Recordando a un profeta estadounidense

Obispo Joseph Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
Este próximo fin de semana se extiende para muchos con la fiesta nacional en honor a Martin Luther King Jr., quien dio su vida por los derechos civiles, la igualdad racial y la dignidad humana de todas las personas. En menos de tres meses la nación conmemora el 50º aniversario de su asesinato el 4 de abril de 1968, y en la evolución de nuestra nación su voz profética y testimonio de libertad y justicia para todos aún enfrenta nuestra conciencia colectiva e individual. El 9 de diciembre de 2017, en el estado de Mississippi, hemos captado la atención de la nación con la apertura del Museo de Derechos Civiles cuya misión es documentar, exponer la historia, y educar al público sobre el movimiento de derechos civiles estadounidense en Mississippi, entre 1945 y 1970.
A nivel nacional, el nuevo museo Smithsonian, inaugurado el 24 de septiembre de 2016, cerca del Monumento a Washington, y ha recibido a más de 1 millones de visitantes hasta la fecha. Es el único museo nacional dedicado exclusivamente a la documentación de la vida Afro-Americana, su arte, historia y cultura. Se trata de comprender la historia americana a través de la experiencia afro-americana.
Martin Luther King Jr. singularmente encarna el movimiento por los derechos civiles como un discípulo de Jesucristo, una voz profética, un mártir y testigo del hambre insaciable del espíritu humano por la verdad, la libertad y la justicia.
Las palabras pronunciadas por Dios al profeta Isaías fueron grabadas en el alma de Martin Luther King. “Yo, el Señor, te han llamado para la victoria de la justicia. Te he tomado de la mano; te he formado para que seas señal de mi pacto con el pueblo, luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para sacar a los presos de la cárcel, del calabozo donde viven en la oscuridad, quienes viven en la oscuridad”, (Isaías 42, 1ss). Podemos ver esta sabiduría profética y la fuerza que sólo puede venir de Dios en la capacidad de Martin Luther King de sufrir y en su filosofía de la resistencia no violenta frente a la injusticia.
En 1960 reflexionó sobre su experiencia de sufrimiento para la publicación Siglo Cristiano. “He conocido muy pocos días tranquilos en los últimos años. He sido arrestado cinco veces y puesto en cárceles de Alabama. Mi casa ha sido bombardeada dos veces. Raramente pasa un día que mi familia y yo no recibimos amenazas de muerte. He sido víctima de un casi fatal apuñalamiento. Así, en un sentido real he sido azotado por las tormentas de la persecución”.
Raramente habló de sus propias luchas porque él no tenía un complejo de mártir, y de todos modos, todo el mundo sabía de ellos, pero comprendió la realidad del Siervo doliente en la cara de la injusticia. “Hay algunos que todavía consideran la cruz como un escollo, y otros la consideran como una simpleza, pero estoy más convencido que nunca que es el poder de Dios para la salvación individual y social. Así como el apóstol Pablo, yo humildemente y orgullosamente puedo decir que “yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. Más que nunca, estoy convencido de la realidad de un Dios personal”.
Martin Luther King Jr. estaba comprometido a la no violencia y a la justicia racial como lo descubrió en la experiencia de Mahatma Gandhi en la era moderna, y a través de su relación personal con Jesucristo. Él sabía que los muros de la segregación, de la desigualdad racial y el racismo tenían que ser aplastados por el ariete de justicia, pero tenían que ser realizados en forma no violenta.
No todos estaban de acuerdo con él, entonces, y no todo el mundo está de acuerdo con él ahora, pero el tiempo revela dónde habitan la sabiduría y la verdad.
Al reflexionar sobre las implacables luchas en nuestra nación sobre nuestra división racial, la filosofía de Martin Luther King de la no violencia puede renovar la visión y el compromiso por el bien común. “En primer lugar, la no violencia no es un método para cobardes; es resistencia. No es agresiva, pero es dinámicamente agresiva espiritualmente. La resistencia no violenta no busca derrotar o humillar al oponente, sino ganar su amistad y comprensión. El objetivo es la redención y la reconciliación.
Las consecuencias de la no violencia es la creación de la amada comunidad, mientras que las secuelas de la violencia es trágica amargura. Está dirigida contra las fuerzas del mal, y no en contra de las personas que se encuentran atrapados en la telaraña de la maldad. Vamos a vencer la injusticia y no aquellos que son injustos. En el centro de la no violencia se encuentra el principio del amor. A lo largo del camino de la vida, alguien debe tener bastante sentido común y la moral suficiente para cortar la cadena de odio. Amamos, no porque nos gustan todos, pero porque Dios los ama.
Por último, el método de la no violencia se basa en la convicción de que el universo está en el lado de la justicia. Hay algo en el mismo centro de nuestra fe cristiana que nos recuerda que el Viernes Santo puede reinar durante un día, pero, en última instancia, debe dar paso al triunfante compás de los tambores de la Pascua”. En esta profunda filosofía, levantado por su vida, Martin Luther King termina con esta oración y sueño. “Dios concídenos que libremos la lucha con disciplina y dignidad. Mediante el uso sabio y con valentía de este método saldremos del sombrío y desolado de la medianoche de la inhumanidad del hombre para con el hombre en el luminoso amanecer de la libertad y la justicia.” (Siglo cristiano 1957).
La lucha por superar la división racial sistémica intratable que sigue afligiendo el bienestar de nuestra nación debe continuar. Tenemos un largo camino que recorrer por una mejor oportunidad económica y educativa, por la atención universal de la salud y la reforma penitenciaria. Mientras las paredes del racismo y la discriminación son derrumbadas, los puentes hacia la oportunidad y esperanza deben ser construidos y atravesados.
Al conmemorar la fiesta nacional en memoria del Dr. Martin Luther King Jr., podemos comprometernos con los principios de la no violencia y una insaciable hambre por una mayor justicia y paz en nuestra nación. En su visión y sueño la transformación social y la responsabilidad personal se abrazarán para que las bendiciones de libertad y justicia sea un sueño hecho realidad para todos.

