Misa de Quinceañera

El padre Clem, director la oficina Intercultural diocesana tuvo la oportunidad en su visita de celebrar su primera Misa de quinceañera a la joven Karen Itzel. En la foto posan (i-d) Padre Clem, Karen Itzel y sus papas, Juan y Aurelia Zárate López, después la Misa en la parroquia San Martín en Hazlehurst, Ms, 4 de Julio, 2021. (Foto Cortesía de la familia López)

El presidente de los obispos de Estados Unidos y el presidente de Justicia y Paz Internacional responden a eventos recientes en Cuba

19 de julio de 2021

WASHINGTON – En respuesta a los recientes eventos en Cuba, el arzobispo José H. Gómez de Los Ángeles, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), y el obispo David J. Malloy de Rockford, presidente del Comité de Justicia Internacional y Paz, emitió el siguiente comunicado:

“Mientras continúan las protestas en Cuba y entre la diáspora en los Estados Unidos, nos gustaría expresar nuestra solidaridad, así como la de nuestros hermanos obispos en los Estados Unidos, con nuestros hermanos en el episcopado cubano, y con todos los hombres y mujeres. de buena voluntad en Cuba.

“Como declararon los obispos cubanos en su declaración del 12 de julio, (Conferencia de Obispos Católicos en Cuba (iglesiacubana.org) “No se llegará a una solución favorable por imposiciones, ni llamando al enfrentamiento, sino por la escucha mutua, donde se busquen acuerdos comunes y se den pasos concretos y tangibles que contribuyan, con el aporte de todos los cubanos sin excepción, a la edificación de la Patria ”.

“Con el mismo espíritu que los obispos cubanos, instamos a Estados Unidos a buscar la paz que proviene de la reconciliación y la concordia entre nuestros países. Durante décadas, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, junto con la Santa Sede y los obispos cubanos, ha pedido un compromiso cultural y comercial sólido entre los Estados Unidos y Cuba como medio para ayudar a la isla a lograr una mayor prosperidad y transformación social. .

“Oramos para que Nuestra Señora de la Caridad, nuestra madre, cuide a sus hijos en Cuba y que, juntos, nuestros países puedan crecer en la amistad en aras de la justicia y la paz”.

Nuestro serviente inquebrantable respondió al llamado

(Nota del editor: A continuación, se muestra la homilía que el obispo Kopacz pronunció en la Misa de Entierro Cristiano del obispo Joseph N. Latino el 9 de junio de 2021.)
Por Obispo Joseph R. Kopacz, D.D.
Mi primer encuentro con obispo Latino fue cuando llegué al aeropuerto de Jackson, la noche antes de que me anunciaran como el undécimo obispo de Jackson, el 12 de diciembre de 2013. Él estaba allí para darme la bienvenida. Tenía una sonrisa muy amplia al saber que su sucesor era real y que ya había llegado. Su espíritu amable y acogedor se mantuvo constante durante estos últimos siete años y medio de muchas maneras. Hubo algunos momentos clarificadores incluso antes de yo llegar aquí. Algunos confundieron su segundo nombre, Nunzio, con Nuncio, y pensaron que yo estaba sustituyendo al delegado Apostólico. Otros observaron que mi facilidad con el idioma español me serviría bien porque estaba reemplazando a un Latino. ¡Oh bien!, pensando que él, en realidad descendiente de italianos, era Latinoaméricano.
Ut Unum Sint – Que todos sean uno

