Minería salvaje de Perú es ‘una batalla campal’, dice sacerdote

Por Lucien Chauvin

SANTIAGO DE CHUCO, Perú (CNS) — El padre Carlos Campos sabía que enfrentaría múltiples desafíos cuando fue designado para administrar la iglesia principal en Santiago de Chuco — una ciudad situada en las montañas del norte de Perú — pero nunca esperó recibir amenazas físicas.

Dicho departamento alberga algunos de los distritos más pobres de Perú, y grandes zonas suelen quedar aisladas durante la temporada de lluvias, los primeros tres meses del año. La pobreza y el aislamiento empeoraron cuando la pandemia golpeó solo unos meses después de la llegada del padre Campos, y el gobierno de Perú implementó una cuarentena drástica de tres meses.

El padre Campos y un grupo de jóvenes feligreses formaron un grupo Laudato Si’ y comenzaron un trabajo de extensión que incluyó asistencia técnica para agricultores, distribución de alimentos y, más recientemente, la construcción de un comedor de beneficencia que brindará alrededor de 150 comidas diarias, principalmente a los residentes mayores. El padre Campos también supervisa una pequeña escuela parroquial.

Una vista aérea muestra un campamento minero de oro durante una operación militar peruana para destruir maquinaria y equipos ilegales utilizados por mineros salvajes en Madre de Dios, Perú, el 5 de marzo de 2019. (Foto CNS/Guadalupe Pardo, Reuters)

La labor social fue bien recibida, pero el padre Campos no encontró la misma reacción cuando comenzó a cuestionar el impacto de la minería salvaje en la provincia. En lugar de apoyo, él comenzó a recibir amenazas.

“La minería salvaje no solo afecta el medio ambiente, sino a toda la sociedad. Recibimos amenazas cuando empezamos a oponernos a lo que estaban haciendo. Desafiarlos es básicamente como David enfrentando a Goliat”, expresó el padre Campos.

Santiago de Chuco y las provincias aledañas son ricas en oro y otros metales, y la minería existe desde la época precolombina. Si bien hay minas formales de clase mundial en la zona, grandes áreas de la provincia han sido invadidas por mineros salvajes, que excavan en las colinas en busca de minerales; ellos no usan equipo de protección y no cumplen con las normas ambientales.

El padre Campos reveló que el problema se intensificó durante la pandemia, cuando otras fuentes de trabajo se evaporaron y la gente recurrió a la minería.

“El poco control que había sobre la minería salvaje desapareció con la pandemia. Se ha convertido en una batalla campal donde quiera que vayas. Están contaminando el aire, el suelo, y el agua”, acotó.

El gobierno de Perú y las agencias internacionales han centrado la atención en la minería salvaje en la Amazonía, especialmente en el departamento de Madre de Dios, en el sureste de Perú, donde el papa Francisco llamó a la minería ilegal de oro un “falso dios” durante una visita a Perú en 2018. Varios distritos de Madre de Dios están en estado de emergencia desde febrero de 2019; sin embargo, la destrucción y la violencia continúan.

Hombres armados desconocidos dispararon y mataron a un activista ambiental el 20 de marzo en La Pampa, una de las zonas mineras salvajes más notorias. El Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado condenó el asesinato de Juan Fernández, exigiendo una investigación y preguntando de qué sirve la emergencia si el Estado no puede proteger a sus ciudadanos. El hermano de Fernández es líder de una comunidad cristiana en Madre de Dios.

“Nos solidarizamos con quienes, en esta región de Madre de Dios, día tras día, se
sienten abandonados por un Estado que parece no velar por ellos. ¡Están siendo amenazados y
asesinados!”, dijo el vicariato.

La minería salvaje en el altiplano ha recibido mucha menos atención.

El epicentro en esta parte del Perú es Quiruvilca, un pueblo de 4,150 pies sobre el nivel del mar en Santiago de Chuco. Su nombre significa “diente de plata” en quechua, la lengua indígena más prevalente de Perú.

La gran mina polimetálica de Quiruvilca cerró abruptamente en diciembre de 2017, dejando a miles de mineros sin empleo de la noche a la mañana. La mayoría inmediatamente decidió minar por su cuenta y muchos otros se mudaron con la pandemia. El alcalde Oscar Diestra dijo que no sabe cuántas personas están trabajando en los cerros, pero en el último conteo había más de 100 actividades económicas diferentes — desde cavar la tierra hasta operar puestos de comida — relacionadas con la minería en el pueblo.

“Aquí todo gira en torno a la minería, aunque ya no tengamos una empresa minera”, indicó.