Es bueno dejar reír a calaveras burlonas

ES BUENO
Por Elizabeth Scalia
Al igual que Santa Teresa de Ávila, tengo una calavera en mi escritorio – de hecho, tengo dos, una sencilla y otra profusamente decorada en verde y morado.
Creo que son divertidas; me recuerdan que no debo tomarme a mí misma ni al mundo demasiado en serio.
Cuando me he hecho un nudo debido a alguna debilidad percibida, o he pasado más de un minuto pensando porque me siento ignorada, las calaveras se burlan de mí con todos sus dientes y susurran las palabras del profeta Isaías: “Toda carne es como la hierba… La hierba se seca, la flor se marchita” (Is. 40:6-7).

A woman with her face painted as a skull attends the start of the “Las Catrinas” festival Oct. 26, ahead of the Day of the Dead in Cupula, Mexico. La Catrina is a popular figure in Mexico known as “The Elegant Skull.” The annual Day of the Dead is observed Nov. 1 and 2. (CNS photo/Alan Ortega, Reuters)

En nuestra sociedad de alto estímulo, mantener una filosofía de “toda carne es como hierba” puede traer equilibrio y perspectiva. Coincide con algo que he leído sobre Santa Bernardita Soubirous: cuando una hermana exaltada dentro de su comunidad desacreditaba a la vidente de Lourdes debido a su baja estatura o su incipiente educación, Bernadette decía: “Continúa criatura,” para sí misma, así como para su torturador. “Solo importa Cristo”.
“Continúa criatura” es, como las calaveras sonrientes, una excelente manera de recordarnos a nosotros mismos que no debemos invertir demasiado tiempo en nuestros sentimientos heridos o en nuestra ofensa.
Nos recuerda que las estupideces humanas pasajeras y los insultos no deberían ocupar demasiado espacio en las almas bien fundamentadas.
Las redes sociales nos han condicionado a creer que todo lo que hacemos, todo lo que pensamos, cada pequeño resentimiento que sentimos y cada desaire irreflexivo ofrecido por un extraño en un teclado distante debe ser marcado y luego respondido por otros, votados a favor o en contra en el circo virtual del consenso caótico en el que perdemos tanto tiempo.
Nosotros nos tomamos muy en serio: aburrimos a los demás con los detalles de nuestras dietas, nos preocupamos por nuestros planes de jubilación o nuestros programas de entrenamiento. ¿Cuánto es muy poco, cuánto es demasiado? ¿Algo de esto alguna vez será suficiente?”

El Solideo (sólo a Dios “soli Deo”) o (sombrero de la calavera- skull cap, en inglés) es morado, púrpura o blanco para obispo, cardenal o el Papa, respectivamente. El solideo del Obispo Joseph Kopacz descansa durante la Misa de Hora Santa el 22 de marzo de 2020. (Foto de Tereza Ma)

No hay nada de malo en querer estar en forma o en planear para algún día futuro cuando (con un poco de suerte) todos los entrenamientos e inversiones hayan valido la pena y esté listo para retirarse. Pero mientras hacemos todo eso, vale la pena recordar un dicho judío: “Tú haces planes; Dios se ríe”.
Todos nuestros esfuerzos por transitar hacia el siguiente día, o década, y vivir con relativa comodidad dependen de controles que, en última instancia, no poseemos. ¿Cuántas veces hemos escuchado que alguien que “hizo todo bien” en términos de dieta y ejercicio de repente sucumbió a un ataque al corazón que salió de la nada?
¿Cuántas historias podemos contar sobre la pérdida de los ahorros de toda una vida debido a un giro imprevisto del mercado?
En general, somos impotentes ante los caprichos de la vida. En lugar de perturbarnos, esa realidad debería ayudar a los cristianos a adoptar una mentalidad diaria de rendición pragmática. Sí, somos responsables de nosotros mismos, de nuestras familias, de nuestros cuerpos, de nuestros vecinos. Somos espíritu y materia y, hasta cierto punto, las consideraciones materiales sí importan.
Pero nuestras vidas son breves (“nuestros años son 70, 80 si somos fuertes”, dice el Salmo 90), y nuestro control es, en parte, ilusorio. San Felipe Neri nos recuerda: “Todos los propósitos de Dios son para el bien” y, en última instancia, demuestran ser correctos y justos.
Tendemos a olvidar eso cuando estamos estresados por los horarios, tomando en serio todos nuestros errores o dejando que la rudeza de otra persona arruine nuestro día. Por eso es bueno tener una calavera burlona, para ayudarnos a reírnos de nosotros mismos al recordar que toda carne sigue el camino de la hierba que se desvanece y la flor que se marchita.

(Elizabeth Scalia es la editora de cultura de OSV News. Su columna, “It is Good” aparece quincenalmente en OSV News.)