Obispo Joseph R. Kopacz

La unidad que proclama el lema episcopal de obispo Latino está en el centro de la gran oración sacerdotal de Jesús en la Última Cena en el Evangelio de Juan. Esta oración tiene su fuente y cumbre en la unidad que Jesucristo tiene con el Padre y el Espíritu Santo, un misterio tejido a lo largo del Evangelio de Juan que inspiró tanto a Obispo Latino y que fue su selección del Evangelio para la Misa de hoy.
El Evangelio de Juan comienza sublimemente: “En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.“ En medio del Evangelio en la Última Cena, en el lavado de los pies comienza con la audaz afirmación de que “Jesús sabía que había venido de Dios, que iba a volver a Dios y que el Padre le había dado toda autoridad; así que, mientras estaban cenando, se levantó de la mesa, se quitó la capa y se ató una toalla a la cintura. …”
Hacia el final del Evangelio, en la noche de la resurrección, Jesús insufló a sus apóstoles el don del Espíritu Santo, después de abrazarlos en paz y decirles: “como el Padre me envió a mí, así también yo os envío.” Sus apóstoles, ungidos en el Espíritu Santo y consagrados en la verdad para la misión, fueron enviados a predicar el Evangelio como cuerpo vivo, en toda su diversidad. ¡Eran uno! En su lema episcopal y en su elección del Evangelio para la liturgia fúnebre de hoy, encontramos que el núcleo de la vocación del obispo Latino al sacerdocio culmina con su consagración como el décimo obispo de Jackson. El pasaje del Evangelio de hoy está bajo el título “La autoridad del Hijo de Dios”. “De cierto, de cierto os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene la vida eterna… Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, también le ha concedido al Hijo el tener vida en sí mismo.”
No hay duda que obispo Latino vivió su vocación sacerdotal con un profundo sentido del llamado del Señor y la autoridad sobre su vida. A lo largo de sus 58 años y dos días en el sacerdocio de Jesucristo sirvió con el corazón del Buen Pastor, para edificar su cuerpo, la Iglesia, para la salvación de todos, con esa gracia que escuchamos al final del pasaje de Tesalonicenses: “Anímense unos a otros y edifíquense unos a otros”.
Como el profeta Jeremías, Obispo Latino sintió el llamado del Señor al sacerdocio desde su juventud. Al igual que a Jeremías, hubo desafíos desalentadores, como uno puede esperar al presentarse para servir al Señor y como dice sobriamente el Libro de Eclesiástico, pero una vez que el Obispo Latino puso su mano en el arado, no miró hacia atrás. Fue ordenado sacerdote en 1963 en pleno Concilio Vaticano II. Justo cuando pensaba que tenía todas las respuestas, después de 12 años de formación en el seminario, en cuestión de dos o tres años, la Iglesia y el mundo cambiaron la mayoría de las preguntas. Obviamente, cavó más profundo y en las palabras del Libro de Sirácides (Eclesiástico) puso su corazón y se mantuvo firme, por la gracia de Dios.
Cuarenta años más tarde, después de servir firmemente en la Arquidiócesis de Nueva Orleans y en la Diócesis de Houma-Thibodaux como vicario general y pastor de la Catedral durante muchos años, estaba anticipando una reducción en sus deberes sacerdotales, por así decirlo, como tal vez ir a una parroquia pequeña. ¡Oh bien! El teléfono sonó; aceptó la llamada y respondió a la llamada. Una vez más enderezó su corazón y se mantuvo firme, y se mudó al norte para convertirse en el décimo obispo de esta asombrosa diócesis.
El obispo Latino se había presentado para servir al Señor en una temprana edad, y la firmeza perduró como una virtud definitoria de su carácter y su sacerdocio, una mentalidad que lo motivó a trabajar en la viña del Señor en una variedad de ministerios pastorales, para lograr esa unidad para que el Señor Jesús oró y dio su vida.
Durante sus diez años como obispo de Jackson, el Señor produjo un nuevo crecimiento, fruto que perdura hasta el presente. Por supuesto, sin pretensiones, en sus palabras se podría decir, “simplemente me puse a su voluntad, fuera del camino de Dios.”
San Juan Pablo II, con motivo de su 50 aniversario de ordenación, escribió una reflexión sobre su sacerdocio titulada Don y Misterio. En el capítulo siete, pregunta: ¿Quién es el sacerdote? ¿Qué significa ser sacerdote? Recordó las palabras de San Pablo. “Así es como deben considerarnos, como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora se requiere que los mayordomos sean considerados dignos de confianza.” (1Cor. 4: 1-2)
Agradecemos con gozo el servicio confiable del Obispo Latino durante casi seis décadas, durante años en la plenitud de su fuerza y con el paso del tiempo aceptando los cambios en su salud que lo humillaron, como en nuestra primera lectura, las palabras de Sirácides. En su retiro, por momentos, lamentó las limitaciones físicas que le impedían servir más activamente en la diócesis, pero al pie de la Cruz, su presencia y ministerio de oración eran un tesoro para nosotros. Su temprana formación monástica le sirvió bien en sus últimos años. A pesar de todo, confió en el Señor que lo llamó desde su juventud, y con santo temor, envejeció en Dios.
Mi último encuentro con el Obispo Latino fue sentado junto a su cama pocas horas antes de su muerte, rezando el rosario en voz baja y rezandole la Oración Nocturna, mientras pasaba lentamente de este mundo al siguiente, dije las palabras que él ya no podía:
Ahora, Maestro, deja que tu sirviente se vaya en paz. Has cumplido tu promesa.
Mis propios ojos han visto tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos.
Una luz para todas las naciones;la gloria de tu pueblo Israel.
Esta es la piedra angular de la oración nocturna que todos los sacerdotes ofrecen al final del día, recordándonos quién es el maestro y cuya gloria está en acción. Confío en que a medida que el cuerpo de Obispo Latino se consumía, su yo interior se renovaba todos los días, en las palabras de San Pablo ‘Lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno’.
Concédele, oh, Señor, el descanso eterno y deja que brille para él la vida eterna. Ya puede descansar en paz. Amén.
Que su alma y las almas de todos los fieles difuntos descansen en paz. Amén.