Todavía aprendiendo de los fundadores de la educación católica

Obispo Joseph Kopacz

La Semana de las Escuelas católicas se celebra este año del 28 de enero al 3 de febrero en donde quiera que una diócesis en todo el territorio de los Estados Unidos es bendecida de tener un sistema de enseñanza católica. El tema de este año es: Escuelas Católicas: Aprende. Sirve. Dirige. Ten éxito. Nuestro legado de escuelas en la Diócesis de Jackson se remonta a 1847 en Natchez, antes de extenderse hacia Vicksburg y Greenville y luego gradualmente hacia el este en el estado de Mississippi. Debido a que nuestra diócesis fue la 13ª Diócesis Católica establecida en la nación la tradición de nuestras escuelas católicas comenzó no mucho después de que las primeras escuelas católicas fueran abiertas en los Estados Unidos. La madre y el padre, fundadores de la educación católica, fueron Santa Isabel Ana Seton y San Juan Neumann. Isabel Ana Seton, 1784-1821, fue una creyente Episcopal a través de la mitad de su vida, y esposa y madre de seis hijos que siempre encontró el tiempo para obras benéficas y de acercamiento.
Ella se convirtió al catolicismo tras la muerte de su marido, y en un corto periodo de tiempo fundó las Hijas de la Caridad basada en la regla de San Vicente de Paúl y su comunidad religiosa en Francia. Su misión se convirtió en la educación basada en la fe, envolviéndose en un profundo y desconocido campo. Fundó la primera escuela católica en los Estados Unidos en 1812, y para 1818 las hermanas habían establecido dos orfanatos y otra escuela. En la actualidad, seis grupos de hermanas pueden trazar sus orígenes a la fundación inicial de la Madre Seton. Los siguientes son extractos de los escritos y la sabiduría de esta gran matriarca.
“Comparto sus luchas como educadores de hoy, y estoy con ustedes en esa lucha. Los signos de los tiempos les ruegan que sean espiritualmente maduros para fomentar un clima de renacimiento misionero fiel a (mi) legado por la educación católica. Están convencidos de la necesidad de una visión estratégica en nombre del Evangelio? ¿Están dispuestos a correr el riesgo de llevar a cabo nuevas ideas que respondan a la necesidad humana absoluta?
¿Qué necesidades insatisfechas existen en tu colegio, parroquia o comunidad que puedes abordar de manera realista? ¿Cómo interactúas con los sectores públicos y privados y las redes escolares en casa? ¿Qué nuevos programas o cursos beneficiarían a tus estudiantes o a atraer nuevos? ¿Qué servicios oportunos ofrecen ustedes actualmente que pueden ampliarse a otros? Hay maneras para que usted pueda combinar esfuerzos y recursos para otras nuevas?
¿Qué mejoras pueden introducirse mediante la adopción de nuevas técnicas? Los invito a discutir si su definición de educación realmente satisface las cambiantes necesidades de la sociedad.
En su papel como educadores, céntrense en la persona entera, enseñen la lección y toquen el corazón. Por encima de todo amigos, enseñen a sus alumnos acerca del amor de Dios por ellos. ¡Oh! Fijen su mirada en el futuro y siempre traten de educar a sus alumnos para el mundo en que están destinados a vivir.
Las buenas relaciones de la casa y la escuela fueron muy importantes para mí y a menudo me comunico con los padres acerca del progreso de sus hijos, o la falta de este. Yo les digo que sé que los padres americanos les es más difícil oír las faltas de sus hijos.
He intentado varios métodos de disciplina pero siempre con firmeza suave. He descubierto que la pérdida de recreación, la privación de una fruta, o el pago de un centavo por buenas obras, a menudo ha funcionado bien. Arrodillarse, también era la única forma de castigo físico que permití.
No acepté ninguna forma de prejuicio o discriminación. La inclusión fue mi objetivo. Mi escuela fue fundada en los valores perennes del respeto y la igualdad. Ruego que se tenga en cuenta que la compasión cristiana auténtica se expresa universalmente y no de manera selectiva. Esto se extiende a los niños de la montaña que son pobres, a los niños de Pennsylvania Dutch, y a los niños africano-americanos de los esclavos y de padres libres a los que yo mismo enseñé”. Sus Hijas de la Caridad llegaron a Natchez en 1847 y permanecieron hasta el 2003. Santa Isabel Ana Seton fue beatificada en 1963 y canonizada en 1976.
El patriarca de educación de la escuela católica es San Juan Neumann, quien nació en 1811 en Bohemia, en la República Checa moderna. Después de viajar a América fue ordenado y entró en la orden redentorista y sirvió fielmente a los pobres en Buffalo, Nueva York. El Padre Juan Neumann fue nombrado obispo de Filadelfia en 1852 y fue el primero en organizar un sistema de enseñanza católica diocesana. Como fundador de las escuelas católicas en este país, él aumentado el número de escuelas en su diócesis de dos hasta 100 en ocho años y escribió libros de los catecismos y otros panfletos para enseñar la fe, mientras trabaja para traer buenos maestros a la diócesis. El trabajo de su vida fue el de difundir la fe. El Obispo John Neumann nunca perdió su amor y preocupación por la gente.
En una visita a una parroquia rural, el párroco lo recogió en un vagón con estiércol. Sentado en una plancha que se extendía sobre los contenidos del vagón, John bromeó, “¿Has visto alguna vez tal cortejo para un obispo?” Su capacidad de aprender idiomas que lo había traído a América le llevó a aprender español, francés, italiano y holandés, de modo que pudiera oír confesiones en al menos seis idiomas. Cuando comenzó la inmigración irlandesa, aprendió el gaélico tan bien que una mujer irlandesa comentó, “no es grandioso que tengamos un obispo irlandés!” Una vez en una visita a Alemania regresó a la casa donde se hospedaba empapado por la lluvia. Cuando su anfitrión le sugirió que se cambiara sus zapatos, John comentó, “La única manera de cambiarme mis zapatos es colocando el zapato izquierdo en el pie derecho y el zapato derecho en el pie izquierdo. Este es la único par de zapatos que tengo”.
Las palabras del Señor Jesús de “ir y enseñar y hacer discípulos de todas las naciones” fueron grabadas en los corazones y las mentes de Santa Isabel Ana Seton y San Juan Neumann. Ojalá que estos patronos de la educación en los colegios católicos continúe intercediendo por nosotros mientras nos esforzamos por ser fieles a nuestra visión de “inspirar a los discípulos, abrazar la diversidad y servir a los demás” en nuestro sistema escolar católico de la Diócesis de Jackson.

