Recordando a un profeta estadounidense

Obispo Joseph Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
Este próximo fin de semana se extiende para muchos con la fiesta nacional en honor a Martin Luther King Jr., quien dio su vida por los derechos civiles, la igualdad racial y la dignidad humana de todas las personas. En menos de tres meses la nación conmemora el 50º aniversario de su asesinato el 4 de abril de 1968, y en la evolución de nuestra nación su voz profética y testimonio de libertad y justicia para todos aún enfrenta nuestra conciencia colectiva e individual. El 9 de diciembre de 2017, en el estado de Mississippi, hemos captado la atención de la nación con la apertura del Museo de Derechos Civiles cuya misión es documentar, exponer la historia, y educar al público sobre el movimiento de derechos civiles estadounidense en Mississippi, entre 1945 y 1970.
A nivel nacional, el nuevo museo Smithsonian, inaugurado el 24 de septiembre de 2016, cerca del Monumento a Washington, y ha recibido a más de 1 millones de visitantes hasta la fecha. Es el único museo nacional dedicado exclusivamente a la documentación de la vida Afro-Americana, su arte, historia y cultura. Se trata de comprender la historia americana a través de la experiencia afro-americana.
Martin Luther King Jr. singularmente encarna el movimiento por los derechos civiles como un discípulo de Jesucristo, una voz profética, un mártir y testigo del hambre insaciable del espíritu humano por la verdad, la libertad y la justicia.
Las palabras pronunciadas por Dios al profeta Isaías fueron grabadas en el alma de Martin Luther King. “Yo, el Señor, te han llamado para la victoria de la justicia. Te he tomado de la mano; te he formado para que seas señal de mi pacto con el pueblo, luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para sacar a los presos de la cárcel, del calabozo donde viven en la oscuridad, quienes viven en la oscuridad”, (Isaías 42, 1ss). Podemos ver esta sabiduría profética y la fuerza que sólo puede venir de Dios en la capacidad de Martin Luther King de sufrir y en su filosofía de la resistencia no violenta frente a la injusticia.
En 1960 reflexionó sobre su experiencia de sufrimiento para la publicación Siglo Cristiano. “He conocido muy pocos días tranquilos en los últimos años. He sido arrestado cinco veces y puesto en cárceles de Alabama. Mi casa ha sido bombardeada dos veces. Raramente pasa un día que mi familia y yo no recibimos amenazas de muerte. He sido víctima de un casi fatal apuñalamiento. Así, en un sentido real he sido azotado por las tormentas de la persecución”.
Raramente habló de sus propias luchas porque él no tenía un complejo de mártir, y de todos modos, todo el mundo sabía de ellos, pero comprendió la realidad del Siervo doliente en la cara de la injusticia. “Hay algunos que todavía consideran la cruz como un escollo, y otros la consideran como una simpleza, pero estoy más convencido que nunca que es el poder de Dios para la salvación individual y social. Así como el apóstol Pablo, yo humildemente y orgullosamente puedo decir que “yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. Más que nunca, estoy convencido de la realidad de un Dios personal”.
Martin Luther King Jr. estaba comprometido a la no violencia y a la justicia racial como lo descubrió en la experiencia de Mahatma Gandhi en la era moderna, y a través de su relación personal con Jesucristo. Él sabía que los muros de la segregación, de la desigualdad racial y el racismo tenían que ser aplastados por el ariete de justicia, pero tenían que ser realizados en forma no violenta.
No todos estaban de acuerdo con él, entonces, y no todo el mundo está de acuerdo con él ahora, pero el tiempo revela dónde habitan la sabiduría y la verdad.
Al reflexionar sobre las implacables luchas en nuestra nación sobre nuestra división racial, la filosofía de Martin Luther King de la no violencia puede renovar la visión y el compromiso por el bien común. “En primer lugar, la no violencia no es un método para cobardes; es resistencia. No es agresiva, pero es dinámicamente agresiva espiritualmente. La resistencia no violenta no busca derrotar o humillar al oponente, sino ganar su amistad y comprensión. El objetivo es la redención y la reconciliación.
Las consecuencias de la no violencia es la creación de la amada comunidad, mientras que las secuelas de la violencia es trágica amargura. Está dirigida contra las fuerzas del mal, y no en contra de las personas que se encuentran atrapados en la telaraña de la maldad. Vamos a vencer la injusticia y no aquellos que son injustos. En el centro de la no violencia se encuentra el principio del amor. A lo largo del camino de la vida, alguien debe tener bastante sentido común y la moral suficiente para cortar la cadena de odio. Amamos, no porque nos gustan todos, pero porque Dios los ama.
Por último, el método de la no violencia se basa en la convicción de que el universo está en el lado de la justicia. Hay algo en el mismo centro de nuestra fe cristiana que nos recuerda que el Viernes Santo puede reinar durante un día, pero, en última instancia, debe dar paso al triunfante compás de los tambores de la Pascua”. En esta profunda filosofía, levantado por su vida, Martin Luther King termina con esta oración y sueño. “Dios concídenos que libremos la lucha con disciplina y dignidad. Mediante el uso sabio y con valentía de este método saldremos del sombrío y desolado de la medianoche de la inhumanidad del hombre para con el hombre en el luminoso amanecer de la libertad y la justicia.” (Siglo cristiano 1957).
La lucha por superar la división racial sistémica intratable que sigue afligiendo el bienestar de nuestra nación debe continuar. Tenemos un largo camino que recorrer por una mejor oportunidad económica y educativa, por la atención universal de la salud y la reforma penitenciaria. Mientras las paredes del racismo y la discriminación son derrumbadas, los puentes hacia la oportunidad y esperanza deben ser construidos y atravesados.
Al conmemorar la fiesta nacional en memoria del Dr. Martin Luther King Jr., podemos comprometernos con los principios de la no violencia y una insaciable hambre por una mayor justicia y paz en nuestra nación. En su visión y sueño la transformación social y la responsabilidad personal se abrazarán para que las bendiciones de libertad y justicia sea un sueño hecho realidad para todos.