Los antiguos santos ofrecen orientación, esperanza durante las pruebas modernas

Obispo Joseph R. Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
De muchas y variadas formas, invocamos las intercesiones de los santos en nuestra oración, con una devoción singular a través de María, la madre de nuestro Señor Jesucristo.
A principios de esta semana publicamos los nombres de sacerdotes, hermanos religiosos y diáconos que fueron acusados creíblemente de abuso sexual de menores. Al mismo tiempo, tres santos especiales, faros de esperanza para nuestros tiempos difíciles, convergieron en nuestro calendario litúrgico: San Patricio (17 de marzo), San Cirilo de Jerusalén (18 de marzo) y San José (19 de marzo).
San José es el santo patrón de la Iglesia Universal debido a su singular vocación en el plan de salvación de Dios como el esposo de María y el padre adoptivo de Jesús. San Juan Pablo II, hace casi 30 años, el 15 de agosto de 1989, bendijo a la iglesia universal en su Exhortación apostólica, Redemptoris Custos, un documento sobre San José como el Guardián del Redentor.
Elegimos su fiesta, el 19 de marzo, para divulgar los nombres de los clérigos acusados creíblemente del abuso sexual de menores con la intención especial de que este guardián del Redentor y patrón de la Iglesia Universal pueda renovarnos en nuestro cuidado por los miembros de la Iglesia, la familia de Dios, el Cuerpo de Cristo.
En las palabras y pensamiento de san Juan Pablo II leemos. “San José fue llamado por Dios para servir a la persona y la misión de Jesús directamente a través del ejercicio de su paternidad. Es precisamente de esta manera que, como enseña la liturgia de la Iglesia, cooperó en la plenitud del tiempo en el gran misterio de la salvación y es verdaderamente un ‘ministro de la salvación’. Su paternidad se expresa concretamente en haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio al misterio de la Encarnación y a la misión redentora relacionada con él”.
Debajo de esta luz, oramos para que todos los ordenados para el servicio en la iglesia puedan dedicar sus vidas como un sacrificio al misterio de la Encarnación, la Palabra hecha carne, el Redentor. San José, ora pro nobis.
El 18 de marzo celebramos la fiesta de San Cirilo de Jerusalén, no muy conocida en la corte celestial canonizada, pero a quien la tradición conoce como un gran evangelizador y catequista. Le confiamos a todos los catecúmenos y candidatos que buscan estar en plena comunión con la Iglesia Católica.
En el primer domingo de Cuaresma en todo el mundo católico, la Iglesia Universal en el Rito de la Elección convocó por nombre a aquellos que se encuentran en este viaje hacia la plena comunión en la Vigilia Pascual.
La alegría y la esperanza resonaron en toda la iglesia de San Francisco de Asís en Madison hace dos semanas cuando se proclamaron los nombres de los elegidos y los candidatos. Por otro lado, a principios de esta semana publicamos los nombres de todos los clérigos acusados de manera creíble que prestaron servicios en la Diócesis de Jackson desde 1924.
Por supuesto, esta lista evoca una serie de sentimientos negativos en su mayor parte. Sin embargo, no exclusivamente, porque muchos experimentan una sensación de alivio y oran para que comience un nuevo día que permitirá a la Iglesia avanzar en la verdad y la esperanza.
Esta no es una acción punitiva por parte de la Iglesia contra aquellos que han ofendido. Más bien, la declaración pública se hace por el bien de la transparencia, el restablecimiento de la confianza y especialmente para la curación de las víctimas, sus familias y la iglesia. San Cirilo de Jerusalén, ora pro nobis.
El 17 de marzo, la Iglesia Universal no pudo celebrar la fiesta de San Patricio porque aterrizó el segundo domingo de Cuaresma. (Sin embargo, para el desfile y los devotos de la fiesta, el sábado 16 estuvo bien.) Todos los alborotos y las festividades, una excelente manera de marcar la transición del invierno a la primavera en el hemisferio norte, pueden eclipsar fácilmente a los asombrosos espirituales y terrenales. Logros vinculados de este gran santo.
No hay suficiente espacio en un periódico, y mucho menos en una columna para registrarlos todos, pero uno en particular es sobresaliente, ya que la Iglesia Católica se esfuerza por reconciliar las heridas y superar el escándalo de los problemas de abuso sexual.
Durante la vida de San Patricio, la era cristiana naciente en Irlanda erradicó el comercio bárbaro de la trata de personas de los celtas paganos. Desarrollaron el mismo sistema de destrucción humana que impulsó el comercio de esclavos de África, que ahora se presenta en el Museo de Derechos Civiles de Mississippi.
La Iglesia, especialmente en las últimas décadas, se ha comprometido a erradicar el flagelo del abuso sexual, y hasta la fecha la marea está cambiando. Con San Patricio como nuestra guía, podemos redoblar nuestros esfuerzos para erradicar el pecado bárbaro del abuso sexual.
San Patricio, ora, pro nobis.
Aunque los lamentos marcan todos los rincones de esta edición del periódico Mississippi Catholic, las semillas de la verdad, la compasión, la justicia y la sanación ya están plantadas y traen una nueva primavera a toda nuestra diócesis.
Que el llamado del Señor para la conversión no caiga en oídos sordos durante este tiempo de Cuaresma, ahora y siempre.