Still learning from founders of Catholic education

Bishop Kopacz

By Bishop Joseph Kopacz
Catholic Schools Week is celebrated this year from January 28 to February 3 wherever a diocese throughout the United States is blessed to have a Catholic School system. This year’s theme is: Catholic Schools: Learn. Serve. Lead. Succeed. Our legacy of schools in the Diocese of Jackson dates back to 1847 in Natchez before spreading upstream to Vicksburg and Greenville and then gradually fanning out eastward across the State of Mississippi. Because our diocese was the 13th Catholic diocese established in the nation, our Catholic School tradition began not too long after the first Catholic Schools were launched in the United States.
The founding mother and father of Catholic Education were St. Elizabeth Ann Seton and St. John Neumann. Elizabeth Ann Seton (1784-1821) was an Episcopalian believer through half of her life, and a wife and mother of six who always found the time for charitable works and outreach. She became a Catholic after the death of her husband and within a short time founded the Daughters of Charity based upon the rule of Saint Vincent de Paul and his religious community in France. Her mission became faith-based education, stepping out into deep and unchartered waters. She founded the first Catholic School in the United States in 1812, and by 1818 the sisters had established two orphanages and another school. Today, six groups of sisters can trace their origins to Mother Seton’s initial foundation. The following are excerpts from the writings and wisdom of this great matriarch.
“I share your struggles as educators today, and I am with you in that struggle. The signs of the times beg you to be spiritually mature to foster a climate of missionary renaissance faithful to (my) legacy of Catholic Education. Are you convinced of the need of a strategic vision in the name of the Gospel? Are you willing to risk carrying out new ideas that respond to absolute human need?
“What unmet needs exist in your school, parish or community that you can realistically address? How do you interface with public, private and home school networks? What new programs or courses would benefit your students or attract new ones? What timely services do you currently offer which can be extended to others? Are there ways you can combine efforts and resources for new ones? What improvements can be made by adopting new techniques? I invite you to discuss whether your definition of education really meets society’s changing needs.
“In your role as educators, focus on the whole person – teach the lesson and touch the heart. Above all, my friends, teach your pupils about God’s love for them. Oh! Set your gaze on the future and always strive to fit your students for the world in which they are destined to live.
“Good home-school relations were important to me and I often corresponded with parents about their children’s progress-or lack of it. I will tell you, I know American parents to be most difficult in hearing the faults of their children.
“I tried several methods of discipline but always with gentle firmness. I discovered the loss of recreation, deprivation of fruit, or payment of a a penny for good works often worked well. Kneeling down was also the only form of physical punishment I allowed.
“I shunned every form of prejudice or discrimination. Inclusiveness was my goal. My school was founded on the enduring values of respect and equality. I pray that you keep in mind that authentic Christian compassion is expressed universally rather than selectively. This is to be extended to mountain children who are poor, to the Pennsylvania Dutch children, and to the African American children of slaves and free parents whom I myself taught.”
Her Daughters of Charity came to Natchez in 1847 and remained until 2003. Saint Elizabeth Ann Seton was beautified in 1963 and canonized in 1976.
The patriarch of Catholic School education is Saint John Neumann who was born in 1811 in Bohemia in the modern day Czech Republic. After traveling to America he was ordained and entered the Redemptorist Order and faithfully served the poor in Buffalo, New York. Father John Neumann was appointed bishop of Philadelphia in 1852 and was the first to organize a diocesan Catholic school system. As a founder of Catholic Schools in this country, he increased the number of schools in his diocese from two to 100 in eight years and wrote catechisms and other pamphlets to teach the faith, while working to bring good teachers into the diocese. His life’s work was to spread the faith.
Bishop John Neumann never lost his love and concern for the people. On one visit to a rural parish, the parish priest picked him up in a manure wagon. Seated on a plank stretched over the wagon’s contents, John joked, “Have you ever seen such an entorage for a bishop!”
The ability to learn languages that had brought him to America led him to learn Spanish, French, Italian and Dutch so he could hear confessions in at least six languages. When Irish immigration started, he learned Gaelic so well that one Irish woman remarked, “Isn’t it grand that we have an Irish bishop!”
Once on a visit to Germany, he came back to the house he was staying in soaked by rain. When his host suggested he change his shoes, John remarked, “The only way I could change my shoes is by putting the left one on the right foot and the right one on the left foot. This is the only pair I own.”
The words of the Lord Jesus to “go and teach and make disciples of all the nations” were emblazoned in the hearts and minds of Saint Elizabeth Ann Seton and Saint John Neumann. May these patrons of Catholic School education continue to intercede for us as we strive to be faithful to our vision to “inspire disciples, to embrace diversity and to serve others” in our Catholic Schools in the Diocese of Jackson.