San Pedro y San Pablo, apóstoles y dos hombres en un aeropuerto

Por padre Clemente
A principios del año 2002, unos meses después del ataque terrorista a las torres gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre, me invitaron a oficiar una boda en Detroit, Michigan. Fue una época de miedo e incertidumbre extremos en todo el país. Nadie estaba dispuesto a confiar en nadie. Entonces, volé desde LaGuardia, Nueva York a Detroit, aterrizando alrededor de las 6 p.m., lo suficientemente temprano para el ensayo de la boda. Vestido completamente con mi ropa de oficina, esperaba que mi conductor designado estuviera en el aeropuerto con mi nombre en la tarjeta como de costumbre. Desafortunadamente, no había ningún cartel con mi nombre, ni nadie que me preguntara quién era. Esperé y esperé en el aeropuerto, pero no había nadie que me recogiera. A la medianoche decidí pasar la noche en el hotel más cercano y luego tomar un taxi a la iglesia al día siguiente para presenciar la boda.
Cuando me acercaba a la recepción, dos jóvenes se movieron en mi dirección, y uno de ellos rozó intencionalmente su codo contra mí y rápidamente dijo: “Lo siento, señor”. Lo miré y sonreí. Luego inició una conversación; por cierto, ¿es usted el Padre Clem de Nueva York? Luego dije: “Sí, ¿por qué preguntas?” Y el hombre respondió: “Bueno, soy su conductor designado. Llevamos seis horas esperando aquí y no pudimos encontrarlo. Les dije a los dos jóvenes: “Yo también he estado aquí durante seis horas y he estado buscando mi nombre en un cartel, pero no pude encontrarlo”. El hombre respondió: “Dr. Cochabamba hizo un cartel con tu nombre y nos lo dio cuando salíamos hacia el aeropuerto. Pero lo tiramos diciéndole: ‘Sabemos cómo es un sacerdote’”. Le pregunté: “Entonces, ¿por qué no me encontraste? Como puede ver, estoy usando mi traje de oficina”. El otro respondió: “Porque nos dijeron que su nombre es Padre Clement y venías de Nueva York. Nos imaginamos a un hombre alto, blanco, con barba y de unos sesenta años. Entonces, cuando te vimos, no hicimos caso, porque no coincidías con la imagen del “P. Clem” que teníamos en la cabeza.

Padre Clement Olukunle Oyafemi

Al igual que los dos conductores designados en la historia anterior, que me habían representado incorrectamente en sus mentes, la mayoría de las personas, en el tiempo de Jesús, tenían una imagen diferente del Mesías en sus mentes. Jesús no “encajaba en el molde” de su imagen esperada del salvador. Y por eso no lo aceptaron.
Haciendo la pregunta, “¿Quién dices que soy?” Jesús estaba cuestionando a sus discípulos sobre su identidad. Mt 16:15. Esta pregunta es muy esencial para la fe cristiana. Es muy importante para nosotros conocer la identidad de Jesús para poder relacionarnos correctamente con él. Y créame, Jesús nunca confiará su Iglesia a quienes no lo conozcan.
La confesión de Pedro representa a los apóstoles y a todas las personas que creen en Jesús como el Mesías y el Hijo de Dios. La respuesta de los apóstoles a la pregunta: “¿Quién dice la gente que soy?” muestra, claramente, que mucha gente, en la época de Jesús, no lo conocía realmente. Y si no conoce la identidad de una persona, es posible que no sepa cómo relacionarse con ella. Algunos pensaron que era Elías, Jeremías o uno de los profetas. Estaban muy equivocados. No lo conocieron, incluso después de tres años de su misión entre ellos.
Como los dos hombres del aeropuerto, hay tantos cristianos hoy en día que realmente no conocen a Cristo. No conocen su persona ni su enseñanza. Entonces, ¿cómo pueden realmente seguirlo? Alguien puede ir a la iglesia durante cien años sin conocer a Cristo.
El conocimiento del que estamos hablando no es conocimiento de libro. Es conocimiento experiencial. Si puedo preguntar retóricamente; ¿Cómo podemos amar a quien no conocemos? ¿Cómo podemos servir a quienes no amamos?
El liderazgo en la Iglesia se basa en un servicio amoroso. Y ese es un gran desafío para nosotros hoy.
En junio la Iglesia Universal celebra a dos grandes personalidades en la historia del cristianismo: los santos Pedro y Pablo. Estos grandes apóstoles conocían la verdadera identidad de Cristo. Pedro fue elegido por Cristo para ser su primer vicario en la tierra – Papa. Estaba dotado de los poderes de las llaves del Reino de los Cielos, Mt 16:13-19. Se le encargó el papel de pastor del rebaño de Cristo después de haber afirmado tres veces su amor por Cristo, Jn 2: 15-17. San Pedro dirigió la Iglesia y sufrió el martirio en el año 64 d.C. Enterrado en la colina del Vaticano, las excavaciones recientes revelaron su tumba en el mismo sitio de la Basílica de San Pedro. El jefe de la Iglesia Universal se llama “Papa”, que significa “padre”. El Papa Francisco es el Papa número 266 después de San Pedro.
Aunque Pablo no conoció a Cristo en persona, lo conoció de una manera milagrosa. Cristo lo eligió después de su conversión en el camino a Damasco, Hch 9: 1-16. Paul es considerado el más grande misionero de todos los tiempos. Abogado de los paganos y llamado apóstol de los gentiles. Pablo testificó de Cristo, no solo con palabras, sino con hechos. Viajó, trabajó y enseñó más que cualquiera de los apóstoles que fueron llamados antes que él. Solo el Papa Juan Pablo II lo ha superado en términos de viajes misioneros. Como Pedro, Pablo también sufrió el martirio. Fue decapitado y enterrado en el lugar donde ahora se encuentra la Basílica, que lleva su nombre.
Al celebrar la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, oramos para que Dios continúe levantando líderes valientes e intrépidos para guiar su Iglesia de generación en generación. A través de la intercesión de San Pedro y San Pablo, que el Señor sostenga a la Iglesia y nos mantenga fieles a sus enseñanzas. Amén.