Conversión: Nada es imposible para Dios

Obispo Joseph R. Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
La demanda de conversión resuena en esta Cuaresma, por toda la Iglesia Católica, a medida que profundizamos aún más para desarraigar el mal del abuso sexual infantil y su demonio acompañante, el abuso de poder por parte de los líderes de la Iglesia. Aunque la conversión o metanoia pueden ser dolorosamente lentas, ya sea en la vida de un individuo o en una institución, la verdad y la demanda de justicia y misericordia nos obligan en este momento histórico a saber que nada es imposible para Dios (Lucas 1,37).
La Buena Nueva de Jesucristo no puede ser un faro de esperanza para el mundo a menos que la luz del Evangelio transforme a la Iglesia.
Durante esta Cuaresma, siempre doy gracias a todos los que tienen un profundo amor por la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, y que quieren ver una temporada de refrigerio pero que entienden que, de acuerdo a las palabras de Dietrich Bonhoeffer, esto no es una cuestión de gracia barata. San Pedro en la proclamación del Kerygma en el primer Pentecostés señaló el camino para cada generación. “Por eso, vuélvanse ustedes a Dios y conviértanse, para que Él les borre sus pecados” (Hechos 3,19)).
Nunca nos cansemos de acompañar a quienes soportan la carga injusta de abuso sexual, que se experimentó especialmente en comunidades de nuestra Iglesia, sino también en fomentar la esperanza y la sanación de quienes padecen este flagelo donde quiera que se origine.
El Miércoles de Ceniza fuimos marcados con las cenizas del arrepentimient para el camino de la oración, el ayuno y la limosna. Estos tres pilares de la Palabra de Dios y la Eucaristía, cuerpo y sangre del Señor derramada por nosotros, son las lámparas para guiar nuestros pies durante la temporada sagrada de Cuaresma, pero verdaderamente, para cada estación, de cada año, como forma de vida.
Es fácil compartimentar estos fundamentos de nuestra fe, con una comida ligera el viernes, una oración rápida por la mañana o un cheque indoloro en domingo. Agradezcamos a Dios por esos momentos de gran avance en nuestras vidas, que nos ponen de rodillas, que crean hambre profunda y nos obligan a confiar en la generosidad de los demás.
Cuando viajé recientemente a la India durante dos semanas, había signos evidentes de pobreza y desesperación, como pueden imaginar, así como de la dedicación evangélica desinteresada de los discípulos ordenados, religiosos profesos y laicos.
En el sur de la India, uno de los sacerdotes todavía recordaba las consecuencias inmediatas de las graves inundaciones del año pasado. Ricos y pobres fueron expulsados de sus hogares y obligados a encontrar todos juntos una vivienda temporal. Algunos de los ricos se avergonzaron de esta repentina privación y se escondían detrás de las pantallas para la distribución diaria del pan con la esperanza de pasar desapercibidos. Gradualmente, salieron del aislamiento y hoy son algunos de los benefactores más grandes en el ministerio de servir a los abandonados. A menudo, se necesita una crisis para desencadenar una experiencia más profunda que la de nuestra humanidad común, fácilmente oculta bajo una apariencia en los estratos sociales.
Cada uno de nosotros tiene pasajes favoritos de las escrituras que nos pueden mantener en el camino durante el maratón espiritual que tenemos por delante. Dos versículos en particular hablan tanto de mi corazón como del corazón de la Iglesia en nuestros días. San Pablo nos alienta en nuestra disciplina de Cuaresma como él alentó a Timoteo. “Porque Dios no nos dio un espíritu de cobardía, sino de poder, amor y autocontrol. Así que no te avergüences de tu testimonio ante nuestro Señor”. (2 Timoteo 1,7-8)
Cada uno de nosotros, como individuos y familias, podemos aplicar los tres pilares: la oración, el ayuno y la limosna y poner en práctica las palabras de San Pablo. Además, como Iglesia, con San Pablo, sabemos que estamos al servicio del Reino de Dios en este mundo. “No den, pues, lugar a que se hable mal de ese bien que ustedes tienen. Porque el Reino de Dios no es una cuestión de comer o beber determinadas cosas, sino de vivir en justicia, paz y alegría por medio del Espíritu Santo. El que de esta manera sirve a Cristo, agrada a Dios y es aprobado por los hombres. Entonces, busquemos lo que nos lleva a la paz y a edificarnos unos a otros” (Romanos 14, 16-19). Con este espíritu podemos reconstruir la casa de Dios, la Iglesia, en medio de la crisis, y por todas las razones piadosas para eliminar la ceguera del pecado. Termino con las palabras del Papa Francisco de su mensaje de Cuaresma en 2017.
“Queridos amigos, la Cuaresma es el momento propicio para renovar nuestro encuentro con Cristo, vivir en su palabra, en los sacramentos y en nuestro prójimo. El Señor, que superó los engaños del tentador durante los cuarenta días en el desierto, nos muestra el camino que debemos tomar. Que el Espíritu Santo nos guíe en un verdadero viaje de conversión, para que podamos redescubrir el don de la palabra de Dios, purificarnos del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en nuestros hermanos y hermanas necesitados. Aliento a todos los fieles a expresar esta renovación espiritual también compartiendo las Campañas de Cuaresma promovidas por muchas organizaciones de la Iglesia en diferentes partes del mundo, y así favorecer la cultura de encuentro en nuestra única familia humana. Oremos los unos por los otros para que, al compartir la victoria de Cristo, podamos abrir nuestras puertas a los débiles y pobres. Entonces podremos experimentar y compartir al máximo la alegría de la Pascua”

