Fe, esperanza y dignidad de toda persona humana

Bishop Joseph R. Kopacz, D.D.

Por Obispo Joseph R. Kopacz, D.D.
No olvidemos que estamos en el año del Jubileo de la Esperanza con la invitación obligatoria a llevar la luz del Evangelio a todos los rincones de nuestra vida.
Por lo tanto, “con gran alegría celebramos octubre como el Mes del Respeto a la Vida en medio del Año Jubilar de la Esperanza de la iglesia. Este Año jubilar nos ofrece la oportunidad de apreciar de nuevo, y con inmensa gratitud, el don de la nueva vida que hemos recibido en el bautismo, una vida capaz de transfigurar el drama de la muerte. La vida, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo es el fundamento de nuestra esperanza. A través de Cristo, nuestros pecados son perdonados, la muerte es vencida y la vida es victoriosa”, dijo el obispo George Thomas, USCCB.

El refrán del Año jubilar, “la esperanza no defrauda”, revela un horizonte infinito más allá de este mundo y, al mismo tiempo, nos ancla más firmemente en nuestras rutinas y responsabilidades diarias. Debido a que el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones a través de la fe que despierta la dignidad de cada persona humana hecha en la imagen y semejanza de Dios, el respeto de la iglesia por la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural permanece indestructible.
Que caigan las escamas de nuestros ojos para ver la belleza de la vida que nos rodea, desde la concepción y el nacimiento de un hijo, hasta los sacrificios diarios de los padres y cuidadores que lo dan todo por el bienestar de sus hijos, por las bendiciones de la educación, la recreación, la familia y la comunidad. Para los ancianos que han soportado el calor del día y que son cuidados hasta el final en el seno de la familia o en los centros de atención que acompañan a la familia durante los años crepusculares, celebramos y damos gracias.
“Sin embargo, los titulares del día a día nos recuerdan lo desesperadamente que nuestro mundo está, anhelando la esperanza que solo Dios puede proporcionar. Todos los días somos testigos del abrumador desprecio por la vida humana: a través del aumento de los derechos de aborto y suicidio asistido; los asesinatos de estudiantes inocentes, incluso en oración; el maltrato de nuestros hermanos y hermanas inmigrantes mientras soportan un ambiente de agresión; la violencia política e ideológica infligida contra víctimas desprevenidas. Estos ataques amenazan la vida precisamente cuando es más vulnerable y necesita protección”, dijo el obispo Thomas.
A pesar de estas realidades, el don de la vida humana existe como un signo de esperanza para nuestro mundo de hoy, desafiando los poderes de las tinieblas y la cultura de la muerte. El Papa Francisco en la Bula de Convocación que inauguró el Año Jubilar nos recordó que la esperanza es amor en acción que responde al sufrimiento en nuestras puertas. Esta virtud aperitiva debe encenderse en los corazones fragiles de nuestros jóvenes, en los enfermos, en los ancianos abandonados, en los que están en la pobreza extrema, en las víctimas de la violencia y la guerra, en los asilados, refugiados e inmigrantes explotados, y la lista continúa.
Sin embargo, la iglesia y muchas de sus parroquias, escuelas y ministerios pueden invocar y llaman a la vida del cielo a través del poder de la fe, la esperanza y el amor. De hecho, esta es una realidad diaria, y por ello damos gracias.
Con respecto al respeto por la vida, el Papa León XIV ha citado el poder emergente y el potencial de la inteligencia artificial, que puede ser una fuerza para el bien o para el mal. En sintonía con los recientes Santos Padres, el papa León ha levantado la dignidad de la persona humana en el centro de una mayor solidaridad y unidad en todo el mundo.
En la segunda Conferencia Internacional de Inteligencia Artificial en Roma, durante una sesión celebrada intencionalmente en el Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre compartió el siguiente pensamiento: “La sabiduría auténtica tiene más que ver con reconocer el verdadero significado de la vida, que con la disponibilidad de datos”.
En este sentido, el Santo Padre expresó su esperanza de que las deliberaciones de la conferencia “consideren también la IA dentro del contexto del aprendizaje intergeneracional necesario que permitirá a los jóvenes integrar la verdad en su vida moral y espiritual, informando así sus decisiones maduras y abriendo el camino hacia un mundo de mayor solidaridad y unidad”.