Recordando a un profeta estadounidense

Obispo Joseph Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
Este próximo fin de semana se extiende para muchos con la fiesta nacional en honor a Martin Luther King Jr., quien dio su vida por los derechos civiles, la igualdad racial y la dignidad humana de todas las personas. En menos de tres meses la nación conmemora el 50º aniversario de su asesinato el 4 de abril de 1968, y en la evolución de nuestra nación su voz profética y testimonio de libertad y justicia para todos aún enfrenta nuestra conciencia colectiva e individual. El 9 de diciembre de 2017, en el estado de Mississippi, hemos captado la atención de la nación con la apertura del Museo de Derechos Civiles cuya misión es documentar, exponer la historia, y educar al público sobre el movimiento de derechos civiles estadounidense en Mississippi, entre 1945 y 1970.
A nivel nacional, el nuevo museo Smithsonian, inaugurado el 24 de septiembre de 2016, cerca del Monumento a Washington, y ha recibido a más de 1 millones de visitantes hasta la fecha. Es el único museo nacional dedicado exclusivamente a la documentación de la vida Afro-Americana, su arte, historia y cultura. Se trata de comprender la historia americana a través de la experiencia afro-americana.
Martin Luther King Jr. singularmente encarna el movimiento por los derechos civiles como un discípulo de Jesucristo, una voz profética, un mártir y testigo del hambre insaciable del espíritu humano por la verdad, la libertad y la justicia.
Las palabras pronunciadas por Dios al profeta Isaías fueron grabadas en el alma de Martin Luther King. “Yo, el Señor, te han llamado para la victoria de la justicia. Te he tomado de la mano; te he formado para que seas señal de mi pacto con el pueblo, luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para sacar a los presos de la cárcel, del calabozo donde viven en la oscuridad, quienes viven en la oscuridad”, (Isaías 42, 1ss). Podemos ver esta sabiduría profética y la fuerza que sólo puede venir de Dios en la capacidad de Martin Luther King de sufrir y en su filosofía de la resistencia no violenta frente a la injusticia.
En 1960 reflexionó sobre su experiencia de sufrimiento para la publicación Siglo Cristiano. “He conocido muy pocos días tranquilos en los últimos años. He sido arrestado cinco veces y puesto en cárceles de Alabama. Mi casa ha sido bombardeada dos veces. Raramente pasa un día que mi familia y yo no recibimos amenazas de muerte. He sido víctima de un casi fatal apuñalamiento. Así, en un sentido real he sido azotado por las tormentas de la persecución”.
Raramente habló de sus propias luchas porque él no tenía un complejo de mártir, y de todos modos, todo el mundo sabía de ellos, pero comprendió la realidad del Siervo doliente en la cara de la injusticia. “Hay algunos que todavía consideran la cruz como un escollo, y otros la consideran como una simpleza, pero estoy más convencido que nunca que es el poder de Dios para la salvación individual y social. Así como el apóstol Pablo, yo humildemente y orgullosamente puedo decir que “yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. Más que nunca, estoy convencido de la realidad de un Dios personal”.
Martin Luther King Jr. estaba comprometido a la no violencia y a la justicia racial como lo descubrió en la experiencia de Mahatma Gandhi en la era moderna, y a través de su relación personal con Jesucristo. Él sabía que los muros de la segregación, de la desigualdad racial y el racismo tenían que ser aplastados por el ariete de justicia, pero tenían que ser realizados en forma no violenta.
No todos estaban de acuerdo con él, entonces, y no todo el mundo está de acuerdo con él ahora, pero el tiempo revela dónde habitan la sabiduría y la verdad.
Al reflexionar sobre las implacables luchas en nuestra nación sobre nuestra división racial, la filosofía de Martin Luther King de la no violencia puede renovar la visión y el compromiso por el bien común. “En primer lugar, la no violencia no es un método para cobardes; es resistencia. No es agresiva, pero es dinámicamente agresiva espiritualmente. La resistencia no violenta no busca derrotar o humillar al oponente, sino ganar su amistad y comprensión. El objetivo es la redención y la reconciliación.
Las consecuencias de la no violencia es la creación de la amada comunidad, mientras que las secuelas de la violencia es trágica amargura. Está dirigida contra las fuerzas del mal, y no en contra de las personas que se encuentran atrapados en la telaraña de la maldad. Vamos a vencer la injusticia y no aquellos que son injustos. En el centro de la no violencia se encuentra el principio del amor. A lo largo del camino de la vida, alguien debe tener bastante sentido común y la moral suficiente para cortar la cadena de odio. Amamos, no porque nos gustan todos, pero porque Dios los ama.
Por último, el método de la no violencia se basa en la convicción de que el universo está en el lado de la justicia. Hay algo en el mismo centro de nuestra fe cristiana que nos recuerda que el Viernes Santo puede reinar durante un día, pero, en última instancia, debe dar paso al triunfante compás de los tambores de la Pascua”. En esta profunda filosofía, levantado por su vida, Martin Luther King termina con esta oración y sueño. “Dios concídenos que libremos la lucha con disciplina y dignidad. Mediante el uso sabio y con valentía de este método saldremos del sombrío y desolado de la medianoche de la inhumanidad del hombre para con el hombre en el luminoso amanecer de la libertad y la justicia.” (Siglo cristiano 1957).
La lucha por superar la división racial sistémica intratable que sigue afligiendo el bienestar de nuestra nación debe continuar. Tenemos un largo camino que recorrer por una mejor oportunidad económica y educativa, por la atención universal de la salud y la reforma penitenciaria. Mientras las paredes del racismo y la discriminación son derrumbadas, los puentes hacia la oportunidad y esperanza deben ser construidos y atravesados.
Al conmemorar la fiesta nacional en memoria del Dr. Martin Luther King Jr., podemos comprometernos con los principios de la no violencia y una insaciable hambre por una mayor justicia y paz en nuestra nación. En su visión y sueño la transformación social y la responsabilidad personal se abrazarán para que las bendiciones de libertad y justicia sea un sueño hecho realidad para todos.