Quinto Aniversario

Obispo Joseph R. Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
El 6 de febrero, a principios de esta semana, recapitulé silenciosamente el quinto aniversario de mi ordenación e instalación como el onceavo Obispo de la Diócesis de Jackson.
Como sabemos, algunos días no tienen fin, pero una década puede pasar en un abrir y cerrar de ojos, (1Cor 15). Para mí, los últimos cinco años son oficialmente historia, por haberse movido a la velocidad de una lanzadera de telar, (Job 7,6). Muchos eventos y memorias se destacan vívidamente; algunos deben recuperarse revisando el calendario de un i-Phone; otros resurgen cuando vuelvo a visitar escuelas y parroquias, y otros cuando alguien, en una conversación, me recuerda un evento o encuentro.
Digo todo esto para indicar que el Señor me ha bendecido abundantemente a través del ministerio episcopal que tan generosamente me fue otorgado hace cinco años.
Incluso, los problemas actuales no suprimen la belleza, la verdad y la bondad que han surgido de nuestra renovadas Misión y Visión. Cada día tenemos la oportunidad de proclamar el Evangelio por la forma en que vivimos nuestras vidas para que todos puedan experimentar al Señor crucificado y resucitado.
El atractivo diseño de nuestra Visión diocesana me recuerda, dondequiera que esté en la diócesis, acerca de nuestras prioridades de inspirar a los discípulos, servir a los demás y abrazar la diversidad, así como se mostró en nuestra recién Conferencia Diocesana para Jóvenes. La Visión se ha adoptado y aplicado de manera creativa en toda la diócesis a través de la aplicación de nuestras prioridades pastorales, especialmente para invitar y reconciliar a las comunidades y para enseñar nuestra fe católica, de muchas y variadas formas, al ser buenos escribas en el Reino de los Cielos.
Recordamos las palabras de Jesús en el Evangelio de Mateo: “Cuando un maestro de la ley se instruye acerca del reino de los cielos, se parece al dueño de una casa, que de lo que tiene guardado sabe sacar cosas nuevas y cosas viejas”. (Mt 13,52) Podemos pensar en todos los canales de comunicación y evangelización al alcance de la mano, lo que es nuevo, así como las ya probadas formas de testificar, encontrar y acompañar.
Nuestra primera prioridad pastoral de invitar y reconciliar a las comunidades reconoce el llamado fundamental del Señor a arrepentirse y reconstruir la vida y la Iglesia acorde a las demandas del Evangelio. Esta llamada es siempre antigua y siempre nueva, y debe aplicarse vigorosamente al sufrimiento por la crisis de abuso sexual y al definido trastorno financiero en nuestra diócesis.
Crucificados con el Señor podemos resucitar con Él a una nueva vida.
El 6 de febrero, mi aniversario (que por cierto también es el cumpleaños de mi padre), tomé el largo vuelo a la India para mi primera visita pastoral a la tierra que nos está bendiciendo con sacerdotes dedicados y discípulos misioneros.
Ir cada año a Saltillo, México a nuestra misión de 50 años puede ser un reto, pero el subcontinente de la India será para mí navegar aguas desconocidas. Voy con mi guía de confianza, el Padre Albeen Vatti, pastor de San Francisco en Madison, de la Diócesis de Warangal, donde pasaremos un tiempo con el Obispo Bala, visitando entornos pastorales, así como con algunas familias de los sacerdotes que están sirviendo actualmente en la Diócesis de Jackson.
Desde allí, viajaremos a otros estados de la India para cumplir con visitas pastorales y a lo largo del camino, ver innumerables puntos de interés. La cultura y el modo de vida de esta nación densamente poblada me ofrecerán una experiencia cercana y personal en cada curva del camino. Espero con interés esta oportunidad para visitar la tierra donde el Apóstol Santo Tomás plantó las semillas del Evangelio.
Al hacer una breve pausa para reflexionar sobre este hito de 5 años en mi vida, aunque habrán 18 horas de vuelo a la India para hacer una reflexión considerable, estoy profundamente agradecido a tantos colegas de trabajo en la viña del Señor que sirven en toda la Diócesis, incluyendo ordenados, religiosos y religiosas y laicos, hombres y mujeres, que han respondido como discípulos a las demandas del Evangelio.
Por ejemplo, más de 500 personas asistieron al Día de Desarrollo Diocesano para Profesionales el pasado lunes, dirigido por Monica Applewhite, una líder en el campo de la prevención del abuso.
La cantidad suena como un número bíblico de discípulos a quienes el Señor ha parecido reunir en un solo lugar. (1Cor 15,6). Este evento es simplemente una muestra de los innumerables compañeros de trabajo que en nuestra diócesis están ocupados con los diseños del Señor y la mera mención de todos ellos superaría con creces el espacio disponible en esta edición del periódico Mississippi Catholic.
La belleza de la oración es que se extiende desde un extremo de la tierra hasta el otro y perfora los cielos.
Durante las dos semanas que estaré en la India recordaré, cada día en el altar, a todos ustedes y especialmente a las necesidades de nuestra Diócesis.
Sé que su oración también se extenderá a lo largo de kilómetros pidiendo las bendiciones del Señor en esta extraordinaria visita pastoral mientras los represento ante el pueblo de la India.

Open Wide Our Hearts – El perdurable llamado al amor: una carta pastoral contra el racismo