Obispo Emérito Joseph N. Latino es recordado como pastor amable y humilde

Por Joanna Puddister King
JACKSON – El obispo emérito Joseph N. Latino, falleció el 28 de mayo a la edad de 83 años. Oriundo de Nueva Orleans, fue ordenado sacerdote en la Catedral de St. Louis el 25 de mayo de 1963 para la Arquidiócesis de Nueva Orleans.
Durante su sacerdocio, obispo Latino sirvió en parroquias de Nueva Orleans, Metairie, Houma y Thibodaux. Cuando se formó la Diócesis de Houma-Thibodaux, en 1977, permaneció en la nueva diócesis y sirvió en muchos cargos, incluido el de canciller y vicario general. En 1983, el Papa Juan Pablo II lo nombró Prelado de Honor con el título de Monseñor.
Obispo Latino fue nombrado décimo obispo de Jackson el 3 de enero de 2003 e instalado el 7 de marzo de 2003 en la Catedral de San Pedro Apóstol en Jackson, lugar donde descansa por siempre.
Mons. Elvin Sunds, quien se desempeñó como vicario general, durante nueve años, bajo el obispo Latino y quien disfrutó de su amistad durante muchos años después, lo describió como un “obispo humilde, gentil y amable”.
En su homilía, en vigilia de oración por el obispo Latino el 8 de junio en la Catedral de San Pedro, Mons. Sunds habló sobre el lema episcopal del obispo Latino, Ut Unum Sint, “que todos puedan ser uno,” lema que proviene del pasaje del Evangelio de Juan que se leyó en la vigilia. En ese Evangelio, Jesús ora por sus discípulos, “Te pido que todos ellos estén unidos; que, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.” Jn. 17:21