Remembering an American prophet

Bishop Kopacz

By Bishop Joseph Kopacz
The weekend ahead is extended for many with the national holiday in honor of Martin Luther King Jr. who laid down his life for civil rights, racial equality and human dignity for all people. In less than three months the nation marks the 50th anniversary of his assassination on April 4, 1968, and in our nation’s evolution his prophetic voice and witness to liberty and justice for all still confronts our collective and individual consciences.
On December 9, 2017 we in Mississippi captured the nation’s attention with the opening of the Civil Rights Museum whose mission is to document, exhibit the history of, and educate the public about the American Civil Rights Movement in Mississippi between 1945 and 1970. At the national level the newest Smithsonian museum opened September 24, 2016, near the Washington Monument, and has welcomed more than 1 million visitors to date. It is the only national museum devoted exclusively to the documentation of African American life, art, history, and culture. It seeks to understand American history through the lens of the African American experience.
Martin Luther King Jr. uniquely embodies the Civil Rights movement as a disciple of Jesus Christ, a prophetic voice, a martyr and a witness to the insatiable hunger in the human spirit for truth, liberty and justice. The words spoken by God to the prophet Isaiah were seared in the soul of Martin Luther King. “I, the Lord, have called you for the victory of justice. I have grasped you by the hand; I formed you and set you as a covenant for the people, a light for the nations, to open the eyes of the blind, to bring out prisoners from confinement, and from the dungeon, those who live in darkness.” (Isaiah 42, 1ff)
We can see this prophetic wisdom and the strength that can only come from God in MLK’s capacity to be long suffering and in his philosophy of non-violent resistance in the face of injustice. In 1960 he reflected upon his experience of suffering for the Christian Century publication. “I have known very few quiet days in the past few years. I have been arrested five times and put in Alabama jails. My home has been bombed twice. A day seldom passes that my family and I are not the recipients of threats of death. I have been the victim of a near fatal stabbing. So in a real sense I have been battered by the storms of persecution.”
He seldom spoke to his own struggles because he did not have a martyr’s complex, and the world knew of them anyway, but he understood the reality of the Suffering Servant in the face of injustice. “There are some who still find the Cross a stumbling block, and others consider it foolishness, but I am more convinced than ever that it is the power of God unto social and individual salvation. So like the Apostle Paul, I can humbly and proudly say that ‘I bear in my body the marks of the Lord Jesus.’ More than ever I am convinced of the reality of a personal God.”
Martin Luther King Jr was committed to nonviolence and racial justice as he discovered in the experience of Mahatma Gandhi in the modern era, and through his personal relationship with Jesus Christ. He knew that the walls of segregation, racial inequality and racism had to be smashed by the battering ram of justice, but it had to be accomplished nonviolently.
Not everyone agreed with him then, and not everyone agrees with him now, but time reveals where wisdom and truth dwell. As we reflect upon our nation’s unrelenting struggles over our racial divide MLK’s philosophy of nonviolence can renew are vision and commitment for the common good. “First, nonviolence is not a method for cowards; it does resist. It is non-aggressive physically, but it is dynamically aggressive spiritually. Nonviolent resistance does not seek to defeat or humiliate the opponent, but to win his friendship and understanding. The goal is redemption and reconciliation.
“The aftermath of nonviolence is the creation of the beloved community, while the aftermath of violence is tragic bitterness. It is directed against the forces of evil rather than at those persons who are caught in the web of evil. We are out to defeat injustice and not those who are unjust. At the center of nonviolence stands the principle of love. Along the way of life, someone must have sense enough and morality enough to cut the chain of hate. We love, not because we like everyone, but because God loves them.
“Finally, the method of nonviolence is based on the conviction that the universe is on the side of justice. There is something at the very center of our Christian faith that reminds us that Good Friday may reign for a day, but ultimately it must give way to the triumphant beat of the Easter drums.” In this profound philosophy, raised up by his life, Martin Luther King ends with this prayer and dream. “God grant that we wage the struggle with discipline and dignity. Through using this method wisely and courageously we will emerge from the bleak and desolate midnight of man’s inhumanity to man into the bright daybreak of freedom and justice.” (Christian Century 1957) The struggle to overcome the systemic intractable racial divide that continues to afflict our nation’s well being must continue. We have a long way to go on the road to economic and educational opportunity, toward universal health care and prison reform.
As the walls of racism and discrimination are smashed, the bridges toward opportunity and hope must be built and traversed. As we commemorate the national holiday in memory of Dr. Martin Luther King Jr., may we recommit ourselves to the principles nonviolence and an insatiable hunger for greater justice and peace in our nation. In his vision and dream societal transformation and personal responsibility will embrace so that the blessings of liberty and justice will be a dream realized for all.

Dando gracias por aquellos que sirven

Obispo Joseph Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
La celebración del nacimiento del Señor, la Encarnación, literalmente, “el Verbo se hizo carne, y puso su morada entre nosotros” (Juan 1, 14) es un dramático anuncio de fe que Dios está en medio de nosotros y nos persigue implacablemente en la maravillosa historia de la salvación. La traducción literal de la carpa en nuestro medio es tan apropiada porque en cualquier momento el Señor Jesús puede mudarse y caminar con nosotros, o perseguirnos a donde sea que vayamos. Este es el misterio hacia el cual el Papa Francisco nos está dirigiendo en el Evangelii Guadium, la Alegría del Evangelio, cuando nos invita a luchar contra la declaración, “el tiempo es más importante que el espacio”. Cuando nos encontramos con nuestro vivo y amado Señor encarnado, o mejor dicho, cuando nos agarra (Flp 3, 14) podemos gritar con alegría, “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra” (Lucas 2, 14), porque incluso si nos mantenemos en silencio las piedras gritarían. (Lucas 19,40)
Los relatos de la infancia en su sencillez y sofisticación entremezclan las tinieblas y la luz. La violencia y el odio de Herodes, haciendo estragos en nuestro propio tiempo, persigue al Cristo para destruirlo a él y a todos los asociados con él. Sin embargo, él no pudo acallar las voces de los ángeles y los pastores, ni amenazar a los Magos en su búsqueda de la verdad. Esto es cierto para nosotros en nuestra época porque las voces de odio y violencia contra los discípulos del Señor, la Iglesia, a menudo sólo refuerza nuestra determinación, especialmente en la sangre de los mártires. La encarnación del Señor no debe ser separada de su crucifixión y resurrección, y cuando la recordamos podemos ver un hecho similar en la historia de San Pablo. Durante un tiempo, él era Herodes en disfraz implacablemente a la caza de los discípulos del Señor, a fin de destruir la naciente comunidad de creyentes. Joseph Holzner en su libro Pablo de Tarso ofrece un inspirado relato del principio de la conversión de Saúl en el que vemos el propósito de la encarnación divina en acción.
“Él, San Paul, era el cazador impulsado por una insaciable sed de la presa. Sin embargo, en esos días en el camino de Damasco, otro, el maestro de aquellos discípulos que estaba cazando, también se encontraba en el sendero. Pablo pensó que él era el cazador, pero de hecho, él era la presa. Cristo es el Divino cazador, el sabueso de los cielos, y aquí en el camino de Damasco, está persiguiendo una presa muy preciosa que no podrán escapar”. El deseo divino de Dios de abrazar el corazón y la mente de cada ser humano en Jesucristo, la Palabra hecha carne, está en trabajo en la Iglesia en cada momento en todo el mundo. Cada uno de nosotros y todas las personas son preciosas para Jesucristo quien inspira nuestras esperanzas y sueños en su temporada santa. Esta labor se hace evidente a través de la Diócesis de Jackson, en temporada y fuera de temporada. (2Timoteo 4, 2)
Cuando nos detenemos a reflexionar y atesorar todas estas cosas en nuestros corazones, como lo hizo María después de la visita de los pastores, podemos ver y oír el Evangelio vivo en forma ordinaria y extraordinaria, cada día en los 65 condados de nuestra diócesis.
En comparación con otras denominaciones cristianas más grandes, podemos ser pocos en número, pero estamos “anunciando al Señor Jesús al vivir el Evangelio de manera que todos puedan experimentar al Señor crucificado y vivo”. (Declaración de Misión) Estoy agradecido por tantos colaboradores en la viña del Señor quienes sirven en numerosos ministerios y de admirables maneras para traer la Buena Noticia de Jesucristo a los hombres de nuestro tiempo.
Algunos de ustedes han servido durante mucho tiempo. Algunos han instalado sus tiendas de campaña entre nosotros recientemente. En particular, en nombre de toda la Diócesis de Jackson y muchos en el Condado Holmes, quiero dar la bienvenida a la Hermana Mary Walz, DC, a la Hermana Madeline Kavenaugh, DC, y a la Hermana Sheila Conley, SC, quienes llegaron el mes pasado para construir de nuevo la esperanza del Evangelio en las secuelas de la Hermana Paula y la Hermana Margaret quienes fueron asesinadas hace año y medio.
Con sus propios talentos forjados en los fuegos del ministerio pastoral a lo largo de muchos años tomarán el relevo de servicio amoroso en el nombre del Señor Jesús. Durante los últimos días del Adviento, podemos orar para que el camino del Señor en nuestras vidas esté abierto de par en par para celebrar su nacimiento en nuestras vidas a través de la fe.
Feliz Navidad.