Obispo Joseph R. Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
Durante la Conferencia de Obispos de noviembre pasado, un momento culminante fue presentar la Causa de Canonización de la Hna. Thea. Después fué la abrumadora aprobación de la nueva Carta Pastoral contra el Racismo “Open Wide Our Hearts—The Enduring Call to Love”(Abiertos de par en par nuestros corazones – La continua llamada del amor”, por su traducción al español), debido al racismo en nuestra nación contra los nativos americanos y los afroamericanos en particular, pero también el prejuicio, profundamente arraigado, contra muchas poblaciones inmigrantes desde los primeros días de nuestra nación, cada generación de estadounidenses es desafiada a trabajar por la libertad y la justicia para todos.
Una forma preeminente de superar el legado de la división racial y el racismo que la sustenta es a través de la educación. Al celebrar a las Escuelas Católicas, reconocemos con orgullo que la Diócesis Católica de Jackson, a través de nuestras escuelas, ha sacado a muchos de la desesperanza de la pobreza y el analfabetismo.
Las Hijas de la Caridad, por invitación del obispo John Joseph Chanche, primer obispo de la entonces diócesis de Natchez, llegaron en 1847 como discípulas misioneras para comenzar el legado de la educación de la Escuela Católica en Mississippi. El gran mandamiento de Jesucristo de “ir y enseñar a todas las naciones, hacer discípulos y bautizarlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” fue la vitalidad amorosa de su misión. Entre sus alumnos se encontraban los hijos de esclavos.
Los tres pilares de nuestra visión diocesana para abarcar la diversidad, servir a los demás, inspirar a los discípulos han sido piedras vivas en nuestras comunidades de las Escuelas Católicas durante los últimos 172 años, evidentes en las muchas ramas de la población europea y afroamericana. Recuerdese que la Hna. Thea se dió cuenta de su potencial dado por Dios a través de la dedicación de las Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua.
Este Sierva de Dios continúa inspirando, a través de su Causa de Canonización, dispersa a lo largo y ancho de su santidad apasionada y su hambre y sed de justicia e inclusión para su gente y para todas las poblaciones marginadas. El orgulloso legado de la educación de la Escuela Católica continúa hoy, y actualmente se está realizando un esfuerzo considerable para reclutar a estudiantes dentro de nuestros católicos hispanos.
Mientras la Iglesia en los Estados Unidos estudia y pone en acción “Open Wide Our Hearts — The Enduring Call to Love”, lo hacemos a la luz de las tragedias y los triunfos en Mississippi y en todo nuestro país.
El Museo de los Derechos Civiles en Jackson, que tiene poco más de un año, conserva la realidad del odio, la violencia y el racismo durante la Era de los Derechos Civiles. También reconoce y aprecia los sacrificios y el compromiso de personas de todas las razas y orígenes para lograr la promesa de libertad y justicia de todos en nuestro país. Finalmente, se sienta como un baluarte que anuncia a todos que los ciudadanos de Mississippi permanecerán indiferentes en la lucha por la justicia racial para todos los pueblos.
Sin embargo, una vez más, hoy en día, las fallas de la división racial, étnica y seccional y la desconfianza han fracturado el discurso civil y la acción social constructiva. “Open Our Hearts — The Enduring Call to Love” desafía a los católicos, a todos los cristianos y ciudadanos a alejarse intencionalmente del vitriolo que ha levantado su feo rostro, en los principales medios de comunicación, en las redes sociales y en nuestros hogares, para reconocer y trabajar contra los demonios del racismo y el prejuicio.
A través del estudio, la reflexión y el diálogo debemos reconciliar la brutalidad del genocidio cercano que abrumó a nuestras poblaciones de nativos americanos, la inhumanidad de la esclavitud, que consideraba a hombres como propiedad, que diezmó a la población afroamericana y a los prejuicios e injusticias que han afectado a muchos grupos étnicos, en particular a la población latina en nuestros días.
No somos llamados como cristianos a revolcarnos en la vergüenza de nuestra historia pecaminosa, sino a reconciliarla en un nivel mucho más profundo para que podamos avanzar como una nación, más libre y más unida, verdaderamente e pluribus unum. “Por lo tanto, no podemos ver el progreso contra el racismo en las últimas décadas y concluir que nuestra situación actual cumple con el estándar de justicia. De hecho, Dios exige lo que es correcto y justo “. (Pastoral contra el racismo)
“Open Our Hearts” pregunta, “¿cómo podemos superar el mal de rechazar la humanidad de un hermano o hermana, el mismo mal que provocó el pecado de Caín contra su hermano Abel? ¿Cuáles son los pasos necesarios que llevaran a esa conversión? ” Los obispos señalan las palabras perdurables del profeta Miqueas. “El señor ya te ha dicho, oh hombre, en qué consiste lo bueno y qué es lo que El espera de ti: que hagas justicia, que seas fiel y leal y que obedezcas humildemente a tu Dios. (Mi 6,8)
Para los católicos, la conversión genuina requiere que vivamos según el mandamiento más grande que enseñó Jesucristo. “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente y….. ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 37-39) “Cuando comenzamos a separar a las personas en nuestros pensamientos por razones injustas, cuando comenzamos a ver a algunas personas como “ellas” y otras como “nosotros” que no amamos. El mandato de amar requiere que hagamos espacio para otros en nuestros corazones “. (Pastoral contra Racismo)
Con pasión y elocuencia, los obispos invocan nuestro compromiso con la Vida para combatir el racismo. “La injusticia y el daño que el racismo causa son un ataque a la vida humana. La Iglesia en los Estados Unidos ha hablado sistemáticamente y con fuerza en contra del aborto, el suicidio asistido, la eutanasia, la pena de muerte y otras formas de violencia que amenazan la vida humana. No es un secreto que estos ataques a la vida humana han afectado gravemente a las minorias, que se ven afectadas de manera desproporcionada por la pobreza, que han sido blanco del aborto, tienen menos acceso a la atención médica, tienen el mayor número de personas en el corredor de la muerte y tienen más probabilidades de sentir presión para acabar con sus vidas ante una grave enfermedad.
Como obispos, afirmamos inequívocamente que el racismo es un problema de vida”. Finalmente, como pueblo de esperanza en Jesucristo, demos gracias a todos los que trabajan para crear comunidades de vida, justicia y paz, a través de la educación, el servicio, el empoderamiento y la defensa en muchos frentes, porque sus esfuerzos dan frutos que durarán. Hermanos y hermanas, “Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes. Hagan todo con amor.” (1Cor 16, 13-14)

¿Qué deberíamos hacer ahora? Enero ofrece oportunidades de renovación.

