La peregrinación “a través del océano” proporciona compañerismo, comida, acción de gracias para los sacerdotes irlandeses

Bishop Kopacz

Por Obispo Joseph Kopacz
Después de tres años y medio como el 11ª obispo de la Diócesis de Jackson, era tiempo de seguir las huellas de nuestros obispos diocesanos en la época moderna quienes viajaron a Irlanda. Muchos no saben que durante la mayor parte del siglo XX, la mitad de los sacerdotes en Mississippi eran de Irlanda, el semillero de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. Incontables miles de misioneros irlandeses fueron enviados como heraldos del Evangelio por todo el mundo de habla inglesa. Por supuesto, me gustaría decir que los mejores vinieron a Mississippi para servir en la Diócesis de Natchez, Natchez-Jackson y, desde 1977, las Diócesis de Jackson y Biloxi, en las misiones estadounidenses, tal como se entiende comúnmente en Irlanda.
El Obispo Joseph Brunini tuvo la alegría de ir a Irlanda a ordenar sacerdotes para la diócesis de Natchez-Jackson. En la última parte de su episcopado las ordenaciones cesaron, y el propósito de sus visitas fue dirigido a la celebración de Misas de Acción de Gracias con las familias de los sacerdotes que habían servido, o estaban aún en servicio en Mississippi. Durante la época del Obispo Brunini, el Obispo Joseph Howze hizo lo mismo en su ministerio como Obispo Auxiliar de la Diócesis de Natchez-Jackson. El Obispo William Houck y el Obispo Joseph Latino continuaron las visitas pastorales a las localizaciones y los condados de Irlanda, donde miembros de las familias y los sacerdotes pudieran reunirse con el obispo para ofrecer la Eucaristía, la gran oración de acción de gracias de la Iglesia.
Aunque mi peregrinaje de una semana de duración no es un gran período de tiempo, necesita una generosa medida de organización y coordinación. A este respecto, le agradezco al Padre Mike O’Brien y a su familia y a la familia del Padre Patrick Noonan.
Originalmente, el Padre Mike y yo habíamos planeado celebrar dos Misas de Acción de Gracias, una en Roscommon y la otra en Limerick con el Padre Noonan como guíal. Pero su muerte el 4 de julio agregó una tercera Misa en la vigilia de la Asunción en su casa parroquial, Santa Ita en Raheenagh.
Nuestra primera Misa de Acción de Gracias tuvo lugar en la Iglesia del Sagrado Corazón en Roscommon y cerca de 60 miembros de las familias de los sacerdotes, vivos y fallecidos, que han servido en Mississippi estaban presentes: el Padre Brian Carroll, el Padre Gerry Hurley, el Padre Dan Gallagher, el Padre Frank Cosgrove, el Padre Tom McGing, el Padre P.J. Curley, Monseñor Patrick Farrell, el Padre Bernie Farrell, el Padre Tom Delaney, el Padre Mike O’Brien, el Padre Mattie Ruane, el Padre Juan Atkinson, el Padre Jim O’Riordan y Monseñor Noel Foley. Para continuar la reunificación después de la Misa nos reunimos con el original de la Abadía dominicana en el Hotel Abbey, construido a principios de los 1200s recordándome lo antigua que es la fe católica en Irlanda.
Nuestra segunda Misa de Acción de Gracias se realizó en la biblioteca del Hotel Strand en Limerick, con vistas al río Shannon y el centro de la ciudad. Aunque un grupo mucho más pequeño, el ambiente era muy adecuado para una Misa más cómoda y íntima y almuerzo.
Las familias del Padre David O’Connor, el Padre Mike O’Brien, el Padre Patrick Noonan, el Padre P.J. Curley, el Padre Jim O’Riordan, y el Padre Frank Corcoran estuvieron representadas en esta ocasión. Con esta segunda Misa de Acción de Gracias la peregrinación cambió su locus de Roscommon, en el centro de Irlanda, al suroeste del país, el lugar amado del Padre Noonan en el condado de Limerick.
En chanza clásica irlandesa, el Padre Noonan me había dicho, sabiendo que el Padre O’Brien sería mi chofer y guía durante el primer tramo del viaje, que hay mucho más de Irlanda que el Condado de Roscommon, la tierra natal del Padre Mike. Tal como habíamos disfrutado de la hospitalidad y de la casa de Tom O’Brien, el hermano del Padre Mike en Roscommon, fuimos cálidamente acogidos en el hogar de Michael Noonan donde estuvimos alojados durante el resto de nuestro tiempo en Irlanda. En tres mañanas consecutivas tuvimos el placer de disfrutar y el reto de consumir el “completo y variado desayuno irlandés” por lo que Irlanda es bien conocida.
Estas comidas fueron proporcionadas amablemente por cinco sobrinas del Padre Noonan. El lunes por la noche, la familia del Padre Noonan y muchos de los feligreses de su parroquia natal devotamente participaron en la Misa de los Preciados Meses en la vigilia de la Solemnidad de la Asunción. Qué oportuno fue celebrar la entrada de la Santísima Virgen a la vida eterna a través de los méritos de la muerte y resurrección de su Hijo mientras encomendábamos al Padre Noonan a Dios en la Eucaristía que él celebró durante 54 años como sacerdote. Después, nos reunimos en la finca de la familia donde el Padre Noonan vivió y creció antes de irse al seminario y ordenarse. Su hermano menor, ahora en su años 70, y sus hijos continúan la tradición familiar de la producción lechera.
En conclusión, me gustaría recordar las palabras al final del Evangelio de san Juan cuando el Evangelista afirma que si él hubiera escrito todo lo que Jesús dijo o hizo, no habrían suficientes libros en todo el mundo para incluirlo todo.
Asimismo, había mucho que ver mientras conducíamos a través de la campiña irlandesa. Vimos hombres y mujeres participando en juegos de hockey y rugby, cabras y vacas, y naturalmente tuvimos la oportunidad para jugar golf. Tuvimos muchas conversaciones que duraron hasta bien tarde en la noche. Siempre había mucho que comer y beber. Habían tierras pantanosas y piedras, una pinta de Guinness, y una gota de Jameson. Fue la “ irlandés plena” de hospitalidad y amabilidad a cada paso a lo largo de las carreteras del país. Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios nos sostenga en la palma de sus manos.