Graduación de Escuela de Ministerio en Tupelo el 23 de marzo

Por Elsa Baughman
JACKSON – La popularidad de los cursos de la Escuela de Ministerios ha crecido desde su inicio hace 17 años. El domingo 23 de marzo el Obispo Joseph Kopacz le va a entregar el diploma a los 32 participantes que acaban de finalizar el nivel uno.

A finales de 1997, cuando la Hermana Patricia Brow

  El doctor Juan José Rodriguez (der.) presentó el tema “Ecclesiología: la misión de la iglesia”, al grupo del nivel uno de la Parroquia St. James. (Foto de la Hna. María Elena Méndez)


El doctor Juan José Rodriguez (der.) presentó el tema “Ecclesiología: la misión de la iglesia”, al grupo del nivel uno de la Parroquia St. James. (Foto de la Hna. María Elena Méndez)

n, directora de la Oficina del Ministerio Hispano en ese entonces, anunció que el Instituto Pastoral del Sureste (SEPI) con base en Miami, Florida, iba a ofrecer el nivel uno del curso de la Escuela de Ministerios en Jackson yo fui una de las primeras en inscribirse.

Ya trabajaba para este periódico y apenas habíamos comenzado a publicar esta edición en español. Consideraba que tenía mucho que aprender sobre mi fe y mi religión y la Hna. Patricia me aseguró que el curso me iba ayudar mucho a profundizar mis conocimientos sobre la religión católica.

En noviembre de 1999 terminamos las clases. El Obispo William Houck nos entregó el diploma a los nueve participantes del curso el cual había comenzado en Jackson pero fue trasladado a Morton después de la segunda clase debido a que la mayoría de los que estaban tomando el curso vivían en esa área. Yo y otras dos amigas viajábamos a Morton a tomar las clases.

El curso consiste en 10 clases de formación religiosa para laicos y ministros. Cada clase consiste de 15 horas de instrucción cada dos meses durante un fin de semana.
Cinco años después, el Hermano Ted Dausch, director de la Oficina del Ministerio Hispano, contactó al SEPI para ofrecer nuevamente el nivel uno del curso que se dio en Tupelo durante el 2005-2006.

El Hno. Ted siempre ha insistido que la comunidad hispana debe formarse en su fe católica y tomar responsabilidad de su fe. El ha comentado que en unos pocos años la mitad de la población católica en los Estados Unidos va a ser hispana y que con ese número de fieles se van a necesitar lideres y servidores para atender a los fieles en las comunidades hispanas.

“No hay opción”, me dijo recientemente. “Tienen que ser los líderes de las comunidades católicas los que sirvan y no puede servir en su comunidad sin una formación básica”, indicó.

A principios del 2011 se volvió a ofrecer el nivel uno en Jackson y decidí tomar el curso nuevamente ya que habían pasado 12 años desde que lo había tomado y necesitaba refrescar mis conocimientos sobre, entre otros temas, la Biblia y su uso pastoral, la historia de la Iglesia Católica en los Estados Unidos (una de mis clases favoritas), los principios de la pastoral hispana, las técnicas de evangelización y otros conocimientos de suma importancia para mi vida cristiana.
Mientras tanto, yo y otros 32 comenzamos el año pasado a tomar los cursos del nivel dos en Jackson.

Puedo hablar por mi propia experiencia y le recomiendo a toda persona que quiera profundizar sus conocimientos cristianos a que tomen el curso la próxima vez que lo ofrezcan. Para mi ha sido una bendición de Dios, y doy gracias por los esfuerzos que ha realizado el personal de la Oficina del Ministerio Hispano de la Diócesis de Jackson para ofrecerle a los hispanos la oportunidad de participar en estos cursos.

Las clases son impartidas por un personal capacitado y con mucha experiencia en el tema en el cual se especializan. Recientemente tuvimos el curso sobre el Vaticano Segundo dado por el sacerdote español Jesús María Lecea, quién estaba estudiando en Roma en 1962 cuando se realizó el Concilio Vaticano Segundo.

Su experiencia personal de este concilio se hizo palpable con el gran número de anécdotas que relató para ilustrar el tema de tanta importancia este año en el que se cumplen los 50 años del inicio de ese concilio que fue un motor impulsor de los muchos cambios que se hicieron en la Iglesia Católica. Y como el Padre Lecea, cada profesor tiene un carisma especial para explicar el tema con sus propias experiencias.
Para María de Jesús Hernández, de Belmont, su participación en este curso le ha cambiado la vida. Dice que no ha retenido toda la teoría que le enseñaron en el primer nivel pero los conocimientos le han servido mucho, principalmente el saber sobre la importancia de servir en la iglesia y en la comunidad. Esto le ha aumentado su fe y su relación personal con Dios.

“Todo esto que he aprendido me ha ayudado en mi vida personal y mi relación con mi esposo y mi hijo y con otro programa de pequeñas comunidades en el cual participo”, dijo, añadiendo que se lo ha recomendando a sus amigos y su esposo quiere tomarlo cuando lo vuelvan a ofrecer. El Hno. Ted dijo que los planes de seguimiento con el programa es ofrecer el nivel tres con un esquema diferente, en el cual puedan participar aquellos que no han cursado el nivel uno o dos.