Obispo Joseph R. Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
El pasado fin de semana, la Iglesia Católica de todo el mundo, celebró la culminación de la temporada navideña con el Bautismo del Señor Jesús, la manifestación del hijo amado de Dios en las aguas del río Jordán a Israel inicialmente y, en breve, a todas las naciones.
Hace casi un año viajé a las Tierras Santas con los Caballeros y Damas de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro; la renovación de los votos de bautismo en el Jordán es fundamental en la peregrinación a los lugares santos.
Cristianos de todos los rincones de la tierra y de todas las ramas del cristianismo llegan a la curva del río Jordán, donde la tradición sostiene que el Señor Jesús comenzó su ministerio público bajo la mirada de Dios Padre y la gracia del Espíritu Santo. Recuérdese que Juan el Bautista predicó en el desierto y la gente dejó sus hogares y comodidad para recibir de él un Bautismo de Arrepentimiento. Esta región de la Tierra Santa era un terreno árido hace 2000 años y sigue siéndolo hoy. Después de salir del agua, el Espíritu de Dios llevó a Jesús a lo más profundo de este desierto durante 40 días y noches para ayunar, orar y ser tentado. Cuando terminó, abrazó su misión de salvación culminando con su muerte y resurrección.
Tomando prestada la metáfora de la fiesta de la Epifanía del fin de semana pasado, la misma estrella de fe, que guio a los Magos, es la que atrae a peregrinos al amado Hijo de Dios para entregar la vida ante él, en el río Jordán. El Catecismo de la Iglesia Católica (CCC 628) ofrece esta enseñanza sobre el bautismo bajo el subtítulo “Enterrado con Cristo …” El bautismo, cuyo signo original y completo es la inmersión, significa eficazmente el descenso a la tumba, por parte del cristiano que muere al pecado con Cristo, para vivir una nueva vida. “Pues por el bautismo fuimos sepultados con Cristo, y morimos para ser resucitados y vivir una vida nueva, así como Cristo fue resucitado por el glorioso poder del Padre” (Romanos 6,4)
¿Cuál es la novedad de esta vida?
Cuando la gente se acercó a Juan el Bautista en el río Jordán, comprendieron que al igual que el agua que seguramente se evaporaría en el calor del desierto, sus actitudes y comportamientos pecaminosos también deberían desaparecer.
Y ahí, le preguntaron a Juan: “¿Qué debemos hacer, entonces?” Juan les dio directivas que eran específicas para sus estados en la vida: Si tiene excedentes de ropa o comida, sea generoso con los necesitados. A los cobradores de impuestos, les gritó- no engañen a la gente, no exijan más allá de lo que se ha determinado. Él ordenó a los soldados que no intimiden ni extorsionen a los lugareños. (Lucas 3, 10-14)
Del mismo modo, debido a nuestro bautismo en la muerte y resurrección de Jesucristo, es inevitable que hagamos la pregunta regularmente, ¿qué debemos hacer y cómo caminar en la nueva vida? Pero como Jesús, nuestra identidad precede a nuestros hechos.
Somos los hijos amados de Dios, salvados por la sangre del Cordero de Dios y ungidos en el Espíritu Santo. Debido a esta relación, tenemos la tarea de construir el Reino de Dios. En la carta a los Efesios, a nosotros, como en muchos pasajes de las Escrituras, se nos muestra nuestra identidad y se nos dan las órdenes de marcha. “Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe…, no es resultado de las propias acciones…, pues es Dios quien nos ha hecho; él nos ha creado en Cristo Jesús para que hagamos buenas obras, según él lo había dispuesto de antemano.” (Efesios 2, 8-10).
Entonces, ¿qué vamos a hacer?
En términos relativos, en el mes de enero hay formas convincentes de servir en el nombre del Señor. Las actividades Pro-Vida en nombre de los no nacidos, el peregrinaje anual a Washington, DC, novenas, vigilias e innumerables servicios de oración abundan en toda la nación en cada diócesis. ¿Han hecho, estos esfuerzos y más, una diferencia en los últimos 46 años desde Roe vs. Wade? En el nivel de base donde más importa, hay muchos menos abortos cada año que durante los años pico de décadas atrás. Hay muchos más centros alrededor de las naciones que reconocen la dignidad inalienable de la vida en el útero que los que destruyen la obra de Dios.
Cuando el actor Jim Caviezel vino en el pasado septiembre, una de sus visitas fue a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales en el Hospital de Saint Dominic, donde asistimos a las unidades de soporte vital de dos gemelos prematuros que nacieron a las 23 semanas. El Sr. Caviezel expresó el asombro de todos los asistentes cuando dijo: “Esto es como mirar el rostro de Dios”. Aunque la Iglesia católica está agobiada por el escándalo en este momento, no renunciará a nuestra voz profética en nombre de los no nacidos.
¿Qué más está pasando en enero?
Ahora estamos al final de la celebración anual de la Semana Nacional de la Migración, y gracias a Dios por las muchas personas que en nuestra diócesis “reciben al extranjero” entre nosotros. La fiesta de la Epifanía celebra el nacimiento del Señor como una luz para las naciones, ya sea que permanezcan en casa o viajen a lo largo y ancho.
¿Qué vamos a hacer?
La conmemoración anual del Dr. Martin Luther King, Jr., un preciado día festivo nacional, nos obliga a no renunciar a nuestros esfuerzos por construir una sociedad de mayor justicia y paz para todas las razas y grupos étnicos en estos Estados Unidos. Hna. Thea Bowman, Sierva de Dios, ruega por nosotros.
¿Qué más vamos a hacer?
Pudiéramos fortalecer nuestro compromiso en nombre de todas las víctimas de abuso sexual en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad, restaurando su dignidad como hijos amados de Dios Padre.
Que nuestra pasión en nombre de la vida, la justicia y la paz en todas las áreas se derive de nuestra convicción de que somos hijos amados de Dios, salvados en la sangre del Cordero y ungidos por el Espíritu Santo “para que hagamos buenas obras, según Dios lo ha dispuesto de anteman

Adviento ya está aquí y trae fe y justicia

Obispo Joseph R. Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
Los ujieres del Adviento anuncian el comienzo de un nuevo año de la Iglesia y llaman a los discípulos del Señor a preparar su camino para la venida del Reino, uno de justicia y paz y la alegría del Espíritu Santo, (Romanos). La fe en el Único que Dios envió, el camino a la vida, porque fe es “plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos”, (Hebreos, 11,1).
La Palabra de Dios en Adviento trata sobre el llamado a la santidad y la vida justa para los individuos, pero también exige la eliminación de estructuras y realidades pecaminosas en medio de nosotros que son obstáculos para el Reino de Dios en la tierra.
Juan el Bautista representa a cada generación de profetas en anticipación al Mesías que tuvo esta visión, porque él es la voz de uno que grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor, ábranle un camino recto. Todo valle será rellenado, todo cerro y colina será nivelado, los caminos torcidos serán enderezados, y allanados los caminos disparejos. Todo el mundo verá la salvación que Dios envía”, (Lucas 3,5-6).
En el segundo domingo de Adviento estas palabras de Isaías son abrazadas por Juan el Bautista, al señalar al tan esperado Mesías, el Cordero de Dios, que reunirá a todas las naciones en la paz del Reino de Dios.
Sin embargo, no puede haber una paz duradera sin justicia, y las palabras de los cuatro profetas de Israel presentadas durante el Adviento lo dejan muy claro. En el segundo domingo de Adviento, el profeta Baruc, proclama implacablemente a viva voz: “Jerusalén, quítate la túnica del luto y la miseria; vístete de gala con el esplendor de la gloria de Dios para siempre, envuelto en el manto de la justicia de Dios … Dios está guiando a Israel con alegría por la luz de su gloria, con su misericordia y justicia por compañía. “(Baruch 5,1-2, 8 -9)
Este es mi anhelo y esperanza para la Diócesis de Jackson y especialmente para las comunidades parroquiales de Saint Joseph en Starkville y Corpus Christi en Macon. Que el Señor Jesús expulse las nubes de luto y miseria y nos guíe a la luz de su gloria con misericordia y justicia por compañía. Qué gran regalo será este para todos los que buscamos preparar su camino en nuestras vidas.
El primer domingo de Adviento, la semana pasada, colocamos en los boletines parroquiales de San José y Corpus Christi un llamado que pide por una justicia restaurativa y reconciliación para todos los que sufren en estas comunidades parroquiales. La justicia requiere que a todos los que sinceramente donaron a las causas de salud y / o misión del Padre Lenin Vargas, causas que durante varios años hizo sin la supervisión diocesana, se les debe ofrecer la oportunidad de una restauración financiera y material. Esto está en marcha. Sin embargo, solo la fuerza que viene de Dios puede remediar el profundo sentimiento de luto y desdicha que pesa sobre los corazones, las mentes y las almas de muchos de los fieles, monetariamente afectados o no.
Oramos para que la temporada de Adviento sea un tiempo de reconciliación y renovación. Hemos programado un servicio de Reconciliación en Saint Joseph, para las dos comunidades parroquiales, el miércoles 19 de diciembre para orar que la gracia salvadora de Dios nivele las montañas de luto y llene los valles vacíos que abruman actualmente a nuestros corazones.
La esperanza y la alegría de la Navidad están arraigadas en la convicción de que nada es imposible para nuestro Dios que viene a salvarnos y oro, junto con muchos otros de buena voluntad, que las semillas de la sanación y la nueva vida ya están echando raíces porque el Señor está cerca, en cada rincón de nuestras mentes y corazones y en cada rincón de la Diócesis de Jackson.
Maranatha, ven, Señor Jesús.

