Obispo agradecido por peregrinación a Saltillo

por obispo Joseph Kopacz
Desde que fui ordenado e instalado como el 11ª obispo de Jackson en febrero de este año, una de las corrientes constantes de conversación ha sido la relación entre la Diócesis de Jackson y la Diócesis de Saltillo, en el Estado de Coahuila, México. Se hizo evidente para mí que un gran cruce cultural de evangelización se ha estado desarrollando durante más de 45 años, y ha tocado las vidas de miles de personas en ambos lados de la frontera.
Uno de mis objetivos durante mi primer año como obispo era el de encontrar un momento adecuado para realizar una peregrinación para visitar a nuestros amigos en Cristo que están a 1000 millas al sur de los Estados Unidos. La oportunidad se presentó en la semana del Día de Acción de Gracias, y la siguiente es un relato de esta breve incursión en la increíble experiencia de la misión.
Monseñor Mike Flannery y yo fuimos a visitar la misión diocesana en Saltillo, México, este 27 de noviembre y regresamos el 2 diciembre. Monseñor Flannery había servido en la misión en Saltillo durante tres años a principios de los años 70, al final de los 29 años del servicio misionero del Padre Patrick Quinn. El siguiente es un resumen de nuestras actividades de acuerdo a la descripción del Padre Mike.
“El Obispo Kopacz quería conocer San Miguel y los diversos programas de extensión patrocinados por la misión. Nos reunimos con los sacerdotes, los catequistas y los voluntarios y visitamos dos ejidos (Santa Rosa y Sabanillas). Dentro de la ciudad de Saltillo visitamos las siete iglesias patrocinadas por la misión. En nuestra última noche participamos en la bendición de la primera piedra para la construcción de la Divina Misericordia con el Obispo Raúl Vera, Obispo de Saltillo, y al final de la reunión disfrutamos de una cena con el Obispo Vera y el Padre David Martínez y el Padre Evelio Casarrubias, los dos sacerdotes mexicanos asignados a San Miguel. Nuestra reunión con el Obispo Raúl salió muy bien. El acogió con beneplácito nuestro compromiso con la misión y espera que continúe la cooperación inter-diocesana mientras seguimos avanzando.
La Divina Misericordia es una impresionante nueva aventura que incluirá todo un complejo que tendrá una iglesia, un hogar para madres solteras, y un dormitorio para los estudiantes de los pueblos cercanos que quieren asistir a la universidad de la ciudad de Saltillo, pero no puede pagar el alquiler de viviendas. El lote es de una magnitud considerable (100 metros por 100 metros) y tiene un gran potencial para una futura expansión. El Obispo Kopacz quedó encantado de San Miguel, los sacerdotes, los colaboradores, los catequistas y los voluntarios. Él compartirá con ustedes sus impresiones.”
Como indica el Padre Mike, disfrutamos de cuatro días completos de actividad pastoral. Permítanme resumir algunos hechos recientes en la historia de nuestra relación con Saltillo. El Padre Bennie Pavone, un sacerdote jubilado de Nueva Orleáns, había estado trabajando en la Misión San Miguel durante seis años, y él y yo habíamos planeado mi visita pastoral para principios del este verano. Él murió repentinamente en agosto, y su comunidad parroquial de la Ascensión del Señor en La Plaza, Louisiana, lo encomendó a Dios con abundante amor y respeto. Antes del Padre Bennie, los sacerdotes de las diócesis de Jackson y Biloxi había prestado servicios en la misión durante 40 años. El Padre Patrick Quinn fue el bien amado pastor por 29 años y derramó su vida en el cuidado del pueblo del Señor, sobre todo en muchos ranchos lejanos.
Hasta hace unos seis años, un gran número de católicos de Mississippi viajaban todos los años a Saltillo para servir en las misiones. Esto creó una red de relaciones personales que figuran en las palabras del Papa Francisco, una cultura de encuentro entre discípulos misioneros. Una red de oración, generosidad, y ayuda fluyó hacia el norte y hacia el sur. El objetivo de la misión es servir a los pobres, especialmente a los marginados que se olvidan fácilmente. A la luz de esta notable historia, el Padre Mike y yo reconocimos la urgencia de nuestra visita.
En primer lugar, fue una oportunidad para fortalecer los lazos que nos unen. Yo tuve la oportunidad de partir el pan (tortillas) con el Obispo Raúl como Padre Mike indicó, y conocer a los principales dirigentes de la Misión San Miguel. Para el Padre Mike también fue una oportunidad conocer a los directivos de esta generación, y reavivar los lazos que se establecieron hace más de 40 años. Después de muchas inspiradoras liturgias, muchas comidas suntuosas que siguieron a la mayoría de las liturgias, y muchos kilómetros de senderos entre los sinuosos caminos de la ciudad, el Padre Mike y yo podríamos decir que teníamos el olor de las ovejas en las palabras del Papa Francisco, en el conocimiento del ambiente rural y de las muchas personas que conocieron.
Nuestra misión era determinar el grado en que los dirigentes actuales en la Misión San Miguel están fomentando la visión del Padre Quinn y la visión de las miles de personas de Mississippi que viajan a la misión, y/o apoyan a través de la oración y la generosidad. Esta visión se articula en un libro publicado recientemente en testimonio al Padre Quinn escrito por Jesús Alberto Salas Cortes.
A principios de su ministerio, cuando la gente del pueblo empezó a murmurar que él está pasando demasiado tiempo en el monte, él respondió que “había ido a Saltillo para servir a la gente de los ranchos, y que no estaba preocupado por las críticas y denuncias que ésto provocaba. Por lo tanto, dedicó la mayor parte de su tiempo a visitar los ranchos, donde construyó capillas con la asistencia de la población de las diócesis de Mississippi.
Como el Padre Mike indicó en su resumen de nuestra peregrinación, pudimos palpar de cerca la dedicación de los dirigentes actuales, y el fiel desarrollo del sueño del Padre Quinn. Las mujeres y los hombres, los sacerdotes y los religiosos, están trabajando juntos para desarrollar esa área en base a esa visión.
Me sentí edificado, humilde, e inspirado al experimentar tanto en un breve período de tiempo, y les quiero asegurar que nuestro apoyo a la misión en el futuro continuará el legado.
Es triste que la realidad en México es demasiado peligrosa para los viajes misioneros, y que ni la diócesis de Biloxi ni la de Jackson pueden ofrecer un sacerdote para el servicio. Pero podemos permanecer activos en el futuro inmediato a través de la oración, la generosidad y las visitas pastorales. A través de nuestro mejorado sitio web diocesano y red de comunicación vamos a poder traer nuestra familia misionera muy cerca a casa de una forma regular.
En resumen, además de orar, comer y conversar, cociné mi primera tortilla, preparé cemento para la piedra angular de la construcción de la Divina Misericordia, y anduve por senderos y carreteras durante horas. Mi primera peregrinación a nuestra querida misión no será la última.
Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros.
En el Adviento fe y esperanza, Ven, Señor Jesús.