Giving thanks for those who serve

Bishop Joseph Kopacz

By Bishop Joseph Kopacz
The celebration of the Lord’s birth, the Incarnation, literally, the “Word became flesh, and pitched his tent among us,” (John 1, 14) is a dramatic proclamation of faith that God is in our midst and relentlessly pursues us in the wonderful story of salvation.
The literal translation of the tent in our midst is so apt because at any moment the Lord Jesus can pull up stakes and walk with us, or pursue us wherever we may go. This is the mystery that Pope Francis is pointing us towards in the Evangelii Guadium, the Joy of the Gospel, when he invites us to wrestle with the statement, “time is more important that space.”
When we encounter our living and loving incarnate Lord, or better said, when he grasps us (Phil 3, 14) we can joyfully shout, “Glory to God in the highest and peace on earth” (Luke 2, 14), because even if we remained silent the very stones would shout out. (Luke 19,40) The Infancy Narratives in their simplicity and in their sophistication intermingle darkness and light. Herod’s violence and hate, reeking havoc in our own time, pursues the Christ in order to destroy him and all associated with him. Yet, he could not silence the voices of the angels and shepherds, nor menace the Magi’s search for truth.
This holds true for us in our time because the voices of hate and violence against the Lord’s disciples, the Church, often only strengthens our resolve, especially in the blood of the martyrs. The Incarnation of the Lord must not be severed from his crucifixion and resurrection, and when we play it forward we can see a similar account in the story of Saint Paul.
For a time, he was Herod in disguise relentlessly hunting down the disciples of the Lord in order to destroy the nascent community of believers.
Joseph Holzner in his book Paul of Tarsus offers an inspired account of the beginning of Saul’s conversion in which we see the divine purpose of the Incarnation in action.
“He, Saint Paul, was the hunter driven by an insatiable thirst for the prey. However, in those days on the road to Damascus, another, the Master of those disciples he is hunting, is also on the trail. Paul thought that he was the hunter, but indeed, he was the quarry.
Christ is the Divine Hunter, the Hound of Heaven, and here on the road to Damascus he is running down a most precious quarry who will not be able to escape.”
God’s divine desire to embrace the heart and mind of every human being in Jesus Christ, the Word made Flesh, is at work in the Church at every moment throughout the world. Each of us and all people are most precious to Jesus Christ who inspires our hopes and dreams in his holy season. This work is evident throughout the Diocese of Jackson in season and out of season. (2Timothy 4, 2)
When we pause to reflect and treasure all these things in our hearts, as did Mary in the aftermath of the shepherds’ visit, we can see and hear the Gospel alive in ordinary and extraordinary ways, every day in the 65 counties of our diocese. In comparison to much larger Christian denominations, we may be small in number, but we are “proclaiming the Lord Jesus by living the Gospel so that all may experience the crucified and living Lord.” (Mission Statement)
I am grateful for so many coworkers in the Vineyard of the Lord who serve in numerous ministries and admirable ways to bring the Good News of Jesus Christ to the people of our time. Some of you have been serving for a long time. Some have pitched their tents among us just recently. In particular, on behalf of the entire Diocese of Jackson and many in Holmes County, I want to welcome Sister Mary Walz, DC, Sister Madeline Kavenaugh, DC, and Sister Sheila Conley, SC, who arrived last month to build back up the hope of the Gospel in the aftermath of Sister Paula and Sister Margaret’s murders a years and half ago.
With their own unique gifts forged in the fires of pastoral ministry over many years they will take up the torch of loving service in the name of the Lord Jesus. (See related story on page 4)
During the closing days of Advent may we pray that the way of the Lord in our lives is wide open to celebrate his birth into our lives through faith.
Merry Christmas.

