.
Tenemos algunos maravillosos santos en noviembre que son una lámpara para nuestros pies para caminar con el Señor más fielmente en nuestra generación. San Martín de Porres es uno de estos discípulos del Señor, cuya fiesta es el 3 de noviembre de cada año, que puede inspirar a muchos en nuestro mundo a levantar aquellos atrapados por la oscuridad. Martín nació en Lima, Perú, el 9 de diciembre de 1579.
Él era hijo ilegítimo de un español y una esclava liberada desde Panamá, de ascendencia africana o posiblemente americana nativa. El padre de Martin lo abandonó en su niñez, junto con su madre y su hermana menor, dejando a Martin creciendo en la más profunda pobreza. Después de pasar dos años en la escuela primaria, Martin fue colocado con un peluquero/cirujano donde pudiera aprender a cortar el pelo y aplicar las artes médicas. Mientras crecía Martin experimentó un gran ridículo por ser de raza mezclada. En el Perú, por ley, todos los descendientes de africanos o indios no estaban autorizados a ser miembros de de las órdenes religiosas. No obstante, ni siquiera las penurias implacables y el abandono podría separar Martin del amor de Jesucristo.
Gradualmente su firme compromiso a derramar su vida en las huellas del Maestro superó su cultura y los prejuicios y el racismo de la Iglesia. Hasta el momento de su muerte a los 60 años de edad en 1639, fue elogiado por su atención incondicional a todas las personas, independientemente de la raza o la riqueza. Él tomó el cuidado de todos, desde los nobles españoles hasta los esclavos africanos. A Martin no le importaba si la persona estaba enferma o sucia y les daba la bienvenida en su propia casa. La vida de Martin refleja su gran amor por Dios y por todos los dones de Dios. Esta es la Iglesia en trabajo, como la Madre Teresa, en cada rincón del mundo, el Señor encarnado lavando los pies de sus apóstoles y derramando su vida en la cruz.
En las lecturas bíblicas en la Misa de ayer, San Pablo en la primera carta a los Tesalonicenses, la primera palabra escrita que existe en el Nuevo Testamento, alrededor del año 50 D.C., revela el carisma evangélico que ha transformado la vida de las personas y las culturas por casi 2000 años. “Hermanos y hermanas: fuimos suaves entre vosotros, como una madre que amamanta cuida de sus hijos. Con tal afecto por ustedes, estábamos decididos a compartir con ustedes, no sólo el evangelio de Dios, sino a darnos a nosotros mismos, tan queridos han llegado a nosotros. Ustedes recuerdan, hermanos y hermanas, nuestros esfuerzos y fatigas. Trabajando día y noche para no ser una carga para nadie, les proclamamos el evangelio de Dios.” (1Tes 2, 7b-9)
El testimonio de san Pablo y San Martín, de la Madre Teresa, y de todos los santos, católicos y no católicos, canonizados o no, es la levadura del servicio amoroso en nuestra Iglesia y en nuestro mundo que superará el odio y la violencia, la codicia y la lujuria que continúan envenenando el alma de nuestra nación y el mundo. Con un mayor sentido de urgencia ante la invasión de la oscuridad, en la naturaleza y en las manos de aquellos impulsados por el mal, y junto con las innumerables oportunidades de generosidad y solidaridad que nos atraen en el tiempo futuro, que podamos escuchar la llamada del Señor a vivir el evangelio y a valorar las cosas que realmente son importantes.