Los obispos aprueban abrumadoramente pastoral contra el racismo

Por Mark Pattison
BALTIMORE (CNS) – Los obispos de Estados Unidos aprobaron abrumadoramente una carta pastoral contra el racismo, el 14 de noviembre durante su reunión general de otoño en Baltimore. El documento” Abrir nuestros corazones: La llamada perdurable del Amor ”( “Open Wide Our Hearts: The Enduring Call to Love”, por su nombre en inglés) se aprobó 241-3 con una abstención. Se requirió un voto de dos tercios por todos los obispos, o 183 votos, para su aprobación.
“A pesar de muchos avances prometedores en nuestro país, el feo cáncer del racismo aún afecta a nuestra nación”, dice la carta pastoral. “Los actos racistas son pecaminosos porque violan la justicia, revelan una falta de reconocimiento de la dignidad humana de las personas ofendidas, al no reconocerlos como los vecinos que Cristo nos llama a amar”, agrega. Los obispos que hablaron sobre la pastoral dieron su claro consentimiento al mensaje de la carta.
“Esta declaración es muy importante y oportuna”, dijo el Obispo John E. Stowe de Lexington, Kentucky. “Este será un documento excelente y fructífero para el debate”, dijo el obispo Barry C. Knestout, de Richmond, Virginia, en cuya diócesis se llevó a cabo la manifestación “Unite the Right” cargada de violencia el año pasado.
El obispo Robert J. Baker de Birmingham, Alabama, dijo que el mensaje de la pastoral es necesario, ya que el movimiento de derechos civiles “comenzó hace 60 años y todavía estamos trabajando para lograr sus objetivos”.
El arzobispo Joseph F. Naumann de Kansas City, dijo que estaba agradecido por la declaración de la pastoral porque “un ataque contra la dignidad de la persona humana es un ataque a la dignidad de la vida misma”.
El obispo Thomas J. Olmsted, de Phoenix, dijo que la carta será bienvenida entre los nativos americanos, los afroamericanos y para los hispanos en Arizona, que representan el 80 por ciento de todos los católicos diocesanos menores de 20 años, “…Esto es muy importante para que nuestra gente y nuestra juventud conozca la historia del racismo”, agregó.
El obispo Shelton T. Fabre, de Houma-Thibodaux, Louisiana, presidente del Comité de los obispos de Estados Unidos contra el racismo, (Ad Hoc Committee Against Racism, por su nombre en inglés), dijo que una copia electrónica de “Open Wide Our Hearts” se publicaría “de forma inmediata”, alrededor del Día de Acción de Gracias. “‘Open Wide Our Hearts’ expresa la grave preocupación de los obispos por el aumento de las actitudes racistas en la sociedad”, dijo el obispo Fabre.

Presentación a la USCCB de la causa de canonización para la hermana Thea Bowman, F.S.P.A., Ph.D. 1937-1990

