Misioneras Guadalupanas honradas por aniversario, servicio

NOTA: Esta es la homilía que el Padre Odel Medina ofreció durante la misa de celebración del 25 aniversario de la vida religiosa de la Hermana María Elena Méndez el sábado 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de María Santísima, en la Iglesia San Miguel en Forest. Su reflexión sobre el evangelio de San Lucas 1:39-56, fue dedicada a la vida consagrada y este es el año en el cual celebramos esta vida consagrada.
Hoy celebramos con alegría y gozo esta vocación tan especial que es la vida religiosa. Vemos que la iglesia no está llena pero cada uno de nosotros representa a mucha gente que está alrededor de nosotros que ha sido tocada por el don de la vida religiosa. Hay otras hermanas aquí presente que también están celebrando aniversarios y la celebración se extiende hasta ellas porque si sumamos todos sus años serían más de 100 de servicio a la iglesia y al pueblo de Dios. ¡Qué bendición!
Nuestro Dios, que quiere la salvación para todos nosotros, que nos llama a una vida diferente, nuestro Dios que nos invita a vivir plenamente, necesita de nosotros. ¿Increíble, no? Necesita de nosotros. No lo puede hacer sin nosotros. En la historia de la salvación llama a hombres y mujeres para que lo ayuden en su misión.
Una persona, una mujer que es clave, increíblemente clave para esta misión es María Santísima, la que da al mundo al Salvador. Wow! La mujer dice que sí. Sí Señor. Que se haga en mí según tu palabra. Y el verbo se hace carne.
María Santísima, una que ha sido arropada, por así decir, con el espíritu de Dios y encarnando al Hijo de Dios, inmediatamente sale apresurada a visitar a  Isabel, su prima que está encinta. Lleva la bendición del Verbo encarnado en su vientre, y el niño que su prima lleva en el vientre, Juan Bautista, saltó de gozo cuando llegó María Santísima  a casa de Isabel. ¿Y quien soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Hay un derroche de bendiciónes al encontrarse estas dos mujeres. Las mismas que ayudan en el plan de salvación.
Qué interesante, que Dios nos llama a nosotros, religiosos, religiosas, laicos, niños, adultos, porque nos necesita para seguir proclamando la buena noticia. Nos llama para proclamar con nuestras vidas que si está presente en el mundo. Es el mismo Señor que estaba presente en el vientre de María Santísima.
Celebramos hoy que está en el cielo en cuerpo y alma, es nuestro dogma y en la Segunda Lectura dice que Jesucristo es el primero que resucita de entre los muertos y si Jesucristo resucita, todos nosotros los que somos de Jesucristo también lo vamos a hacer. María Santísima, por supuesto es una que jugó un papel muy importante en la historia de la salvación.
María Elena, tú tienes un papel muy importante también. Haz escuchado ese llamado desde hace unos 30 años, porque uno viene discerniendo esa llamada. ¿Será que me está llamando a mí o no? ¿Qué digo? Son tantos temores. Pero en un momento determinado dices, Sí, Señor, que se haga en mí según tu palabra. Dicen que sí como religiosas, pero también dicen que sí las parejas en matrimonios.
Desde ese momento del sí, Dios derrama sobre nosotros las bendiciones que necesitamos. En el caminar es que a veces dudamos. Me imagino que en tus 25 años de vez en cuando entra una duda, lo que llamamos en la vida religiosa una crisis. Eso no es malo, te ayuda a afirmar tu vocación.
Creo que María Santísima fue la única que no entró en crisis. Como madre, abrazó al hijo hasta el final, al pie de la cruz y ahora está sentada a su derecha. Nosotros si vamos a pasar por situaciones de discernir una vez más, aunque eso no es todos los días, pero desde que dijimos sí perpetuamente, Dios derrama bendiciones abundantes sobre nosotros.
Aquí estamos nosotros hoy dando gracias a Dios por tu vida, por la vida religiosa, y él va a seguir llamando a hombres y mujeres, a matrimonios, a jóvenes, a niños, a sacerdotes consagrados para seguir diciendo que él camina entre nosotros. Hay gente que no cree, pero  estamos llamados a decir con nuestras vidas que Dios sigue presente entre nosotros.
¿Cuál es el llamado a la vida religiosa? ¿Gozamos de la presencia de Dios en nuestro corazones? Que cuando otros nos encuentren gocen también de darse cuenta que hay hombres y mujeres que llevan a Cristo en su corazón. La vida religiosa es para vivirla plenamente también. No es para estar quejándonos mucho o hacernos la vida imposible. Es para demostrar que Dios derrama sus bendiciones sobre nosotros para que podamos ser religiosos y religiosas consagrados. Que la gente pueda ver la maravilla que Dios hace con cada uno de nosotros. Para que cuando lo vean, digan, yo también quiero seguir a este Dios. Yo también quiero que Dios haga maravillas en mi vida, desde tu propia vocación.
Veinticinco años de muchas bendiciones, Hermana María Elena. Yo puedo tal vez especular un poco que no ha sido fácil a veces. Entendemos el lenguaje de la vida religiosa porque somos religiosos pero Dios nunca se equivoca. Nosotros podemos equivocarnos y lo hemos hecho una y otra vez, pero Dios nunca se equivoca y con esa seguridad que también proclame en tu alma la grandeza del Señor y de María Santísima y que nosotros la proclamemos en nuestras vidas, especialmente la vida religiosa.
Sigue hermana, con alegría, con ánimo, viviendo esta vida a la que Dios te ha llamado. El nunca se equivoca. Si te prometió estar contigo, va a estar hasta el final, hasta que un día como todos nosotros esperamos estar en su presencia. Eso es verdad, eso es real, eso lo tenemos que vivir como una verdadera verdad. La vida futura la queremos empezar desde aquí, la proyectamos hacia allá. Esa es la promesa. Tenemos que vivir gozosamente, plenamente, aunque vengan muchas dificultades, Dios va a estar vivo, presente en nuestras vidas.
Dios te bendiga en tus 25 años de vida religiosa y que siga bendiciendo a tu comunidad y a todos ustedes para que sigan haciendo la grandeza del Señor a través de sus manos, sus vidas y sus misiones.
A la celebración asistieron seis Hermanas Misioneras Guadalupanas del Espíritu Santo que sirven en Alabama y tres del equipo provincial de Los Angeles, Calif., Ana Gabriela Castro, Yesenia Fernández y Gabriela Ramírez. El evento también honró los 10 años de servicio de estas religiosas en Forest, donde se establecieron cuando fueron invitadas por el Padre Richard Smith a venir a trabajar en el Condado Scott. El Padre Smith en ese tiempo era párroco de la Parroquia San Miguel,