Escucha los ecos en Adviento

Obispo Joseph Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
El primer domingo de Adviento marcó el comienzo de un nuevo año eclesiástico y un tiempo enfocado a la preparación para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Espiritualmente, el Adviento infunde cada Eucaristía en la que los católicos se reúnen. Durante el rito de la comunión después del Padre Nuestro en cada Misa, el sacerdote celebrante ofrece una oración intercesora por todos en preparación para la Santa Comunión con el Señor. “Líbranos, Señor, oramos por todo mal, gentilmente concédenos la paz en nuestros días, que, con la ayuda de tu misericordia, podamos siempre estar libres de pecado y a salvo de toda angustia, mientras esperamos la bienaventurada esperanza y la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Rezamos en la gozosa esperanza de que el Señor vendrá otra vez y muy pronto.
A medida que avanza la temporada naturalmente volteamos nuestros corazones y mentes hacia su primera venida en la Encarnación. Normalmente, de cuatro semanas de duración, este año el Adviento será más corto ya que la temporada es de sólo tres semanas y cuatro horas de duración.
El cuarto domingo de Adviento se celebra en la mañana y la víspera de Navidad comienza en la tarde. (La obligación para la Misa del cuarto domingo de Adviento puede ser satisfecha en la noche del sábado o el domingo por la mañana. La obligación de la misa de Navidad puede cumplirse el domingo por la tarde, en la víspera de Navidad, o el lunes, el día de Navidad. No hay ninguna dispensación de dos por uno.) Así como un pequeño barco navegando hacia abajo en el Río Mississippi, el Adviento es propulsado de cabeza en la corriente de la Navidad, así la pascua de Navidad, por así decirlo. En este sentido, el Adviento nos recuerda lo difícil que es encontrar tiempo y espacio para estar en la presencia del Dios vivo, con el fin de cultivar y cosechar las bendiciones de las promesas de Dios.
La Virgen es una lámpara para nuestros pies mientras caminamos a través de Adviento; ella es el estándar de oro para nosotros cuando anhelamos llevar a Cristo a la luz de nuestras vidas en el poder del Espíritu Santo. Ella estaba en el centro de los anawim, los pobres en Israel que permanecieron fieles a Dios en todas las circunstancias, aquellos a quienes Dios preservó. Para recibir el don del Espíritu Santo a través de la fe, la oración es dar carne al cuerpo de Jesucristo. Ella nos enseña la profundidad de la piedad que es posible durante el Adviento, cómo atesorar todas estas cosas en nuestros corazones, cómo tener esperanza en Dios, cómo convertir a los demás en el servicio amoroso, y cómo ofrecer hospitalidad a quienes búscan a su hijo y el estilo de vida del Evangelio.
¿Cuál es el asombro y la maravilla de esta temporada que eleva nuestras esperanzas y sueños a otro nivel para nosotros, para nuestros seres queridos, y para todo el mundo? Puede ser el eco del Evangelio en nuestras mentes y en nuestros corazones, nuestra visión llena de fe para el mundo que todos son hijos de Dios, y que nuestras vidas son un regalo porque estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Es verdad, como dice san Pablo, que toda la creación está de hecho en agonía, y nos quejamos aunque tenemos los primeros frutos del Espíritu Santo. Gruñendo o no, el Espíritu Santo nos lleva lejos del miedo y de la esclavitud del pecado a la libertad como los hijos de Dios.
La siguiente cita es del Obispo Donal Murray en su reciente libro, En un paisaje rediseñado, y presenta un compromiso de Adviento con nuestro mundo. “Todo lo que existe es un don del Creador. Este es el núcleo de la más profunda respuesta, ¿quiénes somos? “Los cristianos no ven el regalo como irrelevante para aquellos que no tienen fe. Cada persona es el resultado del mismo creativo y amoroso don. Los cristianos expresan su convicción, no con un sentimiento de superioridad, sino en la esperanza de que esta gran visión de la dignidad humana pueda encontrar eco en los corazones de todos los seres humanos.
La Iglesia sabe que el Evangelio de la vida que ella ha recibido de su Señor, tiene un eco profundo en el corazón de cada persona, creyentes y no creyentes, porque maravillosamente cumple todas las expectativas de los corazones mientras infinitamente los sobrepasa.” Mientras escuchamos el eco de la llamada del Señor en nuestras vidas durante este tiempo de gracia, que nuestras esperanzas y sueños para este mundo, arraigadas en la encarnación de nuestro Señor Jesucristo, estén en armonía con la visión de Dios de un mundo de justicia y de paz, hasta que el Señor vuelva. Maranatha!

Listen for the echoes in Advent

Bishop Joseph Kopacz

By Bishop Joseph Kopacz
The first Sunday of Advent marked the beginning of a new Church year and a focused time of preparation for the coming of our Lord, Jesus Christ. Spiritually, Advent suffuses every Eucharist at which Catholics gather.
During the communion rite following the Our Father at each Mass the celebrant offers an intercessory prayer on behalf of all in preparation for Holy Communion with the Lord. “Deliver us, Lord, we pray from every evil, graciously grant peace in our days, that, by the help of your mercy, we may be always free from sin and safe from all distress, as we await the blessed hope and the coming of our Lord Jesus Christ.” We pray in joyful hope that the Lord will come again, and real soon.
As the season progresses we naturally turn our hearts and minds toward his first coming in the Incarnation. Typically, four weeks in duration, this year we are on the fast track in Advent because the season is only three weeks and four hours long. The fourth Sunday of Advent is celebrated in the morning and Christmas Eve begins later in the afternoon.
(The obligation for Mass on the fourth Sunday of Advent can be satisfied on Saturday evening or Sunday morning. The Christmas Mass obligation can be fulfilled on Sunday afternoon, Christmas Eve, or on Monday, Christmas Day. There is no dispensation for a two-for-one.)
Like a small craft going down stream on the Mississippi River, Advent is propelled headlong in the Christmas current, so the Yule Tide, so to speak. In this sense, Advent reminds us how challenging it is to find time and space to be in the presence of the living God in order to cultivate and reap the blessings of God’s promises. The Blessed Mother is a lamp for our feet as we walk through Advent; she is the gold standard for us as we yearn to bring Christ to light in our lives in the power of the Holy Spirit.
She was at the center of the Anawim, the poor ones in Israel who remained faithful to God in all circumstances, the ones whom God preserved. To receive the gift of the Holy Spirit through faith, prayer is to give flesh to the body of Jesus Christ. She teaches us the depth of piety that is possible during Advent, how to treasure all these things in our hearts, how to hope in God, how to turn the other in loving service, and how to offer hospitality to those searching for her Son and the Gospel way of life.
What is the awe and wonder of this season that raise our hopes and dreams to another level for ourselves, loved ones, and for the entire world? May it be the echo of the Gospel in our hearts and minds, our faith-filled vision for the world that all are God’s children, and that our lives are a gift because we are made in the image and likeness of God.
It is true as Saint Paul says, that all creation is indeed in agony, and we ourselves groan even though we have the first fruits of the Holy Spirit. Groaning or not, the Holy Spirit leads us away from fear and slavery to sin, to freedom as the children of God.
The following quote is from Bishop Donal Murray in his recent book, In a Landscape Redrawn, and it presents an Advent commitment to our world. “Everything that exists is a gift of the Creator. This is the core of the most profound answer, who are we? Christians do not see the gift as irrelevant to those who do not have faith. Each person is the result of the same creative and loving gift. Christians express their belief, not with any sense of superiority, but rather in the hope that this high vision of human dignity may find an echo in the hearts of all human beings. The Church knows that the Gospel of Life which she has received from her Lord has a profound echo in the heart of every person, believers and non believers alike, because it marvelously fulfills all the hearts expectations while infinitely surpassing them.”
As we hear the echo of the Lord’s call in our own lives during this season of Grace, may our hopes and dreams for this world, rooted in the Incarnation of our Lord Jesus Christ, be in harmony with God’s vision for a world of justice and peace until the Lord comes again. Maranatha!