“La oración de Jesús pide que, a través de la proclamación del Evangelio, todos podamos compartir juntos, como un todo, la vida de Dios. Ese fue el lema y el enfoque del ministerio episcopal del obispo Latino. Quería que todos fuéramos uno en Cristo Jesús. Promovió esa unidad en Cristo,” dijo Mons. Sunds. Durante sus años como obispo, el obispo Latino fomentó iniciativas de justicia social, liderazgo laico y vocación basadas en el Evangelio. Durante su mandato, se estableció la oficina de Protección de Niños para ayudar a asegurar un ambiente seguro en nuestras iglesias, escuelas y comunidades.
Mons. Sunds describió que el trabajo de justicia social del obispo Latino abordó públicamente temas como el racismo, los derechos de los inmigrantes, el cuidado de los pobres, la pena de muerte y el derecho a la vida de los no nacidos.
El sobrino y ahijado del obispo Latino, Martin Joseph Latino, habló sobre el “tío Joe” en el servicio de vigilia compartiendo historias de humor, misterio y un poco sobre su película favorita “Un hombre para todas las estaciones”. Todavía es un misterio para Martin Latino cómo su tío Joe pudo llamarlo después del huracán Katrina. En ese momento, Martin Latino era el director en jefe de seguridad y estaba con el Departamento de Bomberos de Mandeville. Con todas las torres de telefonía celular en el área, nadie pudo recibir ninguna llamada, pero el tío Joe logró comunicarse. “Su mensaje para mí ese día fue: no te desanimes, trabaja duro y mantenga a todos a salvo.”
A la Misa de Entierro Cristiano el 9 de junio, asistieron obispos de toda la región, el arzobispo Thomas J. Rodi de la Arquidiócesis de Mobile como celebrante, junto con los sacerdotes de la Diócesis de Jackson, seminaristas, diáconos y pueblo de la diócesis. En sus palabras de apertura, el arzobispo Rodi expresó sus condolencias a la familia del obispo Latino, al obispo Joseph Kopacz y al pueblo de la Diócesis de Jackson.
“Nos reunimos aquí entristecidos por la pérdida de la poderosa presencia de un buen hombre, un buen sacerdote, un buen obispo, que de muchas maneras en su ministerio bendijo a la gente primero en Luisiana y luego en Mississippi”, dijo el arzobispo Rodi.
Durante la homilía en la Misa fúnebre, el obispo Kopacz recordó su primer encuentro con el obispo Latino sonriendo hace más de siete años en el aeropuerto de Jackson. A partir de ese momento, los dos crecieron en su amistad. Obispo Kopacz compartió historias sobre los antecedentes y las interacciones que ambos tuvieron a lo largo de los años, hasta la última hora, antes de la muerte del obispo Latino.
El obispo Kopacz también dio gracias por el servicio confiable del Obispo Latino durante casi seis décadas, a través de momentos de fortaleza y de sus experiencias al aceptar los cambios en su salud. “En su jubilación a veces se lamentaba de las limitaciones físicas que le impedían servir más activamente en la diócesis. Pero al pie de la Cruz, su ministerio de oración y presencia fue un tesoro para nosotros. Y su temprana formación monástica le sirvió bien en sus últimos años, confiaba en el Señor, que lo llamó desde su juventud y con santo temor envejeció en Dios,” dijo el obispo Kopacz. “Mi encuentro final con el obispo Latino fue sentado junto a su cama horas antes de su muerte, rezando el rosario en voz baja … y mientras pasaba lentamente de este mundo al siguiente, después dije las palabras que él ya no podía,’ Maestro, deja que tu sirviente se vaya en paz’,’ parte de rezo sacerdotal,” compartió el obispo Kopacz.
La canciller diocesana, Mary Woodward, también habló en el servicio de vigilia sobre su especial amistad con el obispo Latino. Los dos, junto con el obispo Houck, fallecido en 2016, viajaron a Roma muchas veces. Woodward describió el último viaje a Roma para un “ad limina”, donde también agregaron un viaje a Sicilia, ciudad natal ancestral de la familia Latino, Contessa Entellina. Woodward describió al obispo Latino “lleno de energía” por el viaje y emocionado de poder celebrar una Misa privada en la iglesia local de sus abuelos.
El obispo Latino siempre estuvo ahí para ella y ella para él, asegurándose de que él estuviera “bien” hasta el final de su vida terrenal. La mayoría no sabía que el obispo Latino sufría un dolor constante durante los últimos 40 años “en las piernas, debido a los nervios y nunca decayó, él llevó esa Cruz con mucha gracia y elegancia. Al final fue un hermoso testimonio, me dijo ‘Estoy en las manos de Dios. Dios me cuidará’,”dijo Woodward.
En la Misa de Entierro Cristiano, Woodward se aseguró de incluir algo de ópera, Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni, melodía que el obispo Latino siempre tarareaba.

Líderes parroquiales en discernimiento, bajo programa de Loyola University

Por Berta Mexidor
JACKSON – Ya antes del levantamiento de algunas restricciones para la vuelta a las iglesias y de la dispensa para asistir a Misa desde el Domingo de Corpus Christi, de parte del obispo Joseph Kopacz, la oficina de Ministerio Intercultural de la diócesis liderada por el padre Clemente de Jesus, comenzó a aceptar invitaciones de algunas parroquias y visitó diversas comunidades en mayo pasado, incluidas St James de Tupelo y St Christopher de Pontotoc, del decanato V.
En St James, Tupelo, el padre Clemente de Dios, se reunió el 22 de mayo con participantes del Programa del Instituto Loyola para la Extensión del Ministerio (LIMEX) de la Universidad Loyola de Nueva Orleans, que ofrece programas de Maestría y Certificado a ministros eclesiales laicos (LEM) así como a los líderes parroquiales que sirven a su iglesia, auspiciados por la oficina diocesana de Formación de Fe.
Loyola University tiene un título de certificado LIMEX con líderes Hispanos de parroquias del decanato V: St. James de Tupelo, St. James de Corinth, St. Christopher de Pontotoc, St. Matthew de Ripley y St. Helen de Amory. Quince participantes comenzaron su devenir en 2018, de los cuales doce continúan con buenos resultados, ya casi listos para graduarse en el próximo diciembre. El certificado de LIMEX consta de seis semestres, completando un curso en cada uno de ellos. Para esto se reúnen en una parroquia a tomar las clases, a veces a distancia, del profesor de Loyola University.
Al final de cada semestre, los participantes reservan un momento para discernir como el curso va impactando sus vidas y su trabajo ministerial. Y para esto se reunieron con el Padre Clemente, bajo la coordinación de Danna Johnson, quien posee una maestría de Estudios Pastorales de Loyola University y quien sirve de facilitadora para toda la logística y el vínculo con la Universidad.
La visita del Padre Clem fue “un hermoso regalo,” dijo Johnson, y continúo explicando, “Los participantes luego encontraran, de acuerdo con su discernimiento con Dios, el cómo implementar sus conocimientos en las comunidades.” En este grupo de líderes, padres y madres de familia, algunos han estado trabajando por más de 15 años, y muy comprometidos, en el ministerio de servicio en su iglesia, “ellos tienen todo mi respeto por su experiencia, fe y por la dedicación a este ‘proceso transformador’- el curso LIMEX- que los hará entender mejor su fe y como aplicarla,” concluyo Johnson.
Como parte de la visita el padre Clem, celebró luego las Misas de Pentecostés en las parroquias de St Christopher, Pontotoc y St James, Tupelo.

