El servicio como diáconos hace mejores sacerdotes

Por Opisbo Joseph Kopacz
Las ordenaciones al diaconado transitorio de Nick Adams y Aaron Williams fueron celebraciones jubilosas para todos aquellos que han cultivado sus vocaciones a lo largo de sus vidas. Principalmente estamos agradecidos a sus familias de origen, y especialmente a sus padres, quienes sembraron la semilla de la fe en el bautismo y los criaron de una forma tan amorosa que estuvieron abiertos a la llamada de Jesús a seguirlo en la vocación del ministerio ordenado. Festejando junto a los recién ordenados diáconos y sus familias en la Iglesia San Patricio en Meridian y en la Catedral de San Pedro Apóstol en Jackson estaban muchos otros que los acompañaron a través de los años: seminaristas y profesores, sacerdotes y diáconos, feligreses de alrededor de la diócesis y amigos, todos parte del cuerpo de Cristo, el pueblo de Dios, quienes los abrazaron con una expresión de alegría de fe, de esperanza y de amor, en las dos liturgias Eucarísticas.
En el camino al sacerdocio el diaconado transitorio pasa rápidamente y los diáconos Nick y Aarón, subsecuentemente serán ordenados sacerdotes para la Diócesis de Jackson. Pero el carácter permanente del diaconado permanecerá como una marca distintiva del sacerdocio. Han sido configurados a Cristo el Siervo como diáconos y se esforzarán cada día por la gracia de Dios a seguir al Señor que vino, no para ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mateo 20:28). Como yo lo he hecho, tú debes hacerlo, (Jn 13:15) son las inmortales palabras de Jesús en la Última Cena, después de lavarle los pies a sus discípulos. Ellos servirán al Señor de una triple manera: en su Palabra, como heraldos del Evangelio y predicadores, como ministros de los sagrados misterios en el altar y como dedicados discípulos de la caridad y de bondad de diversas maneras. Este ministerio de servicio profundizará su llamada a convertirse en sacerdotes que serán siervos-líderes con la mente y el corazón de Jesucristo.
Nicholas Adam fue ordenado diácono el día de la fiesta de San Patricio, 17 de marzo, y el nombre del gran apóstol misionero de Irlanda se agregó a la letanía de los santos. Además de la carne de vaca (corned beef) en un viernes de Cuaresma, el don de las inspiradoras palabras de San Patricio alimentaron la celebración eucarística de la ordenación. Al igual que el misionero irlandés que vino desde otros lugares a evangelizar y servir, así el diácono Nick ha abrazado a la gente de Mississippi, habiendo llegado desde otra tierra al este.
¿Quién soy yo, Señor, y cuál es mi vocación que trabajaste en mí con tal poder divino? Lo hiciste, para que lo que me pase a mí, yo pueda aceptar el bien y el mal igualmente, siempre dando gracias a Dios. Él respondió a mi oración de tal manera que podría ser lo suficientemente audaz como para tomar tan santo y tan maravillosa tarea e imitar en cierto grado a aquellos a quienes el Señor había predicho hace mucho tiempo como heraldos del Evangelio, dando testimonio a todas las naciones.
Mensajeros de buenas noticias en verdad. Al diácono ordenado se le da el Evangelio de Cristo en la culminación de la ceremonia de ordenación para dar testimonio a las naciones en el siglo 21. Recibe el Evangelio de Cristo cuyo mensajero has llegado a ser. Cree lo que lees; enseña lo que crees; practica lo que enseñas.
Al día siguiente el diácono Aaron fue ordenado en la liturgia del sábado por la tarde del tercer domingo de Cuaresma. Como narra el Evangelio de Juan, Jesús se sentó a descansar en el poso de Jacob al mismo tiempo que la mujer samaritana llegó con su balde para el agua. Como sabemos el encuentro transformó la vida complicada de esta mujer. Llegó arrastrando su balde en el calor del mediodía día del cual sabemos un poco en nuestros veranos de Mississippi y partió con pies alados en su nueva vida como discípulo misionero. Ella entendió que el Mesías no necesitaba un balde para sumergirla en el manantial de agua que mana a la vida eterna. Ella es nuestro paradigma durante la Cuaresma mientras anhelamos que el Señor agite las aguas de nuestro propio bautismo, sabiendo que ya está esperando antes de que lleguemos.
Otro Santo excepcional invocado durante la letanía de los Santos en la liturgia de la ordenación es San Efrén, diácono de la Iglesia oriental que vivió en el siglo cuarto. Amaba la liturgia y compuso una enorme recopilación de himnos y poesía que están repletos de sabiduría bíblica y teología. Él es un intercesor apropiado para Aaron que ama la liturgia y también ha escrito piezas litúrgicas. El siguiente es de las obras de San Efrén y reconocemos la armonía con el encuentro de Jesús y la samaritana.
El aliento que emana de alguien venido del paraíso da dulzura a la amargura de esta región, templa la maldición en esta tierra nuestra. Ese jardín es el aliento de vida de este mundo enfermo que ha estado tanto tiempo en enfermedad; ese aliento proclama que un remedio salvador ha sido enviado a sanar nuestra mortalidad.
De esta manera es con otra primavera, llena de perfumes, que sale de Eden y penetra en la atmósfera como una brisa benéfica por la cual nuestras almas se revuelven; nuestra inhalación es sanada por este aliento curativo del paraíso;
las primaveras reciben una bendición de esa bendita primavera que emite a partir de ahí.
Si supieras el don de Dios son las palabras que Jesús habló a la samaritana revelando su profunda sed por su fe y su salvación. Celebramos el regalo de Dios mediante la fe y la esperanza que no defrauda porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. (Romanos 5:5) Qué el Señor renueve nuestra fe durante este tiempo de Cuaresma mientras seguimos a la samaritana de la oscuridad a la luz de un nuevo día.