Por David Agren
(OSV News) – La Conferencia del Episcopado Mexicano ha condenado el asesinato de un alcalde, que fue asesinado tras solicitar ayuda federal para combatir a los cárteles de la droga, que extorsionan a los productores de aguacate de su municipio, situado en el estado occidental de Michoacán.
Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, fue asesinado a tiros durante una ceremonia con velas por el Día de Muertos el 1 de noviembre. Manzo recibió siete disparos, según el secretario de Seguridad Pública de México, Omar García Harfuch, mientras que las fotos del evento en la plaza del pueblo lo mostraban con su hijo pequeño en brazos. Dos sospechosos fueron detenidos en relación con el caso, añadió García Harfuch.
El asesinato de Manzo “se suma a una serie de asesinatos de personas que se han atrevido a levantar la voz y enfrentar la falta de Estado de Derecho en sus tierras, comercios y otros espacios. Hoy ya no basta aprehender al asesino: hay que combatir con determinación la causa de todos estos asesinatos”, afirmó la conferencia episcopal en un comunicado del 2 de noviembre.
“La presencia ordinaria de grupos armados, que controlan la vida pública de los ciudadanos en varias regiones del país, es el verdadero crimen a enfrentar; los retenes en carreteras, el despojo de tierras, las amenazas constantes a los productores, comerciantes y gobernantes, reflejan un grave debilitamiento del orden constitucional que los gobiernos, a nivel municipal, estatal y federal están obligados a garantizar”.
El asesinato provocó indignación en México, donde la violencia de los cárteles de la droga ha azotado amplias zonas del país durante casi dos décadas. La violencia ha afectado especialmente a Michoacán, que tiene una larga historia de cultivo de marihuana. Pero los analistas afirman que ahora los grupos criminales extorsionan a los cultivadores de aguacates y limas, talan ilegalmente bosques e importan precursores químicos para drogas sintéticas a través del puerto de Lázaro Cárdenas.
Un sacerdote de Michoacán describió la desesperada situación del estado, en el que los grupos criminales se confabulan con los políticos y luchan entre sí por el control de los lucrativos territorios del crimen.
“El pueblo ya está, dicen ellos, ‘hasta la madre, padre’”, declaró a OSV News el sacerdote, que ejerce su ministerio en una zona conflictiva de Michoacán. El sacerdote, que anteriormente prestó apoyo espiritual a los grupos de autodefensa que se formaron para luchar contra los cárteles de la droga en 2013, pidió permanecer en el anonimato para poder hablar con franqueza. “Créemelo, que estamos a un minuto, a un momento de que arda Michoacán”, afirmó el sacerdote.
Manzo se dio a conocer por acompañar a la policía en sus patrullas por Uruapan. Denunció el crimen organizado e instó a la presidenta Claudia Sheinbaum a tomar medidas.
“A la presidenta este país ya se le fue de las manos”, declaró Manzo al medio de comunicación mexicano Latinus. “El país se nos está yendo. El crimen se ha vuelto parte del paisaje. (…) Nosotros enfrentamos solos a la delincuencia. No hay estrategia, no hay Estado”.
Enfrentarse a los grupos criminales puede ser peligroso. Bernardo Bravo, presidente de una asociación de productores de cítricos de la ciudad de Apatzingán, fue encontrado recientemente asesinado tras organizar una protesta de los productores de cítricos, hartos de pagar extorsiones.
“Estos crímenes hieren a la sociedad mexicana y demandan una respuesta inmediata y coordinada por parte de las autoridades para reconstruir la paz en Michoacán.”, afirmó el 2 de noviembre el Diálogo Nacional por la Paz, una iniciativa para pacificar México, patrocinada por la conferencia episcopal, los jesuitas y la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México.
Sheinbaum condenó el asesinato de Manzo, que anteriormente había sido diputada por su partido Morena, actualmente en el poder, y ganó la alcaldía como independiente. Sin embargo, el 3 de noviembre suscitó polémica al afirmar en su rueda de prensa matutina que la violencia en Michoacán se originó con el expresidente Felipe Calderón, quien, según ella, robó las elecciones de 2006 y comenzó a tomar medidas enérgicas contra los cárteles de la droga en Michoacán para “legitimar” su victoria.
El asesinato de Manzo captó la atención internacional y se produjo en un momento en que Estados Unidos presionaba a México para que detuviera el flujo de drogas como el fentanilo.
“Estados Unidos está dispuesto a profundizar la cooperación en materia de seguridad con México para erradicar el crimen organizado a ambos lados de la frontera”, declaró Christopher Landau, subsecretario de Estado, en una publicación de X que mostraba una foto de Manzo con su hijo. “Que su alma descanse en paz y que su recuerdo inspire acciones rápidas y eficaces”.
