El cierre de medios de comunicación católicos balanceados es una gran pérdida para las comunidades inmigrantes

Por Hosffman Ospino Catholic News Service

El anuncio a comienzos de mayo del 2022 indicando que Catholic News Service cesaría sus operaciones en los Estados Unidos a finales del año sorprendió a muchos. Recibí la noticia con sorpresa y tristeza al mismo tiempo.

He sido un lector asiduo de los artículos, análisis de noticias y columnas de CNS, los cuales se caracterizan por su buena calidad. Por más de cinco años he escrito esta columna vía CNS, la cual ha recibido varios premios.

Dr. Hoffsman Ospino

Son muchos los apelativos asociados con este servicio de noticias y comentarios patrocinado por los obispos católicos de los Estados Unidos. Uno que siempre me ha llamado la atención es el de ser un medio “balanceado”.

¿Qué significa ser balanceado en la Iglesia Católica en los Estados Unidos hoy en día? No quiero entrar en controversias sobre qué grupos o perspectivas son “más católicos” o “menos católicos” que otros. Dicho tipo de argumentación es agobiante.

Definamos el término “balance” de manera sencilla: aquello que invita a una apreciación más profunda, más crítica y fiel de nuestra identidad católica en el aquí y el ahora de la realidad diaria, como individuos y como miembros de las comunidades a las que pertenecemos.

Para los católicos, ser balanceados es una invitación a un discipulado comprometido. Ser balanceado es aceptar que la realidad raramente se define según polos opuestos y que la mayor parte del tiempo es una experiencia compleja con muchos factores en juego. Ser balanceado significa afirmar lo que apreciamos como personas de fe sin caer en fanatismos ideológicos.

Ser balanceado no significa que tengamos que ser perfectos. Sin embargo, se necesita que los medios de comunicación católicos sean balanceados para fomentar la comunión mientras que nutren el alma de quienes tienen acceso a ellos.

Muchos periódicos y medios noticiarios católicos diocesanos han cerrado o se han fusionado con otros en las últimas décadas. Muchos servían comunidades locales proveyendo precisamente una lectura balanceada de lo que sucedía en ellas.

La pérdida de los medios locales de noticias y análisis es un fenómeno que también afecta a los ámbitos seculares. El vacío que dicha pérdida deja está siendo ocupado por una combinación de emporios mediáticos que con frecuencia parecen estar al servicio de intereses ideológicos y partidistas, y del universo de opinión que se mueve sin restricciones en el internet y los medios de comunicación social.

Cuando se cierran fuentes católicas balanceadas de noticias y análisis todos perdemos. La desaparición de esas fuentes es en particular una gran pérdida para las comunidades católicas inmigrantes.

Cerca del 20.4% de los católicos en los Estados Unidos somos inmigrantes. En el año 2006 la proporción era de un 29.7%, según una consulta que hice con el Center for Applied Research in the Apostolate. El porcentaje puede incrementar en cualquier momento.

Entre las preocupaciones más urgentes de los católicos inmigrantes se encuentran la búsqueda de comunidades para pertenecer, el ajuste a las nuevas realidades en que vivimos y la satisfacción de las necesidades más básicas: trabajos, educación para nuestros hijos, espacios seguros. Las guerras ideológicas que pululan a nuestro entorno no son nuestra prioridad más inmediata.

A medida que los inmigrantes católicos nos establecemos en esta sociedad y en nuestras iglesias, necesitamos estar informados. Buscamos análisis confiables que informen nuestras propias vidas y nuestra propia fe.

También necesitamos medios para dialogar sobre nuestros interrogantes y preocupaciones más urgentes sin temor a que sean polarizados. Por ejemplo, políticas migratorias, acceso a servicios básicos, etc. Queremos espacios seguros para compartir nuestras propias voces.

Recuerdo que una vez publiqué un artículo abogando por una reforma migratoria que promueva la reunificación familiar y establezca alternativas para regularizar el estatus de los inmigrantes indocumentados. Recibí varias cartas de quienes asumo eran católicos disgustados.

Algunos de esos interlocutores me acusaron de ser “muy conservador” por asociar mi argumento muy de cerca a los valores familiares. Otros me acusaron de ser “muy liberal” por decir que tenemos que tratar humanamente a los inmigrantes indocumentados.

A ambos les respondí que no soy ni lo uno ni lo otro. Simplemente soy católico. He ahí la necesidad de medios de comunicación católicos balanceados en cuanto a noticias y análisis para poder tener conversaciones auténticamente católicas.

(Ospino es profesor de teología y educación religiosa en Boston College.)