PONTOTOC – Padre Clem oficia la Misa de Pentecostés en St. Christopher (Foto de Danna Johnson)
MOBILE – La oficina diocesana de Ministerio Intercultural de Jackson se unió a la “Reunión de la Provincia Eclesiástica de Ministerio Hispano”, el viernes 21 de mayo, con líderes de las diócesis de Birmingham, Mobile y Biloxi en el Monasterio de la Visitación, AL. Primera fila (i -d) Krysthell Castillo, Sonya García, Dr. Olga Villar– directora de formación de SEPI – y Rocío Medina; fila central (i-d) María José Bonilla, Daisey Martinez, Mary Harris, y en fila de atrás (i-d) diácono Marto, diácono Mike Harris, padre Emilio Sotomayor – director ejecutivo de SEPI, diácono Héctor Donastrog y diácono Charles Eick (Foto cortesía de Daisey Martinez)
TUPELO – Parroquia de St. James, mayo 22, reunión de líderes del programa LIMEX con padre Clemente. Junto a él, en foto aparecen: Mariano Hernández, Magaly Heredia, Teresa Pena, Luis Rosales, Bernardo Sorcia, Luis Gordillo, Eduardo Padilla, Yolanda Chávez, Ma. de Jesus Hernández (Chuchi), Maria León, Alejandro López, Raquel Thompson y Danna Johnson. (Foto cortesía de Danna Johnson)

Corpus Christi. La solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor

Por Obispo Joseph R. Kopacz, D.D.
Profundamente arraigada en nuestra tradición de fe, en la fiesta de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor, nos reunimos alrededor del Altar del Sacrificio, como lo hicieron Moisés y los israelitas al pie del monte Sinaí, para renovar y celebrar nuestra Alianza, iniciada en el Bautismo, sellada con la sangre de la Cruz y confirmada en la Resurrección.
Los israelitas salieron de la esclavitud de Egipto a un lugar de libertad en el desierto, para reunirse como Pueblo de Dios. Nos estamos reuniendo de nuevo como el Cuerpo de Cristo, en mayor número después de un año de ser esparcidos, no por la opresión de un cruel Faraón, sino por una pandemia castigadora.
Mirando más atrás en nuestra tradición de fe, nos parecemos a Noé y su familia, incluidas todas las criaturas de Dios, que estaban confinadas en su hogar flotante, hasta el día en que pudieran poner un pie en la tierra y ofrecer sacrificios a Dios.
Así también, nosotros ponemos un pie en nuestras iglesias, de toda la diócesis, de una manera más ordinaria para ofrecer sacrificio al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Obispo Joseph R. Kopacz

