La influencia de la opinión pública en las políticas migratorias

En tiempos ordinarios
Por Lucia A. Silecchia
El papa León XIV publicó recientemente el primer documento extenso de su pontificado, “Dilexi Te”, una exhortación apostólica sobre el amor a los pobres.
Casi de inmediato, los comentaristas reaccionaron: algunos con reflexión y otros con “opiniones rápidas” partidistas, extrayendo solo una o dos frases del documento para mostrar cómo encajaban perfectamente con sus puntos de vista. Algunos se apresuraron a criticarlo, mientras otros elogiaron las partes que les gustaban e ignoraron las que no.

Lucia A. Silecchia

Esto no me sorprendió. He enseñado cursos sobre la doctrina social de la Iglesia y entiendo el instinto y la tentación de ver estas enseñanzas a través de marcos políticos, adaptándolas a los “bandos” que estamos acostumbrados a tomar.
Sin embargo, esta exhortación merece más. Como exhortación apostólica, “Dilexi Te” es menos formal que una carta encíclica. Aun así, “exhortación” es un término interesante. Su raíz significa “animar” o “instar”. Por tanto, “Dilexi Te” es una invitación o un llamado a la acción. Es, en palabras del papa León, un llamado a “apreciar la estrecha conexión entre el amor de Cristo y su llamado a cuidar a los pobres”.
Al leer “Dilexi Te” y tratar de comprender esta “estrecha conexión”, tres aspectos desafiaron – y, como debe hacerlo una exhortación – animaron profundamente mi corazón.
Primero, la línea inicial, “Te he amado”, invita a la reflexión orante. Es tradición nombrar los documentos papales con la traducción al latín de sus primeras palabras. Así, “Dilexi Te” es simplemente la traducción de la breve frase que da inicio a la exhortación. Sin embargo, estas cuatro palabras (o dos en la eficiencia del latín) transmiten una verdad profunda, fundamental para el cristianismo y, al mismo tiempo, difícil de comprender plenamente. Saber que Dios dice “Te he amado” puede tomar toda una vida de contemplación. “Dilexi Te” anima a los lectores a centrar sus vidas y relaciones en esta verdad y a encontrar en ella la inspiración para el amor que debe motivar el cuidado por quienes viven en la pobreza.
En segundo lugar, “Dilexi Te” invita a reconocer que muchos de nuestros hermanos y hermanas viven en la pobreza, la cual puede presentarse de muchas formas. Ciertamente incluye la pobreza material, pero la exhortación propone una visión más amplia. Invita a ver que una pobreza profunda puede afectar a quienes sufren diversas carencias: las penas de ser “socialmente marginados”, la falta de “medios para expresar su dignidad y capacidades”, o la experiencia de pobreza “moral”, “espiritual” o “cultural”; ser débiles o frágiles, o carecer de “derechos”, “espacio” o “libertad”.
Reconocer la pobreza de esta manera más amplia nos anima a no ver a “los pobres” como simples “otros”, sino a comprender que, de algún modo, cada uno de nosotros conocerá la pobreza en algún momento de la vida. Saber esto es descubrir una solidaridad más profunda con quienes sufren, cuya aflicción podría parecernos distante o fácil de ignorar.
En tercer lugar, en lo que tal vez sea su parte más desafiante y alentadora, “Dilexi Te” presenta una extensa historia del servicio de la Iglesia hacia los que sufren. El desafío aquí es que cada uno de nosotros se una a nuestros antepasados en la fe, que vivieron de muchas maneras el amor en servicio. Ellos reconocieron, como explicó el papa León, que “ninguna muestra de afecto, por pequeña que sea, será olvidada, especialmente si se ofrece a quienes sufren, están solos o necesitados”.
El papa León describió la misión de servicio de los primeros diáconos de la Iglesia, quienes atendían a los necesitados. Luego destacó a algunos de los primeros Padres de la Iglesia – entre ellos los conocidos san Ignacio de Antioquía, san Justino, san Juan Crisóstomo, san Ambrosio y san Agustín – quienes enseñaron con fuerza sobre el servicio a los pobres y la íntima unión entre el amor a Dios y el amor al prójimo.
Esto no puede quedarse en teoría. El papa León continuó describiendo cómo, a lo largo de los siglos, la atención a los enfermos y sufrientes ha estado en el corazón mismo de la Iglesia. Esto se ha realizado tanto por el liderazgo de santos reconocidos como por el amor de tantas religiosas que, de forma anónima, ofrecieron a lo largo de los siglos “consuelo, una escucha atenta, una presencia y, sobre todo, ternura” a quienes estaban bajo su cuidado.
El papa León habló de la generosa hospitalidad ofrecida por quienes viven la vida monástica, guiados por santos como Basilio el Grande, Benito de Nursia y Bernardo de Claraval. Mencionó a los fundadores de órdenes religiosas dedicadas a ayudar a los cautivos y encarcelados, y a sus seguidores cuyos nombres quizá solo Dios recuerda. También resaltó cómo las órdenes franciscanas, dominicas, agustinas y carmelitas abrazaron la pobreza para acercar a otros a Dios.
Más adelante, el papa León mencionó las órdenes fundadas en siglos más recientes para ofrecer educación como una forma particular de ayudar a los necesitados. Nuevamente reconoció el trabajo, a menudo poco valorado, de las mujeres consagradas que dedicaron su vida a esta misión, reconociendo el conocimiento como un “don de Dios y una responsabilidad comunitaria”. De manera similar, reconoció la labor de las órdenes que atienden a los migrantes y de quienes sirven a “los más pobres entre los pobres”. También reconoció a quienes entregaron su vida al servicio de las personas con discapacidades de todo tipo.
Este recorrido por los siglos no es solo una lección de historia; es una invitación a ver este amor radical y compasivo como parte esencial de nuestra fe.
Como “Dilexi Te” es un documento nuevo de un nuevo papa, recibirá mucha atención. Pero más que atención, merece reflexión sobre lo que nos dice a cada uno – no a los demás – que hagamos. En el fondo, nos anima a amar a los demás como Dios nos ha amado, todos los días de nuestra vida ordinaria.

(Lucia A. Silecchia es profesora de Derecho en la Facultad de Derecho Columbus de la Universidad Católica de América. “On Ordinary Times” es una columna quincenal que reflexiona sobre las formas de encontrar lo sagrado en lo sencillo. Puede enviarle un correo electrónico a silecchia@cua.edu).