Obispo Joseph R. Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
Todos compartimos la alegría de este momento presentando la causa de canonización de la hermana Thea Bowman, hermana Franciscana de la Adoración Perpetua, de Canton, Mississippi. Con una sola mente y un solo corazón, los fieles dentro y mucho más allá de la Diócesis de Jackson han pedido que se emprenda la causa de la Hna. Thea.
Me gustaría concentrar en sus últimos seis años. En 1984, la hermana Thea, hija única, sufrió la muerte de sus queridos padres, el Dr. Theon y Mary, y ese mismo año a ella le diagnosticaron cáncer. Con la presión de la mortalidad, y comprendiendo la gravedad de su enfermedad, proclamó valientemente que “viviría hasta que muriera”. De hecho, así lo hizo, viajando, evangelizando, enseñando, cantando e inspirando hasta el final.
Del mismo modo, en 1984, esta Conferencia emitió una carta pastoral sobre la evangelización: “Lo que hemos visto y oído” , una obra de amor de los obispos afroamericanos de la época. Esta carta se emitió cinco antes de la célebre presentación de la hermana Thea ante esta Conferencia, en junio de 1989, en la Universidad Seton Hall. Su testimonio, en palabras y canción, testificaron de su santidad llena de alegría, incluso mientras abrazaba la cruz de la enfermedad terminal. ¿Cuántos obispos de los hoy presentes estuvieron ese día de junio de 1989?
Los Obispos, en la carta “Lo que hemos visto y oído”, dieron las gracias a los primeros misioneros que plantaron la semilla del Evangelio en las familias y comunidades afroamericanas. En su discurso a los obispos, la hermana Thea ofreció su gratitud a los discípulos misioneros en su vida- “Los cristianos católicos llegaron a mi comunidad y nos ayudaron con la educación, nos ayudaron con el cuidado de la salud, nos ayudaron a encontrar respeto propio y a reconocer nuestras capacidades cuando el mundo nos dijo durante tanto tiempo que no éramos nada y no llegaríamos a nada. Yo quería ser parte de ese esfuerzo. Eso es cristianismo radical, eso es catolicismo radical”. A lo largo de su vida, el regalo que recibió, ella lo repartió hasta su último aliento.
“Lo que hemos visto y oído” manifestó conmovedoramente lo que el don de la reconciliación, arraigado en el sufrimiento, la liberación y la justicia, de la experiencia afroamericana podía ofrecer a la Iglesia, a la nación y al mundo. Los obispos escribieron: “Un pueblo debe salvaguardar su propia identidad cultural y sus propios valores culturales. Asimismo, debe respetar los valores culturales de los demás. Sobre esta base se puede erigir un auténtico amor cristiano, “porque los que una vez estuvieron lejos, se han acercado. Porque él es nuestra paz, el que hizo las dos cosas y derribó el muro divisorio de la enemistad, a través de su carne’-(Efesios 2, 13-14).”
Como embajadora de Jesucristo y ministro de reconciliación, la Hermana Thea ofrecio su vida, incansablemente, por esta visión del Evangelio, y es verdaderamente la esencia de su santidad. Con elocuencia bíblica declaró- “Nos unimos a la obra redentora de Cristo, cuando nos reconciliamos, cuando hacemos la paz, cuando compartimos la buena noticia de Dios presente en nuestras vidas, cuando reflexionamos con nuestros hermanos y hermanas la sanidad de Dios, el perdón de Dios, el amor incondicional de Dios”.
Este es el poder del Evangelio que se necesita con tanta urgencia en la Iglesia y en la sociedad actual.
La Iglesia abrazó a la Hna. Thea desde sus primeros años, pero hubo momentos en que se sintió profundamente como una niña sin madre. Ella desafió a los obispos a proporcionar un espacio en la mesa para la colaboración y el liderazgo de todos los hijos de Dios. Hoy, somos muy conscientes que las víctimas de abuso sexual viven en ese oscuro vacío, de personas sin hogar en el Cuerpo de Cristo, y oramos para que el testimonio de la hermana Thea sea un faro de esperanza para todas las víctimas y sus familias. Existe la urgencia de que la santidad de la hermana Thea sea una levadura en el pan de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad.
A principios de este año, el Papa Francisco publicó la Exhortación apostólica sobre la santidad, “Guadete et Exultate”, traducida a, “Alégrate y Regocíjate”. En las palabras del Papa Francisco “El cristianismo se extiende a través de la alegría de los discípulos que saben que son amados y salvos”.
“Lo que hemos visto y oído” presentó de manera conmovedora el regalo de la alegría como algo esencial para comprender la espiritualidad afroamericana. “La alegría es ante todo celebración. Celebración es movimiento y canción, ritmo y sentimiento, color y sensación, júbilo y acción de gracias. Celebramos la presencia y la proclamación de la Palabra hecha carne. La alegría es un signo de nuestra fe y especialmente de nuestra esperanza. Nunca es un escape de la realidad “.
La hermana Thea manifestó este resplandor a lo largo de su vida, y lo vivió valientemente en sus últimos años. Si la reconciliación hacia una nueva creación para este mundo era la pasión diaria de la hermana Thea, seguramente la alegría fue el carisma que alimentó su gran alma y santidad. La hermana Thea nos exhorta. “Hijos, madres, padres, hermanas, hermanos, ¡vayan!. Hay una canción que nunca se cantará a menos que la cantes. Hay una historia que nunca se contará a menos que la cuentes. Hay un gozo que nunca se compartirá a menos que lo compartas. Ve a decirle al mundo. Ve a predicar el Evangelio. Ve y enseña la Buena Nueva. Dios Es. Dios es amor. Dios está con nosotros. Dios está en nuestras vidas.”
Hacia el final de su presentación a la Conferencia en 1989, la hermana Thea aconsejó que todos en la Iglesia estén encargados de encontrar nuevas formas de avanzar juntos. Qué momento de la Providencia para presentar y celebrar su causa en el momento en que estamos a punto de votar sobre” Abrir nuestros corazones: la llamada perdurable del amor” (“Open Wide Our Hearts: The Enduring Call to Love, por su nombre en inglés) – Una carta pastoral contra el racismo, que oramos proporcionará una antorcha adicional para nuestro camino como discípulos misioneros alegres en nuestros tiempos heridos y fracturados.
Con la sonrisa de la hermana Thea en nosotros y a través del testimonio de su espíritu intransigente y su alegre entusiasmo, proclamamos que nuestra verdadera ciudadanía está en el cielo, y estamos hablando del Reino de Dios en la tierra, un reino de Justicia, Paz y Alegría con el espíritu santo.

¡Gracias por su oración de apoyo!

Diócesis publicará informe sobre casos de abuso sexual

La Diócesis de Jackson se unirá a las diócesis católicas de esta provincia, que incluye a la Arquidiócesis de Mobile y las diócesis de Biloxi y Birmingham, en la publicación de los nombres de clérigos y religiosos que fueron retirados del ministerio debido a acusaciones creíbles de abuso de un menor. Los casos se remontan a la década de 1940. Es un esfuerzo que lleva mucho tiempo porque hay que examinar cada archivo personal del clero de las últimas ocho décadas. Este esfuerzo está en marcha y se completará lo más pronto posible.
La Diócesis de Jackson está comprometida a proteger a los niños. Una mala conducta sexual por parte del personal de la iglesia viola la dignidad humana y la misión de la iglesia. La Diócesis se compromete a garantizar que los niños que reciben servicios de la Iglesia no corran riesgo de abuso sexual por parte del personal de la Iglesia. El bienestar espiritual de todas las víctimas, sus familias y otros miembros de la comunidad es de particular interés para la iglesia.
Durante los últimos treinta años, la Diócesis de Jackson ha desarrollado e implementado un programa de ambiente seguro. La Diócesis ha publicado estándares de conducta para sus sacerdotes y diáconos, así como para empleados diocesanos, voluntarios y cualquier otro personal de la iglesia en puestos de confianza que tengan contacto regular con niños y jóvenes. A partir de 1986, la Diócesis implementó una política y un procedimiento por escrito con respecto al reporte y manejo de reclamos de conducta sexual inapropiada. La política se actualizó en 1994 con la adición de una Junta Diocesana de Revisión de Condición Física y nuevamente en 2002, para que reflejara los mandatos de la Carta de los Obispos.
La Diócesis de Jackson se compromete a proteger a nuestros niños y jóvenes de los abusos a manos del clero, los ministros religiosos y laicos, así como a equipar a los jóvenes con conocimientos, confianza y herramientas para ayudarles a reconocer y protegerse de situaciones potencialmente peligrosas en todos los ámbitos y aspectos de sus vidas. La Diócesis también está comprometida con la transparencia y la continua mejora de nuestras políticas.
Cualquier persona que haya sido víctima de abuso o explotación por parte del clero, religiosos o personal laico de la iglesia y aún no lo haya informado, que se le alienta a hacerlo. La Diócesis de Jackson no establece plazos, ni límites de tiempo para la presentación de sus denuncias.
La Coordinadora de Asistencia a las Víctimas, Valerie McClellan y el Vicario General, el Padre Kevin Slattery, están disponibles para ayudar a hacer un informe de su denuncia. El número de contacto del Coordinador de Asistencia a las Víctimas es 601 326-3728. El número de contacto del Vicario General es 601 969-2290.
Para obtener más información sobre las políticas y procedimientos diocesanos, puede visitar el sitio web www.jacksondiocese.org