En la solemnidad más adecuada, aparte del Domingo de Resurrección, en la Solemnidad del Corpus Christi se levantó la dispensa de la obligación dominical, debidamente establecida durante más de un año, para que nuestros fieles católicos, el Cuerpo de Cristo, pudieran celebrar de nuevo el acto de culto sublime, la Santa Misa.
Me han inspirado, en este año pasado, todos los que se han reunido por hambre de la Palabra de Dios y del sacramento de la Eucaristía y todos los que han tenido un hambre profunda de estar físicamente presentes en la iglesia. Cada vez más, este anhelo se está cumpliendo a medida que la pandemia retrocede. Para aquellos que continúan separados debido a problemas de salud, espero que las circunstancias les permitan regresar a casa, más temprano que tarde.
En encuestas nacionales realizadas durante el año pasado, muchos expresaron que la pandemia, en medio del sufrimiento, la muerte y las privaciones, había fortalecido su fe en Dios y su vida espiritual. Los crisoles suelen hacer esto. Este crecimiento podría indicar una amplia gama de desarrollo personal, pero para nosotros como católicos, las señales externas de que nuestra fe en Jesucristo ha crecido son tangibles. Son el hambre de estar en comunión con él en el sacramento de su Cuerpo y Sangre, el hambre de ser parte viva del Cuerpo de Cristo, la comunidad reunida y el hambre y la sed que tenemos de justicia y reconciliación en nuestras relaciones, comenzando en casa y llegando a todos en nuestras vidas y en nuestro mundo.
El Papa Francisco continuamente aboga por un sentido más profundo de fraternidad en nuestro mundo que complemente la libertad y la igualdad. Su pasión por una mayor unidad y solidaridad entre los pueblos y las naciones surge de la fuente y cumbre de nuestra identidad católica, el santo sacrificio de la Misa.
El precioso cuerpo y la sangre del Señor es nuestro salvavidas en la fe. Cada día la Palabra de Dios resuena de acuerdo en toda la iglesia mundial, una luz en las tinieblas. El crucificado y resucitado es la luz del mundo, el pan de vida, el camino y la verdad. Su vida derramada por nosotros es alimento para el viaje y prenda de la vida eterna.
Qué precioso regalo y misterio celebramos en su amor eterno por nosotros. Cuán bendecidos somos cada vez que nos reunimos para la Eucaristía, profesando nuestra fe en que hacemos esto en memoria de Aquel que está con nosotros siempre hasta el fin de los tiempos y por toda la eternidad.
En el monte Tabor, la montaña de la Transfiguración, Pedro espetó, incrédulo de pura alegría: “Señor, ¡qué bien que estemos aquí!”. (Mateo 17: 4)
Estamos de acuerdo en que es bueno para nosotros estar de regreso en la iglesia, en nuestros lugares sagrados, donde podemos ver y celebrar la gloria de Dios que brilla en el rostro de Jesucristo, en la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor, y durante todo el año. ¡Aleluya!

Obispo, en directivas modificadas, levantará dispensa de obligación de asistir a Misa

Por Joanna Puddister King
JACKSON – Después de un estudio cuidadoso y una consulta con el clero, el obispo Joseph Kopacz levantará la dispensa general de la obligación dominical de asistir a la misa, a partir de la fiesta de Corpus Christi, de la Misa de vigilia el sábado 5 de junio de 2021.
En una carta publicada por la diócesis, el 20 de mayo, el obispo Kopacz declara: “La obligación dominical será restaurada en esta gran fiesta cuando podamos satisfacer nuestra hambre por el Pan de Vida, en la Palabra y Sacramento con la recepción de la Sagrada Comunión.”
El obispo Kopacz recuerda a los fieles en su carta que tengan también en cuenta que la iglesia siempre dispensa a aquellos que enfrentan problemas de salud graves. “Por lo tanto, alguien puede tomar válidamente la decisión de asistir a Misa, si puede, durante la semana y participar en la Misa el día del Señor a través de la transmisión en vivo.”
Además de levantar la dispensa general de la obligación de la Misa dominical, la diócesis modificó sus protocolos durante la pandemia. Las directivas, que representan una combinación de protocolos publicados anteriormente, detallan cómo las parroquias pueden avanzar hacia operaciones más normales, adoptando un enfoque gradual, con una mirada atenta a los desarrollos y la orientación del Centro para el Control de Enfermedades (CDC) y el Departamento de Salud del Estado de Mississippi.
El distanciamiento social será de 3 pies para las Misas y las parroquias pueden usar cada banco para decidir cómo escalonar los asientos para mantener el distanciamiento social.
Además, las máscaras ya no se requieren en la Misa, pero se recomiendan para aquellos que no están vacunados y para niños y jóvenes menores de 16 años. Sin embargo, los sacerdotes y ministros eucarísticos deben usar máscaras al distribuir la Sagrada Comunión.
Con los cambios, algunas cosas seguirán igual. Todavía se anima a recibir la Sagrada Comunión en la mano y los feligreses deben usar desinfectante de manos al entrar a la iglesia.
Los protocolos actualizados también incluyen directivas sobre reuniones, encuentros, así como actividades para jóvenes y la Escuela Bíblica de Vacaciones.
Los párrocos y su personal pastoral son responsables de la ejecución segura y prudente de las directivas, reconociendo que cada parroquia tiene circunstancias únicas. El objetivo es continuar proporcionando un lugar seguro, para la adoración mientras se mantiene un nivel de confianza en todo el pueblo de Dios.
El 13 de mayo, el CDC modificó la guía para el uso de máscaras para las personas completamente vacunadas, lo que les permitió dejar de usar máscaras al aire libre en multitudes y en la mayoría de los entornos interiores. La guía todavía exige el uso de máscaras en entornos interiores abarrotados como autobuses, aviones, hospitales, prisiones y refugios para personas sin hogar.
El padre Lincoln Dall, vicario general de la diócesis, declaró al final de las directrices: “Queremos agradecerles a todos por sus esfuerzos para mantener seguros a nuestros feligreses durante la pandemia. Reconocemos que todos estamos muy cansados de lidiar con la pandemia. … Sin embargo, reconocemos que todavía no es el momento de bajar la guardia por completo. Continuaremos monitoreando la situación y emitiremos lineamientos modificados cuando la realidad de la pandemia cambie.”
Para ver la carta del obispo Kopacz levantando la dispensa y para una lista completa de los protocolos actualizados, visite https://jacksondiocese.org/public-health-concerns/

Leguaje del amor

“ Tener amor es saber soportar;
es ser bondadoso;
es no tener envidia, ni ser presumido,
ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta;
es no enojarse ni guardar rencor;
es no alegrarse de las injusticias,
sino de la verdad.
Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.” Co 13: 4-7.