Santos de noviembre ofrecen luz en días oscuros

Por Obispo Joseph Kopacz

Obispo Joseph Kopacz

El mes de noviembre ya ha comenzado con la profundización de la oscuridad al final del día, y, espiritualmente, con las fiestas de Todos Los Santos y los Santos Difuntos que nos recuerdan que la Luz del Mundo siempre brilla en la oscuridad. Mucho más ardientemente en noviembre y principios de diciembre la Iglesia Católica mira más allá de lo visible a lo que es invisible cuando la vida eterna se desarrolla en su plenitud. En última instancia, nuestra ciudadanía está en los cielos, y la vida eterna nos envuelve. Sin embargo, en cada temporada la Iglesia nunca da un paso para dejar vivir el Evangelio con la mente y el corazón de quien vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. De hecho, en noviembre y diciembre con la llegada de las fiestas, la Iglesia junto con muchas otras organizaciones y personas de buena voluntad, aumenta sus esfuerzos para servir a los pobres y marginados y a ser solidarios con todos.
Tenemos algunos maravillosos santos en noviembre que son una lámpara para nuestros pies para caminar con el Señor más fielmente en nuestra generación. San Martín de Porres es uno de estos discípulos del Señor, cuya fiesta es el 3 de noviembre de cada año, que puede inspirar a muchos en nuestro mundo a levantar aquellos atrapados por la oscuridad. Martín nació en Lima, Perú, el 9 de diciembre de 1579.
Él era hijo ilegítimo de un español y una esclava liberada desde Panamá, de ascendencia africana o posiblemente americana nativa. El padre de Martin lo abandonó en su niñez, junto con su madre y su hermana menor, dejando a Martin creciendo en la más profunda pobreza. Después de pasar dos años en la escuela primaria, Martin fue colocado con un peluquero/cirujano donde pudiera aprender a cortar el pelo y aplicar las artes médicas. Mientras crecía Martin experimentó un gran ridículo por ser de raza mezclada. En el Perú, por ley, todos los descendientes de africanos o indios no estaban autorizados a ser miembros de de las órdenes religiosas. No obstante, ni siquiera las penurias implacables y el abandono podría separar Martin del amor de Jesucristo.
Gradualmente su firme compromiso a derramar su vida en las huellas del Maestro superó su cultura y los prejuicios y el racismo de la Iglesia. Hasta el momento de su muerte a los 60 años de edad en 1639, fue elogiado por su atención incondicional a todas las personas, independientemente de la raza o la riqueza. Él tomó el cuidado de todos, desde los nobles españoles hasta los esclavos africanos. A Martin no le importaba si la persona estaba enferma o sucia y les daba la bienvenida en su propia casa. La vida de Martin refleja su gran amor por Dios y por todos los dones de Dios. Esta es la Iglesia en trabajo, como la Madre Teresa, en cada rincón del mundo, el Señor encarnado lavando los pies de sus apóstoles y derramando su vida en la cruz.
En las lecturas bíblicas en la Misa de ayer, San Pablo en la primera carta a los Tesalonicenses, la primera palabra escrita que existe en el Nuevo Testamento, alrededor del año 50 D.C., revela el carisma evangélico que ha transformado la vida de las personas y las culturas por casi 2000 años. “Hermanos y hermanas: fuimos suaves entre vosotros, como una madre que amamanta cuida de sus hijos. Con tal afecto por ustedes, estábamos decididos a compartir con ustedes, no sólo el evangelio de Dios, sino a darnos a nosotros mismos, tan queridos han llegado a nosotros. Ustedes recuerdan, hermanos y hermanas, nuestros esfuerzos y fatigas. Trabajando día y noche para no ser una carga para nadie, les proclamamos el evangelio de Dios.” (1Tes 2, 7b-9)
El testimonio de san Pablo y San Martín, de la Madre Teresa, y de todos los santos, católicos y no católicos, canonizados o no, es la levadura del servicio amoroso en nuestra Iglesia y en nuestro mundo que superará el odio y la violencia, la codicia y la lujuria que continúan envenenando el alma de nuestra nación y el mundo. Con un mayor sentido de urgencia ante la invasión de la oscuridad, en la naturaleza y en las manos de aquellos impulsados por el mal, y junto con las innumerables oportunidades de generosidad y solidaridad que nos atraen en el tiempo futuro, que podamos escuchar la llamada del Señor a vivir el evangelio y a valorar las cosas que realmente son importantes.