Causa de Canonización para hermana Thea Bowman, F.S.P.A., Ph.D. 1937-1990

Obispo Joseph R. Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
Durante el mes de noviembre, nos encantamos con el esplendor de la Fiesta de todos los Santos y la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos. La verdadera nube de testigos (Hebreos 12,1), algunos canonizados oficialmente, la mayoría no, nos recuerdan que nuestra ciudadanía está en el cielo con Jesucristo, el camino, la verdad, la resurrección y la vida.
Desde la Fiesta de todos los Santos la visión de San Juan, en el libro de Apocalipsis, nos permite entrever la eternidad en “una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano y exclamaban con voz potente: ¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono, y del Cordero!” (Apocalipsis 7, 9-10)
El 13 de noviembre en Baltimore, en la reunión anual de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, presentaré formalmente la Causa para la Canonización de la hermana Thea Bowman, FSPA, Sierva de Dios, afroamericana, de la ciudad de Canton, en el seno de la Diócesis de Jackson, a quienes declaramos con fe ser una miembro de la Nube de Testigos.
Mucho se sabe de su vida, pero me gustaría iluminar sus últimos seis años. En 1984, la hermana Thea, hija única, sufrió la muerte de sus queridos padres, el Dr. Theon y Mary, y ese mismo año a ella le diagnosticaron cáncer. Con la presión de la mortalidad, y comprendiendo la gravedad de su enfermedad, proclamó valientemente que “viviría hasta que muriera”.
De hecho, así lo hizo, viajando, evangelizando, enseñando, cantando e inspirando hasta el final.
En 1984, en la escena nacional, los Obispos Católicos Negros de los Estados Unidos emitieron una Carta Pastoral sobre la Evangelización llamada “Lo que hemos visto y oído”. Esta carta fue publicada cinco años después de la publicación en 1979 de la Carta pastoral contra el racismo titulada “Hermanos y hermanas para nosotros”, de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos.
En junio de 1989, diez años después de la primera carta contra el racismo, y cinco años después de la segunda, la hermana Thea fue invitada a hablar en la Conferencia de Obispos en la Universidad Seton Hall. Su testimonio, canción y palabras en esa ocasión encarnaron, en gran parte, lo que estaba escrito en las Cartas pastorales anteriores.
“Lo que hemos visto y oído” agradecía a los primeros misioneros que plantaron la semilla del Evangelio en las familias y comunidades afroamericanas. En su discurso a los obispos, la hermana Thea ofreció su gratitud a los discípulos misioneros en su vida cuando dijo. “Los cristianos católicos llegaron a mi comunidad y nos ayudaron con la educación, nos ayudaron con el cuidado de la salud, nos ayudaron a encontrar respeto propio y a reconocer nuestras capacidades cuando el mundo nos dijo durante tanto tiempo que no éramos nada y no llegaríamos a nada. Yo quería ser parte de ese esfuerzo. Eso es cristianismo radical, eso es catolicismo radical … Me atrajo examinar y aceptar la fe católica debido al ejemplo cotidiano de los cristianos católicos ante todo me amaron y luego compartieron conmigo su historia, sus valores, sus creencias; a quienes primero me amaron y luego me invitaron a compartir con ellos en comunidad, oración y misión. De niña, yo no reconocí el trabajo de la evangelización en mi vida. Reconocí solo amor, servicio, comunidad, oración y fe”.
“Lo que hemos visto y oído” manifestó conmovedoramente el don de la reconciliación arraigado en el sufrimiento, la liberación y la justicia, que la experiencia afroamericana podía ofrecer a la Iglesia, a la nación y al mundo. “Sin justicia, cualquier reconciliación significativa es imposible. La justicia salvaguarda los derechos y delinea las responsabilidades de todos. Un pueblo debe proteger su propia identidad cultural y sus propios valores culturales. Asimismo, deben respetar los valores culturales de los demás. Por esta razón, la reconciliación sincera se basa en el reconocimiento mutuo y el respeto mutuo. Sobre esta base se puede erigir un auténtico amor cristiano. La escritura testifica: ‘Pero ahora, unidos a Cristo Jesús por la sangre que el derramó, ustedes, que una vez estuvieron lejos, se han acercado. Porque él es nuestra paz, el que hizo las dos cosas y derribó el muro divisorio de la enemistad, a través de su carne’-(Efesios 2, 13-14).
Buscamos la justicia entonces, porque
buscamos la reconciliación, y buscamos la reconciliación porque por la sangre de Cristo somos hechos uno. El deseo de reconciliación para nosotros es el regalo más precioso, porque la reconciliación es el fruto de la liberación. Nuestra contribución a la construcción de la Iglesia en América y en el mundo es ser un agente de cambio para ambos”.
Hacia el final de su vida, la hermana Thea se hizo eco de las palabras de su hermano Obispos. “Nos unimos a la obra redentora de Cristo, cuando nos reconciliamos, cuando hacemos la paz, cuando compartimos la buena noticia de que Dios está en nuestras vidas, cuando reflexionamos a nuestros hermanos y hermanas la sanidad de Dios, el perdón de Dios, el amor incondicional de Dios”.
A principios de este año, el Papa Francisco publicó la Exhortación apostólica sobre la santidad, Guadete et Exultate, traducida, Alégrate y Regocíjate, las propias palabras de nuestro Señor desde las bienaventuranzas que ilumina sobre las exhortaciones anteriores del Santo Padre sobre la alegría del Evangelio y la alegría del amor. La hermana Thea habría pedido un Amén o dos sobre estas exhortaciones.
“Lo que hemos visto y oído” presentó elocuentemente un regalo de la alegría como algo esencial para entender la espiritualidad afroamericana que la hermana Thea vivió magnánimamente. “La alegría es lo primero de una celebración. Celebración es movimiento y canción, ritmo y sentimiento, color y sensación, júbilo y acción de gracias. Celebramos la presencia y la proclamación de la Palabra hecha carne. La alegría es un signo de nuestra fe y especialmente de nuestra esperanza. Nunca es un escape de la realidad “.
Como un discípulo misionero alegre por siempre, la hermana Thea nos exhorta ” ¡Niños, madres, padres, hermanas y hermanos, vayan! Hay una canción que nunca se cantará a menos que la canten. Hay una historia que nunca se contará a menos que la cuentes. Hay un gozo que nunca se compartirá a menos que lo demuestres. Ve a decirle al mundo. Ve y predica el Evangelio. Ve y enseña la Buena Nueva. Dios Es. Dios es amor. Dios es con nosotros. Dios está en nuestras vidas “.