Por Obispo Joseph R. Kopacz, D.D.
Mientras las naciones se encolerizan, la iglesia proclama elocuentemente en la fe del Pentecostés: Señor Jesús tu vienes a reunir a las naciones en la paz del Reino de Dios. Tu vendrás en palabra y sacramento para fortalecernos en santidad. Vendrás en gloria con salvación para tu pueblo. Mientras nos esforzamos fielmente por cumplir la Gran Comisión del Señor de hacer discípulos en todas las naciones, también aceptamos la enorme tarea de construir el Reino de los Cielos en la tierra dondequiera que se proclame el Evangelio, Romanos 14:17, cuyos signos son la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo.

Obispo Joseph R. Kopacz

La Tierra Santa en la que Jesús y sus primeros discípulos se cruzaron para anunciar el Reino de Dios, sigue trágicamente atormentada sin tregua por el odio, la violencia y el conflicto guerrerista. La tregua, que puso fin a la última ronda de malicia, es tan frágil como un nido de pájaros en medio de depredadores hambrientos. Sin embargo, como discípulos del Señor en una iglesia universal, el Espíritu Santo nos impulsa a superar la complacencia y la indiferencia, el cinismo y la desesperación por el beneficio común y la salvación de todos.
El sueño de Dios para nuestro mundo, a través del derramamiento del Espíritu Santo, es profundamente personal e inexorablemente universal. En nuestra condición de seres únicos, el Señor llama a cada uno de nosotros a arrepentirnos y reconciliarnos con Dios por nuestra propia salvación y por el bien de todos. Esta es una vida en comunidades de fe, de una iglesia mundial, donde la singularidad y la diversidad están destinadas a crear lazos de unidad. Cuando vemos la división en nuestra iglesia, nación y mundo nos preguntamos si la unidad y la diversidad estarán siempre fuera de nuestro alcance.
Cuando estamos atrapados por este caos, el Espíritu Santo siempre nos redirige de regreso a Jesús, derramamiento máximo divino, por el poder de la crucifixión, resur-
rección y ascensión. En la lectura de la carta de Pablo en Gálatas 5:19ss en el domingo de Pentecostés, después de reconocer la oscuridad que habita dentro de cada uno de nosotros, se ilustran los frutos del Espíritu Santo y la fuente de la que brotan.
“Y los que son de Cristo Jesús, ya han crucificado la naturaleza del hombre pecador junto con sus pasiones y malos deseos. Si ahora vivimos por el Espíritu, dejemos también que el Espíritu nos guíe.“ Ga 5: 24-25 Es muy importante si vivimos por el Espíritu, pues eso determina cómo caminamos; determinará si podemos crear unidad mientras apreciamos la diversidad, o si nos revolcaremos en la división o, peor aún, en la violencia, el terror y la guerra entre las naciones.
En medio de enormes divisiones entre la comunidad cristiana primitiva en Corinto, empañada por juicios, inmoralidad sexual, desprecio por los pobres, abusos en la Cena del Señor, facciones y negación de la resurrección por nombrar algunos, San Pablo se mantuvo firme en su creencia de que el Espíritu Santo podía sacar el orden divino del caos. “Hay en la iglesia diferentes dones, pero el que los concede es un mismo Espíritu. Hay diferentes maneras de servir, pero todas por encargo de un mismo Señor. Y hay diferentes manifestaciones de poder, pero es un mismo Dios, que, con su poder, lo hace todo en todos. Dios da a cada uno alguna prueba de la presencia del Espíritu, para provecho de todos.” 1Co12: 4-7
Lo que sigue es una parte del testimonio más anunciado compuesto sobre el amor y que San Pablo escribió de “la manera más excelente.”
“Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.” Co 13: 4-7 El Espíritu Santo les dio a los corintios una salida de su caos y un camino a seguir para cada comunidad cristiana de todos los tiempos, de una generación a la siguiente.
Los historiadores y los eruditos bíblicos pueden desconcertar la venida del Espíritu Santo y su significado hace 2000 años. Pero para aquellos de nosotros que estamos comprometidos con el ministerio cristiano y la divulgación, no puede haber duda de que el idioma que se hablaba entonces y ahora, es el que cualquier persona puede entender. Es el lenguaje del Evangelio, la Buena Nueva. Es el lenguaje del amor. Sí, es por eso por lo que Pentecostés sigue vivo.
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.