Un mes después de que EE.UU. levantara el Título 42, los refugios de la Iglesia en México están llegando al límite

By Manuel Rueda

CIUDAD DE MÉXICO (OSV News) – Todos los días, alrededor de las 10 de la mañana, Anderson Lucena coge su teléfono y se conecta a Internet, con la esperanza de conseguir una cita que le cambie la vida.

Abre CBP One, una aplicación creada recientemente por el gobierno de Estados Unidos que programa citas en los puestos fronterizos para los migrantes que quieren solicitar asilo en Estados Unidos.

Luego selecciona un paso fronterizo y pulsa un botón azul, esperando lo mejor. La aplicación sólo concede unas 1.000 citas para migrantes al día, muy por debajo de la demanda actual.

“Karla”, en una foto de archivo, es una joven de Michoacán que, debido a la violencia, tuvo que dejarlo todo atrás. Está refugiada en un albergue de Tijuana, México, mientras espera una audiencia para solicitar asilo en Estados Unidos. Miguel Meza, oficial de proyectos de migración de CRS, asegura que muchas mujeres se ven obligadas a migrar de sus países de origen con sus hijos para evitar que las bandas criminales y las pandillas los recluten o los asesinen. (Foto OSV News/Oscar Leiva, Silverlight for CRS)

“Solo Dios sabe, cuando nos dejaran entrar”, dice Lucena, un venezolano que lleva tres semanas varado en Ciudad de México. Ha estado alojado en CAFEMIN, un refugio dirigido por las hermanas Josefinas en Ciudad de México. “No quiero que me devuelvan al sur de Mexico, porque hemos sufrido bastante para llegar acá”, afirmó.

El 11 de mayo, Estados Unidos cambió las normas para los solicitantes de asilo tras el fin de la aplicación de una disposición del código sanitario estadounidense conocida como Título 42, que fue usada durante y después del punto álgido de la pandemia del COVID-19.

Ahora se disuade a los inmigrantes que quieren solicitar asilo en Estados Unidos de cruzar la frontera a pie, y en su lugar se les dice que concierten citas en la aplicación CBP One. Los que cruzan la frontera sin permiso y son devueltos, se enfrentan a una prohibición de cinco años para volver a entrar en el país.

Según el Departamento de Seguridad Nacional, estos cambios han reducido el número de cruces ilegales de la frontera en un 50% aproximadamente. Pero también están ejerciendo presión sobre los albergues de México, donde miles de migrantes como Lucena están varados, mientras intentan programar citas en la aplicación del gobierno.

Recientemente, albergues en Ciudad de México, que está a 620 millas del cruce fronterizo más cercano, lanzaron alertas sobre la situación humanitaria, instando a las autoridades de Estados Unidos y México a hacer más para proteger a los migrantes varados.

“A mí lo que me preocupa más es el estado anímico de las personas: su desesperación, angustia”, dijo la hermana María Magdalena Silva Rentería, directora del albergue CAFEMIN, en un comunicado publicado en Twitter. “Esta situación nos limita. Nunca es suficiente. Nuestros albergues colapsan en todo sentido: agua, alimentos, atención psicológica”.

Retrato de Miguel Meza, oficial de proyectos de migración de Catholic Relief Services, posa el 14 de mayo de 2023 con el muro que marca el final de México y el comienzo de los Estados Unidos. Él y otras personas que trabajan con migrantes a lo largo de la frontera hablaron de la situación en los albergues en México a los días de terminar la normativa del Título 42 y la entrada en vigencia del Título 8. (Foto OSV News/Oscar Leiva, Silverlight para CRS)

CAFEMIN — que significa Casa de Acogida y Formación para Mujeres y Familias Migrantes — se fundó en 2012 e inicialmente se diseñó para un máximo de 100 personas. Desde hace tres semanas, acoge a unos 500 migrantes cada noche. Las camas se han agotado, así que la mayoría de los migrantes duermen en colchonetas de gimnasia colocadas en el suelo de la cancha de baloncesto cubierta del refugio.

Acoger a tanta gente es agotador, dijo el coordinador de divulgación de CAFEMIN, Mario Monroy. Mencionó que los albergues han tenido que rechazar a personas o limitar el número de semanas que pueden quedarse.

“Queremos ayudar”, dijo. “Pero también nos ponen entre la espada y la pared”.

Monroy dijo que la situación ha sido crítica desde octubre del año pasado, cuando funcionarios estadounidenses comenzaron a enviar a miles de migrantes venezolanos a México, tras un acuerdo entre ambos países.

“En la esquina de nuestro albergue el Instituto Nacional de Migración dejaba a las personas…”, dijo Monroy. “Las traía de zonas fronterizas (en autobuses) y las abandonaban sin ningún tipo de garantía jurídica, sin ningún tipo de información… y teníamos que lidiar con personas que habían pasado procesos de privación de la libertad en Estados Unidos, de burlas, tratos degradantes”.

Organizaciones de la sociedad civil y grupos religiosos han pedido al gobierno de Ciudad de México que abra nuevos albergues donde los migrantes puedan alojarse y recibir orientación mientras buscan cita en la frontera con Estados Unidos.

En un editorial reciente, publicado en su semanario Desde la fe, la Arquidiócesis de Ciudad de México afirmó que actualmente hay cinco albergues en la ciudad que reciben apoyo de la Iglesia católica. Pero argumentó que esto no era suficiente para hacer frente al gran número de migrantes que llegan a la ciudad.

“Hacemos un llamado a las autoridades a revisar las políticas en materia de migración”, dijo el editorial. “De modo que siempre se protejan los derechos humanos y se garantice la protección de los más vulnerables”.

El gobierno municipal de Ciudad de México abrió recientemente un albergue en las afueras de la ciudad, pero está situado en una zona que carece de transporte público y donde es difícil para los migrantes encontrar trabajos temporales.

En el refugio de CAFEMIN, Lucena, que trabaja en la construcción, expresó preocupación por el futuro de su familia. Dijo que regresar a Venezuela, donde el salario mínimo es actualmente de unos 6 dólares al mes, no era una opción. Así que insistirá en ir a Estados Unidos.

“Lo que más queremos es comprarnos una casa”, dijo, mientras su hijo más pequeño jugaba con un dinosaurio de juguete. “Sólo queremos estar en un sitio donde podamos trabajar, ahorrar, y salir adelante”.

Manuel Rueda escribe para OSV News desde la Ciudad de México.